- A la paz de Dios y arriba España, ¡qué dolor más grande!
- ¡Qué poético! ¿le duele España?
- ¡Lo que me duele es el espinazo, leñe! Desde la rabadilla hasta el cogote.
- Pues a ver si levantamos ese espinazo y luego nos preocupamos de España.
- Pero es que, además, mire cómo tengo los dedos. Ya ni puedo coger el bastón, fíjese en el bulto que tengo en este trozo de la mano.
- Eso es la falange?
- ? y de las JONS.
- Menos mal que tiene sentido del humor.
- Es que si se trata de la Falange no será nada malo. ¡Si José Antonio levantara la cabeza!
- ¡Déjese de política! Usted lo que tiene es un síndrome.
- ¿Un síncope yo? Todavía no soy capaz de darle un garrotazo a un melenudo.
- ¡Un síndrome, le he dicho un síndrome ¡
- ¡Ah, ya! Es que me falla un poquito el oído. ¿Y eso qué es?
- Artrosis. La artrosis, más que una enfermedad en sí, es un síndrome: un grupo heterogéneo de procesos que terminan debilitando el cartílago y este claudica ante fuerzas intensas.
- ¡Leñe! Habla usted como los políticos.
- Perdone pero es que, además de farmacéutica, soy ortopedista. Pero vayamos al grano. ¿En qué le puedo ayudar?
- Quiero que me dé algo para los dolores.
- Ése es un tema muy delicado. Debe acudir a su médico de cabecera.
- Es que se ha muerto.
- Pero tendrá un sustituto en el ambulatorio.
- Verá usted. Aquí donde me ve, tengo un mala salud de hierro. Los problemas me empezaron en esta pierna que la tengo llena de metralla de una bomba de Belchite.
- ¿Qué clase de bomba es ésa?
- ¡Ay, cómo se nota que los jóvenes olvidáis el pasado! Belchite es el pueblo donde se libró la famosa batalla, que lleva su nombre, contra las hordas marxistas. Allí conocí a Gregorio?
- ¡Uy, qué lío! Belchite, Gregorio? La metralla que usted dice tener no tiene nada que ver con la sintomatología que presenta. Lo suyo es artrosis.
- Es que Gregorio, mi amigo y compañero de trincheras, ha sido mi médico hasta que murió hace un año.
- ¿Y qué le tenía diagnosticado?
- A mi me pasaba consulta, desde que empecé con los achaques, en un banco del Retiro y desde hace tiempo me mandó estas pastillas que me van divinamente, pero ya no las encuentro en ninguna farmacia. Ahí tiene usted la caja.
- Es que este medicamento se dejó de preparar hace tiempo. Son corticoides que tienen muchos efectos secundarios. Le puedo recomendar éste?
- Ése me lo han recomendado en otra farmacia y no me sirve.
- Es que yo pensaba que no lo conocía. Son paracetamoles de primeras elecciones.
- ¡Desde que empezaron las elecciones estamos como estamos! ¡Si Franco levantara la cabeza!
- ¿Ya estamos otra vez con la política, hombre? Si el paracetamol no le va bien podríamos probar con un COXIB.
- ¡Un cocido! Eso sí que está bien.
- Le hablo de un antiinflamatorio muy eficaz, distinto de los AINE tradicionales tan perniciosos para el estómago.
- Pues démelo.
- Hace falta una receta visada. Además, tenga en cuenta que con estos medicamentos no debe beber ni fumar.
- Lo que decía Gregorio de sus compañeros: “los médicos te quitan todo menos la enfermedad”. Pues yo bebo y fumo?
- Pero por Dios, un hombre valiente como usted, ¿no va a tener voluntad para quitarse un tiempo del tabaco y del alcohol?
- ¿Usted ve este bulto? ¿Cómo dijo que se llamaba? ¿Falange?
- Efectivamente falange.
- ¿Y se mejorará?
- Yo creo que sí.
- Si se mejora la Falange, me quito del vino y del tabaco. ¡Todo sea por la patria!
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