rutina cosmética para el nuevo año

Nada mejor que el inicio de un nuevo año para “colar”, entre la lista de propósitos, el siguiente: “echarle un ojo a la rutina cosmética, reajustarla, cambiarla y, por qué no, animarme a probar esas tendencias de las que todo el mundo habla”. Y es que, como en toda estrategia de mejora, conseguir una piel sana y un aspecto óptimo es una carrera de fondo de 365 días de duración. 

¿Tu hidratante de toda la vida ha dejado de hacer efecto? ¿no sabes por qué tu piel luce peor en invierno? ¿no consigues un perfume que se adapte a ti? ¿no tienes ni idea de qué es el multitoning o la cosmética híbrida? El balance vital que provoca la perspectiva de tener por delante 12 meses a estrenar ofrece una oportunidad estupenda plantearse “en serio” éstas y otras cuestiones cosméticas que tal vez llevan años sin respuesta. De hecho, detrás de muchas pieles apagadas o con “añadidos” (rojeces, granitos y demás) que no vienen muy a cuento está la falta de una buena planificación de la rutina de cuidados.  

Toca por tanto hacer borrón y cuenta nueva y plantearse propósitos beauty distintos a los de siempre (y, claro, hacer lo posible para cumplirlos). Como dijo Albert Einstein, que no era cosmetólogo, pero sí un hombre muy sabio, “locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”.

Propósitos beauty “ganadores”

Punto de partida: lo primero que hay que tener en cuenta es que la piel no es igual en febrero que en agosto. Por tanto, hay que adaptar las pautas de cuidado y los productos a cada estación. Poner en marcha este propósito en enero hace más fácil coger el “punto” -y el ritmo- a lo largo del año. “Para mantener una piel sana y bonita los 365 días es clave utilizar los cosméticos que necesita en cada momento de forma que se adapte a la temperatura y otras condiciones ambientales”, explica la farmacéutica Ana Torrens, responsable científica de HD Cosmetic Efficiency, quien recuerda que además del “factor climatológico-estacional”, en el cuidado de la piel hay que tener en cuenta su tipología (grasa, seca, mixta o normal) y su estado (sensible, deshidratada, envejecida o intolerante). Este proceso de adaptación supone incorporar una serie de pasos y, por supuesto, seguir la rutina a rajatabla:

  1. Limpieza en profundidad: La limpieza es siempre el primer paso de cualquier rutina (y en cualquier época del año), ya que, como apunta Ana Torrens, “no sólo elimina las impurezas del rostro, sino que también facilita que el resto de los productos actúen con mayor eficacia. La elección de los productos limpiadores debe hacerse en función del tipo de piel: agua micelar para la piel seca, sensible y normal; y espuma para la piel grasa, mixta y sensible. Este paso debe hacerse tanto al levantarse como antes de acostarse”.
  2. Hidratación versus vasoconstricción. Cuando la temperatura ambiente desciende, también lo hace la de la piel, ya que se reduce el aporte de sangre debido a la vasoconstricción producida por el frío. “El caudal de los vasos sanguíneos se reduce para que haya menos superficie por la que perder calor. La piel, por tanto, recibe menos nutrientes y oxígeno, lo que provoca que la renovación cutánea sea deficiente, viéndose también reducida la resistencia de la barrera cutánea”, comenta la experta. A esto hay que unir que, en las zonas de clima húmedo, la baja temperatura provoca que el aire no retenga la humedad y sea muy seco. Cuando esto ocurre, la piel se deshidrata. Para plantar cara a esta situación Ana Torrens aconseja seguir una rutina de cuidado específica frente al frío, enfocada sobre todo a rehidratar la piel, “pero teniendo en cuenta su estado en este momento, ya que no podemos cuidarla igual en invierno, cuando está especialmente deshidratada, que en otras épocas del año. Lo ideal es apostar por activos con alto poder hidratante, como los aminoácidos, el ácido hialurónico y el aceite de jojoba, y también por ingredientes que crean una capa protectora que le proporciona confort y evita la pérdida de agua, como la manteca de karité. En el caso de las pieles sensibles, van muy bien los activos calmantes como el bisabolol o la caléndula”.
  3. Imprescindible: la mascarilla. Según la experta, este cosmético es un “básico-imprescindible”. Hay una amplia variedad entre las que elegir. Torrens recomienda especialmente las de triple acción (oxigenante, detoxificante y exfoliante), que ayudan a limpiar en profundidad, estimulan la regeneración celular y unifican la textura de la piel. “Es suficiente aplicarla una o dos veces por semana, y si se quiere ir más allá, se puede aplicar otra mascarilla de distinto tipo una vez a la semana. Esta estrategia ayuda a compensar la falta de luminosidad de la piel, que es otro de los efectos derivados de la vasoconstricción”. Es recomendable elegir un día a la semana para aplicar ambas mascarillas y, ser posible, hacerlo coincidir con un momento –y un entorno- de relax.  
  4. “Reconciliarse” con la piel corporal. Ana Torrens advierte sobre un error muy habitual en este momento del año: relegar a un papel secundario la piel del cuerpo, esto es, la que no está expuesta, y recomienda tener especial precaución con las duchas calientes “ya que provocan vasodilatación y pérdida de agua transepidérmica, favoreciendo la deshidratación de la piel que, al igual que la del rostro, está más sensible en invierno. El resultado es que se acentúan problemas como la irritación, el picor y la descamación”. La clave para contrarrestar el efecto de la ducha es no extremar la temperatura (mejor tirando a tibia que echando humo) y, sobre todo, no saltarse nunca la hidratación corporal posterior. “Lo ideal es aplicar una loción corporal o crema hidratante inmediatamente después de salir de la ducha, tras secar el exceso de humedad con una toalla”. 

Cosmética “híbrida”: por qué es la mejor elección para 2024

Otra idea de “propósito beauty ganador”, sobre todo para las que viven en modo prisa, es optar por la cosmética híbrida, una tendencia al alza que como explica la farmacéutica Belén Acero, titular de la Farmacia Avenida de América, de Madrid, consiste básicamente en utilizar menos productos, pero de mayor calidad.

Cada vez son más las personas que buscan reducir el número de cosméticos, restando de esta forma el tiempo que le dedican al cuidado de la piel, pero multiplicando la eficacia a través de los principios activos adecuados”. Este concepto es más profundo de lo que puede parecer en un principio, tal y como comenta Belén Acero: “Además de ahorrar dinero a largo plazo, con esta estrategia se reduce el riesgo de sobre estimular la piel con rutinas faciales excesivas y la constante rotación de cosméticos. Es lo que se conoce como overbooking cosmético”.

La clave de esta tendencia es sacar todo el partido a los productos 2 en 1 o multifunción, ya que suponen una estrategia segura para darle a la piel lo que realmente necesita. “Cada vez hay más formulaciones enfrascadas en un 2 en 1 para desmaquillar la piel, por ejemplo, limpiándola y tonificándola en un solo gesto. Incluso existen los técnicos multifunción para aclarar manchas, mejorar la textura irregular o atenuar líneas finas y arrugas, así como serums antiacné, que mantienen los brotes a raya y, a la vez, tratan los signos del envejecimiento”.

Convertirse en una “virtuosa” de este enfoque cosmético es tan sencillo como dedicar un poco de tiempo a seleccionar los productos y, sobre todo, fijarse bien en sus ingredientes y en la forma en la que se puede optimizar su uso.

“La clave de la cosmética híbrida reside en los productos que escogemos y los principios activos que incluyen.  Al igual que debemos llevar una dieta lo más variada posible, es beneficioso usar productos específicos que contengan varios activos para abordar la piel desde distintas perspectivas. Eso sí: siempre hay que seleccionar los más adecuados para el tipo de piel en cada caso”, advierte la experta. 

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Carla Nieto

Venezolana de nacimiento y gallega de corazón. Me licencié en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Desde hace 30 años escribo sobre salud & medicina, nutrición,...