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Pese a estos datos, el doctor Fernando Martín Malavé, presidente del Comité Organizador del XI Congreso Nacional de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), señala que, “sólo un 3% de las mujeres consulta con su ginecólogo sobre alteraciones sexuales en el climaterio, lo que nos obliga a tener la habilidad suficiente para poder iniciar en la consulta con la paciente una charla donde poder abordar su salud sexual y hablar de ello con normalidad”.
Y es que a medida que la población femenina con menopausia aumenta, también lo hace la prevalencia de los trastornos sexuales. “Sin embargo, no siempre las mujeres son capaces de entender plenamente que la menopausia causa algunos cambios en su vida sexual, porque este proceso puede ser bastante lento”, asegura el doctor Fermín Criado, jefe de Sección del Departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario Carlos Haya. “Al mismo tiempo”, añade, “la mujer tiene mucha más capacidad de adaptación que el hombre ante un trastorno sexual, en el sentido de que muchas de ellas se resignan y se refugian en su trabajo o en la familia, preocupándose más por los problemas que puedan afectar a estas parcelas de su vida que a su ámbito sexual”.
Ante esta situación, un cambio de mentalidad por parte de la mujer a la hora de afrontar el problema y una comunicación más estrecha entre la paciente y el profesional sanitario, son factores clave para abordar con éxito la disfunción sexual femenina. “Además de los motivos ya mencionados, muchas mujeres no hablan de sus problemas sexuales en las consultas ginecológicas: primero porque sienten que la sexualidad es muy íntima y se avergüenzan de revelar sus problemas y, en segundo lugar, porque no están seguras de cómo va reaccionar el profesional médico y presumen que éste no tiene bastante tiempo para hablar de este tipo de asuntos íntimos”.
En definitiva, el doctor Criado considera que, “el hecho de que la mujer sea consciente del problema, que tanto ella como su pareja estén dispuestos a resolverlo y que el profesional
Diagnóstico de los trastornos sexuales femeninos
En el origen de los trastornos sexuales femeninos pueden influir diversos factores: desde biológicos, como la bajada de la testosterona (hormona masculina ligada al impulso sexual), enfermedad crónica o menopausia precoz, hasta el consumo de determinados medicamentos, problemas psicológicos (depresión, ansiedad, problemas conyugales), el estilo de vida (obesidad, alcohol, tabaco) y causas educativas (inhibición sociocultural).
“Pero con independencia del tipo de trastorno sexual y de lo que lo origina, el síntoma más común es el desinterés por las relaciones sexuales, bien porque la duela o porque no sea placentero”, explica el doctor Criado.
Carecer de información sobre las posibilidades de tratamiento o vergüenza son los principales obstáculos para que las mujeres consulten ante el problema. “Sin embargo, es muy importante un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado que evite que la mujer, y en consecuencia su pareja, adquieran el convencimiento de que es una circunstancia normal y acorde a la edad”.
Tratamientos
La disfunción sexual en la mujer es una situación prevalente y que puede adquirir diversas formas como dolor con la relación sexual, disminución de la excitación, incapacidad para obtener el orgasmo o falta de deseo sexual. En este sentido, la doctora María Jesús Cancelo, del servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Guadalajara, añade que, “el creciente interés por conocer los mecanismos fisiopatológicos de las disfunciones sexuales, está conduciendo a la investigación de nuevos tratamientos que ayuden a la mujer, con independencia de su edad y de su estado hormonal, a tener la sexualidad que desee”.
Actualmente existen tratamientos que han demostrado tener efectos beneficiosos sobre determinados aspectos de la sexualidad y, en concreto, sobre el deseo sexual hipoactivo o falta de deseo sexual. A este respecto, indica la doctora Cancelo, “contamos con tratamientos farmacológicos eficaces basados en hormonas sexuales (estrógenos y andrógenos), para los que existen también nuevos sistemas de administración”.
Además, explica la doctora Cancelo, “se están investigando nuevas moléculas, como la flibanserina, inicialmente estudiada como antidepresivo, pero con la que se ha observado una mejora global de la sexualidad y reducción de la preocupación asociada a la disfunción sexual en la mujer”. “En cualquier caso, el tratamiento de la disfunción sexual femenina precisa de un trato personalizado y con frecuencia se combina el tratamiento farmacológico con el psicosexual”, precisa el doctor Martín Malavé.