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Frotarse los ojos es un acto reflejo que puede provocar derrames oculares, lesiones en la superficie del ojo o infecciones como conjuntivitis o queratitis, entre otras. La alternativa: parpadear, llevar siempre encima lágrimas artificiales o lavarnos las manos con frecuencia.
Frotarse los ojos un acto reflejo que implica riesgos para la salud visual. Aunque pueda producir un alivio momentáneo o un descanso para la vista tras una exposición prolongada a pantallas, lo cierto es que frotarse los ojos puede provocar lesiones de gran calado. Para evitar los riesgos que conlleva esta práctica, el doctor Llovet recomienda implementar en el día a día, ciertas rutinas como lavarse las manos de manera regular, parpadear abundantemente o en caso de tener una mayor molestia, hacer uso de lágrimas artificiales para favorecer una correcta lubricación y humectación del ojo.
¿Por qué nos frotamos los ojos?
Una de las causas más comunes por las que nos frotamos los ojos de manera instantánea, es la falta de lubricación natural que da lugar a una sensación de ojo seco y que en algunos casos puede resultar muy incómoda. También para reducir las molestias provocadas por el el uso excesivo de pantallas o para aliviar la sensación de picor que aparece ante distintas alergias recurrimos a esta práctica dañina. Según el doctor Fernando Llovet, oftalmólogo y cofundador de Clínica Baviera, el problema es que “cuando nos frotamos los ojos, lo hacemos con las manos, los dedos o incluso los nudillos convirtiéndose en una vía de transmisión de posibles agentes infecciosos además de poder dañar la córnea y dar lugar a la aparición de lesiones en su superficie”. Según Llovet, estos son los problemas a los que puede dar lugar esta práctica:
- Derrames oculares. Romper alguno de los capilares que riegan el tejido es una de las consecuencias más comunes cuando nos llevamos las manos a los ojos y frotamos. Esto, provoca un enrojecimiento de la esclera (la parte blanca del ojo) y, además, puede llegar a producir un derrame ocular que aparecerá como una mancha roja en el ojo.
- Lesiones en la superficie del ojo. Aunque toquemos nuestros ojos suavemente y con delicadeza, en la superficie de estos puede ocultarse algún cuerpo extraño como arena, polvo o incluso una pestaña propia. Al ejercer presión se corre el riesgo de raspar la superficie del propio ojo y nuestra córnea, o nuestro ojo a nivel general, puede verse dañado.
- Infecciones como la conjuntivitis y la queratitis. Uno de los principales problemas que aparecen al frotar los ojos son las infecciones. Sin darnos cuenta, llevamos a la superficie del ojo, párpado y a la piel de alrededor, los gérmenes que tenemos en las manos. Estos, al tener una protección inferior a otras zonas del cuerpo, pueden infectarse fácilmente y derivar en problemas tan comunes como la conjuntivitis.
- Problemas estéticos: la piel de los párpados y de las zonas cercanas al ojo es muy fina y sensible a este tipo de presiones y puede favorecer la aparición de arrugas alrededor de los ojos (arrugas perioculares).
- Queratocono. En los casos más graves, cuando se produce un frotamiento excesivo de los ojos, la presión que se ejerce sobre ellos también puede derivar en lo que se conoce como queratocono, una deformación de la superficie ocular, y en concreto, de la córnea, a la que hay que poner remedio cuanto antes, ya que esta enfermedad puede derivar en otros problemas de visión importantes.