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El linfoma es una enfermedad de la sangre que aparece cuando los linfocitos T o B, en distintos estados de maduración y fuera de la médula ósea (normalmente en los ganglios linfáticos o en un órgano), manifiestan algún tipo de defecto que, por un lado, prolonga su vida de manera anormal y, por el otro, hace que se reproduzcan de forma descontrolada.
En general los linfomas son más frecuentes en los hombres que en las mujeres y la mayoría de ellos se diagnostican más frecuentemente en la edad adulta que en la infantil. Tradicionalmente los linfomas se clasifican en dos grandes grupos: linfoma de Hodgkin (LH) y linfoma no Hodgkin (LNH).
Los linfomas no Hodgkin se pueden clasificar según la velocidad de su crecimiento (su agresividad): linfomas agresivos e indolentes. Los linfomas agresivos se desarrollan muy rápido, pero son más sensibles a los tratamientos y se pueden curar aproximadamente en tres cuartas partes de los casos. Los indolentes son mucho más lentos, progresan más despacio, pero son menos curables de forma definitiva, aunque los pacientes pueden vivir muchos años prácticamente sin síntomas debido a los nuevos tratamientos.
Como existe gran variedad de tipos de linfomas, los síntomas son de varias clases y los tratamientos son muy diversos dependiendo del tipo específico de linfoma. Como expone el doctor Tomás Navarro, jefe clínico del laboratorio de Hematología del Instituto Catalán de Oncología (ICO) Badalona e investigador del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras (IJC): «es fundamental conocer el mecanismo de la enfermedad para poder luchar contra ella de una manera más eficaz».
El grupo de Neoplasias Linfoides del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras (IJC) liderado por el doctor Tomás Navarro, trabaja en diferentes líneas de investigación sobre los linfomas. El linfoma no Hodgkin más frecuente de todos es el linfoma difuso de células grandes B, que es también el más frecuente entre la población inmunodeprimida (que incluye a las personas infectadas por el VIH). Aunque la mayor parte de los enfermos inmunodeprimidos que padecen este tipo de linfoma consiguen curarse, todavía hay un 30% que no superan el linfoma.
Por ello, el equipo del doctor Navarro ha llevado a cabo por primera vez un estudio de perfiles genéticos de este grupo de enfermos inmunodeprimidos para diferenciar si el linfoma difuso de células grandes que padecen es del subtipo de célula de centro germinal o de célula linfoide B activada.
Las conclusiones de este estudio determinan que sea cual sea el tipo de célula de este linfoma, no hay una implicación directa en el pronóstico, pero en cambio sí que puede haberla en el tratamiento de la enfermedad. Si se trata cada subtipo de forma diferencial se podría mejorar la supervivencia de estos enfermos.
Como explica el doctor Navarro «conociendo mejor las características de cada célula tumoral se podrán identificar nuevas dianas terapéuticas para conseguir tratamientos más personalizados». Este trabajo fue presentado y aceptado como póster en el Congreso Internacional de Linfomas celebrado en Lugano el pasado mes de junio. Este equipo también está trabajando en la búsqueda de moléculas presentes en la sangre que puedan detectar la presencia de un linfoma de manera temprana y así poder iniciar el tratamiento cuanto antes.