La mayor presencia de inmigrantes de zona endémica en países como España ha elevado el riesgo de malaria importada, aunque hasta el momento no se hayan detectado casos de transmisión autóctona en nuestro país.
Si bien, en los últimos diez años ha habido progresos significativos en la lucha contra la malaria, y otras enfermedades infecciosas, todavía siguen dándose casos importados de estas enfermedades en los países desarrollados. Esta situación pone de manifiesto la necesidad de incidir en la importancia de la prevención. Según datos de la encuesta poblacional para conocer el comportamiento de los españoles frente a la prevención, elaborada por Nielsen y Sanofi Pasteur MSD en el marco de la Semana Europea de la Vacunación, el 55% de los españoles no se informa sobre las vacunas recomendadas en los países de destino. Y de los que se informan sobre las vacunas recomendadas (45%), tan sólo el 24% lo hacen con al menos 3 meses de antelación. “Cuando elegimos un destino de viaje debemos informarnos con suficiente antelación, entre 1 y dos meses antes, de las enfermedades para las que se recomienda vacunarse”, manifiesta el doctor José María Bayas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV). Asimismo, Bayas insiste en que es preferible hacerlo con mayor anterioridad si el viaje de larga duración, y recuerda que “cuando se viaja a países donde existen enfermedades prevenibles, es importante acudir a un centro especializado en medicina del viajero o que se consulte a su médico antes de emprender el  viaje”.En este sentido, la encuesta poblacional señalada anteriormente concluye que para los españoles el médico es la principal fuente de información a la hora de informarse sobre las vacunas del viajero (65%), seguido de las agencias de viajes (43%) e Internet (33%). Entre los destinos de viaje favoritos para los españoles se encuentran, por orden de prioridad, Europa (82%), América Central o del Sur (26%) y los países africanos (17%). “En este Día Mundial de la Malaria es importante recordar a los españoles que cada vez que elijan su destino de viaje consulten con profesionales sanitarios las vacunas recomendadas en el país elegido para proteger a la población de estas enfermedades infecciosas”, afirma el doctor Bayas.Cada minuto muere un niño
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año se producen 215 millones de episodios clínicos de malaria que provocan alrededor de 650.000 muertes, principalmente niños menores de cinco años del África Subsahariana. “Calculamos que cada minuto muere un niño africano a causa de la malaria. La cifra es estremecedora, aunque haya disminuido desde hace una década, cuando se hablaba de tres millones de muertes anuales”, comenta el doctor Quique Bassat, representante del Grupo de Cooperación Internacional de la Fundación Española de Pediatría (FEP) e investigador de Centro de investigación en Salud Internacional de Barcelona, integrado en el Instituto de Salud Global, que, con motivo del Día Internacional de la Malaria, que se ha celebra el pasado 25 de abril, ha querido insistir en la importancia de seguir luchando por erradicar esta enfermedad parasitaria, que sigue siendo la más frecuente del mundo. Conscientes de la importancia de aunar esfuerzos en el ámbito de la investigación, la Federación Española de Pediatría sigue promoviendo la formación, la investigación y la cooperación en aquellas enfermedades que afectan a los países más pobres, así como trabajando para llamar la atención sobre problemas que aunque ocurren fuera de España, pueden llegar a afectarnos en cualquier momento.

Movimientos migratorios
Según los datos que maneja la Fundación Española de Pediatría, la malaria continúa afectando a cerca de 100 países, donde aproximadamente 3.000 millones de personas corren riesgo de infectarse. Pese a que la gran mayoría de las muertes se concentran en África, los movimientos migratorios, cada vez más frecuentes, han provocado casos de malaria importada en países de otros continentes. “La presencia de inmigrantes de zonas endémicas en países como España ha crecido y elevado el riesgo de malaria importada, aunque, hasta el momento, no se ha registrado ningún caso considerado de transmisión autóctona adquirida por una infección en nuestro país”.

Como señala el doctor Quique Bassat, es poco probable, pero posible que esto ocurra. En Grecia, por ejemplo, donde la malaria estaba erradicada, se han detectado varios mini brotes de transmisión autóctona en los últimos dos veranos. “No obstante, debemos estar tranquilos ya que disponemos de un buen sistema de vigilancia epidemiológica preparado para, ante la primera señal de alarma investigar el caso y frenar de forma rápida un eventual brote”.

Señales de sospecha
La malaria es una enfermedad grave causada por un parásito del género Plasmodium, y se transmite por picaduras de mosquitos infectados. Entre los síntomas de la malaria se incluyen los escalofríos, síntomas gripales, fiebre, vómitos, diarrea e ictericia. Según los expertos, se debe sospechar la malaria en todo viajero procedente de países endémicos que presente cuadro febril. Es importante considerar esa posibilidad en caso de la aparición de determinados síntomas, ya que el diagnóstico precoz y el tratamiento inmediato evitarán complicaciones graves e incluso la muerte. “La mejor forma de prevención es evitar las picaduras de los mosquitos cuando se vive o viaja a una zona endémica. En estas zonas, y en ausencia todavía de una vacuna que pueda administrarse a los viajeros, deberá iniciarse siempre un tratamiento profiláctico con medicamentos que evitará que posibles infecciones progresen y lleguen a causar la enfermedad”.

Avances preventivos
En los últimos años la comunidad internacional ha logrado un progreso destacable en la lucha contra esta enfermedad gracias sobre todo la mejor distribución de las herramientas de control y al acceso a mejores fármacos. “Poco a poco se ha generado una corriente favorable a la erradicación de la enfermedad, y se ha aceptado que lograrlo es posible aunque el esfuerzo será grande. En este sentido, se han distribuido más de 800 millones de redes mosquiteras en África en los últimos 5 años, prácticamente una por cada persona en riesgo, que han contribuido a disminuir el número de casos”, explica el doctor Bassat. También se han realizado esfuerzos en el ámbito farmacológico, y en la actualidad los expertos están utilizando terapias combinadas como fármacos de primera línea, remplazando tratamientos que habían desarrollado resistencia a los parásitos. “Hemos logrado desarrollar terapias que están demostrando eficacia y durabilidad, lo que explica también por qué hemos mejorado con los años la lucha contra la malaria”, comenta el doctor Bassat.

Ante las muestras crecientes de que el parásito de la malaria está mutando para hacerse resistente a las terapias antipalúdicas más eficaces, basadas en combinaciones de fármacos con artemisinina, los expertos han desarrollado un dispositivo pionero parecido a un teléfono inteligente, capaz de detectar en tan solo quince minutos la infección de malaria y la resistencia a fármacos a partir de una gota de sangre. El invento, denominado Nanomal, ha sido financiado por la Unión Europea y usa nanotecnología punta (campo de las ciencias aplicadas dedicado al control y manipulación de la materia a nivel de átomos y moléculas). Según afirman los investigadores que lo han desarrollado, «si los ensayos de campo que se realizarán este año tienen éxito, el dispositivo podría ponerse en circulación en los países en desarrollo a partir de 2015», según recoge la Comisión Europea en un comunicado. El dispositivo que ha desarrollado el equipo liderado por la Universidad de Londres- St George’s, pretende proporcionar la misma calidad de resultados que los análisis de un laboratorio, pero con unos costes y unos plazos muy inferiores, lo que lo hace idóneo para su uso sobre el terreno. Así, permitirá a los médicos prescribir a los pacientes combinaciones personalizadas de fármacos antipalúdicos.

¿Una vacuna terapéutica?
Tal y como se analiza en el informe La aportación de las vacunas al bienestar social: una visión general, elaborado por la Fundación Gaspar Casal y el Instituto Max Weber con la colaboración de Sanofi Pasteur MSD, reforzar los programas de vacunación e invertir en prevención son las bases para alcanzar un sistema sostenible. Mientras que hasta la fecha, la principal aplicación de las vacunas ha sido la prevención y el tratamiento de enfermedades infecciosas, ahora la tecnología abre además un nuevo campo hacia las vacunas terapéuticas, “como es el caso de las vacunas emergentes contra las drogas de abuso”, apunta Juan del Llano, director de la Fundación Gaspar Casal, quien añade que “las miradas están puestas principalmente en el desarrollo de la vacuna contra el VIH, la malaria o el Alzheimer”.

Malaria asociada al embarazo
Las mujeres embarazadas son especialmente vulnerables a la malaria debido a un tipo particular de patología causado por la aglomeración de los glóbulos rojos infectados con el parásito de la malaria Plasmodium falciparum en la placenta, conduciendo al retraso en el crecimiento y al parto prematuro, que a cambio causan un índice de mortalidad infantil más elevado. Todos los años, la PAM amenaza más de 100 millones de mujeres embarazadas, causando la muerte de un número estimado de 10.000 mujeres y hasta 200.000 bebés. Una proteína llamada var2CSA es la principal candidata para una vacuna contra la PAM y es la base de las vacunas desarrolladas por los tres proyectos. Actualmente para la PAM las únicas estrategias preventivas para mejorar los resultados maternales y fetales incluyen el tratamiento preventivo intermitente (IPT) y mosquiteras tratadas con insecticida. Sin embargo, la resistencia a los fármacos utilizados para el IPT por el parásito y la eficacia menguante de las mosquiteras debido a la resistencia al insecticida en el vector representan mayores amenazas y las vacunas contra la malaria no existen hasta la fecha. La doctora Odile Leroy: «Con estos tres proyectos la EVI se ha convertido en la principal Colaboración de Desarrollo de Producto (Product Development Partnership, en inglés) para promover el desarrollo de vacunas contra la malaria asociada con el embarazo».

Atacar en lugar de protegerse. Ésa podría ser una buena estrategia contra la malaria, a juzgar por los últimos resultados de un ensayo publicado en la revista ‘Science’. Los autores de este trabajo han conseguido modificar a los mosquitos que transmiten la enfermedad para hacerles ‘resistentes’ al parásito responsable del trastorno. Además, también han logrado que esa ‘inmunidad’ se herede en varias generaciones de los insectos, lo que podría ser fundamental para impedir nuevos contagios en humanos.

La clave de esta nueva estrategia la tiene la bacteria ‘Wolbachia’, presente de forma natural en otras especies de insectos. Un equipo dirigido por Zhiyong Xi, de la Universidad de Michigan (EEUU), inyectó la bacteria en ejemplares de mosquitos ‘Anopheles stephensi’, la variedad responsable de la mayor parte de los casos de malaria en el sureste asiático.

Su principal obstáculo era conseguir que la infección por Wolbachia pasara de ser temporal a transmitirse de generación en generación, pero los investigadores consiguieron dar con una cepa -wAlbB- que era capaz de pasar de madres a hijos.

En su experimento, el equipo probó distintos niveles de infección cruzando hembras portadoras con machos libres de la bacteria. Y en absolutamente todos los casos, hasta ocho generaciones de insectos heredaban la ‘protección’ contra el parásito.

En realidad, la bacteria ‘Wolbachia’ actúa como si de una vacuna específica para los mosquitos se tratase. Así, neutraliza al parásito tanto en el intestino, el lugar donde madura, como en las glándulas salivares, desde donde llega a los humanos a través de cada picotazo.

Aunque aún es pronto para sacar conclusiones definitivas, los autores de este trabajo apuntan que la estrategia, que también se ha probado de forma experimental contra enfermedades como el dengue, puede ser muy importante para el control de la malaria.

Una vez que la bacteria se inocula en una población de mosquitos, sólo hay que dejar que la naturaleza siga su curso y los cruces entre ejemplares transmitan la infección, lo que supondría un importante ahorro en costes e infraestructuras.

Con todo, los especialistas reclaman cautela hasta que otras investigaciones ratifiquen cada punto del trabajo. Una de las cosas vitales que deberán dilucidar estos trabajos es si la especie ‘Anopheles gambiae’, la responsable de la mayor parte de las infecciones en África, se comporta de la misma manera con respecto a la bacteria y a su transmisión.

 

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