Y en esta línea, el doctor Manuel Romero, jefe del Servicio de Digestivo del Hospital de Valme de Sevilla puntualiza que “la clave es individualizar los tratamientos para conseguir tasas de curación más altas”. Este especialista señala que es importante contar con herramientas que puedan predecir lo que va a pasar, de modo que se puedan disminuir los costes del tratamiento y evitar efectos adversos innecesarios. De hecho, “algunos avances como el test de la interleucina 28B pueden predecir la respuesta virológica inicial y ayudar a optimizar los resultados en el tratamiento del paciente coinfectado”, matiza este doctor.
Esta prueba ayuda a tomar decisiones individualizadas para saber si para un paciente es conveniente un tratamiento con doble terapia (interferón pegilado y ribavirina) o por el contrario, requiere ir un paso más allá y optar por la triple terapia con inhibidores de la proteasa. En este sentido, el doctor Moreno explica que “con una fórmula podremos estimar el porcentaje de posibilidades de curación y saber si una persona va a conseguir una respuesta viral rápida. En función del resultado, sabremos cuál es el tratamiento ideal que debería hacer”.
Interferón pegilado y rivabirina, claves en el tratamiento
Hasta el año pasado el tratamiento de la hepatitis C se basaba en la doble terapia, basado en la combinación de interferón pegilado y rivabirina; esta terapia suponía unas tasas de curación de aproximadamente el 40% en pacientes con genotipo 1. Para el doctor Carrión “las futuras estrategias terapéuticas se dirigen hacia una triple terapia que utiliza inhibidores de proteasa y tiene unas tasas de curación del 75% de los pacientes. Sin embargo, esta terapia obliga a una evaluación inicial estricta y un seguimiento multidisciplinar del paciente”.
Por su parte, el doctor Federico García, Jefe del Servicio de Microbiología del Hospital San Cecilio de Granada, explica “que los inhibidores de la proteasa actualmente aprobados para uso clínico se caracterizan por presentar una baja barrera genética a la resistencia”. Esto quiere decir que si no se consigue eliminar la replicación del virus de la hepatitis C, rápidamente se generan resistencias y el fármaco deja de ser eficaz. Por ese motivo, es fundamental conseguir suprimir la replicación y mantener la supresión viral durante el período de exposición al fármaco. Según este especialista “en estos momentos, en práctica clínica habitual, esto sólo se consigue combinando los inhibidores de la proteasa con el interferón pegilado y la rivabirina, y aplicando correctamente las reglas de parada diseñadas a tal efecto”.
Asimismo, los expertos en digestivo demandan una mayor sensibilización sobre el problema de la generación de resistencias y las limitaciones que esto puede suponer para otros esquemas de tratamientos futuros. “Aunque este es un aspecto bastante controvertido, ya que algunos estudios demuestran la reversión, es decir, la desaparición de las mutaciones de resistencia, no conocemos aún cómo pueden afectar a futuros esquemas de tratamiento”, matiza el doctor García.
Algunas dificultades
“Es un avance poder ofrecer una nueva posibilidad de curación a pacientes en los que la terapia doble no había obtenido resultados”, comenta el doctor José Antonio Carrión. Sin embargo, “en ciertas áreas del territorio nacional es difícil de entender las dificultades que está suponiendo el acceso al tratamiento”.
Por su parte, algunos expertos demandan una mayor concienciación, ya que la hepatitis C es la principal causa de enfermedad hepática en nuestro medio y requiere un abordaje conjunto por parte de todos los agentes que están implicados. Por ello, el doctor Manuel Romero finaliza señalando que “el objetivo es curar a los pacientes, pero como tenemos recursos limitados tenemos que optimizar y seleccionar a los pacientes que se van a beneficiar de un determinado tratamiento para obtener un mejor resultado y evitar efectos secundarios”.

