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Si hay un mes bienintencionado, este es septiembre. La vuelta al cole y al trabajo traen consigo toda una declaración de intenciones en la que el deporte encabeza la lista. De la mano de la FEC, te orientamos sobre cuáles son los más saludables para el corazón.
Todo el mundo lo tiene más que claro, meridiano: en septiembre, el objetivo estrella es hacer deporte, sea del tipo que sea. Pero en el aire queda la pregunta: ¿cuál es el que más me conviene? ¿cuál es el menos perjudicial para el corazón? ¿existen estudios que aconsejen uno u otro en función de la edad, el sexo o la disposición anatómica? Según la Fundación Española del Corazón (FEC, aunque no hay ningún deporte que sea realmente perjudicial y los efectos beneficiosos o el riesgo están en función del volumen y la intensidad a que uno los practique, son los deportes aeróbicos los que más ayudan a fortalecer el corazón, reducir la presión arterial y prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Intensidad y volumen:
el secreto del beneficio
Según la clasificación de Mitchell, publicada en Journal of the American College of Cardiology, los deportes se clasifican en función de la cantidad de oxígeno consumido (componente dinámico) y del porcentaje de fuerza máxima utilizada en su realización (componente estático). Así, los deportes se clasifican en tres grados diferentes: alto, moderado o bajo, en función del consumo de oxígeno que se desarrolla durante la actividad física (componente dinámico), y la contracción de fuerza realizada durante la actividad (componente estático). Teniendo en cuenta los estudios que destacan que los beneficios cardiovasculares del deporte dependen de la intensidad y el volumen al que se practique, es importante tener conciencia ambos factores cuando se practica un deporte, puesto que éstos pueden tener efectos beneficiosos para el corazón o, contrariamente, suponer un riesgo cardiovascular.
Así según la doctora Araceli Boraita, cardióloga del Centro de Medicina del Deporte, “los deportes con mayor riesgo cardiovascular son aquellos que tienen un alto componente dinámico y un alto componente estático. Eso quiere decir que durante el entrenamiento y sobre todo, durante la competición, se utiliza más del 70% del consumo máximo de oxígeno del individuo. En cuanto a la fuerza, el componente estático, se requiere más del 50% de una contracción voluntaria máxima”. Ejemplos de este tipo de deporte que requieren un grado de esfuerzo alto son el triatlón, el patinaje de velocidad, el ciclismo, el remo o el boxeo.
Por otro lado, el golf, el billar, los bolos o el tiro olímpico son deportes que suponen un menor riesgo cardiovascular, puesto que tienen un bajo componente tanto dinámico como estático y, por lo tanto, son deportes que dependen más de la técnica empleada que del esfuerzo físico. “Hay que tener en cuenta que el gasto básico de oxígeno consumido en la vida cotidiana es de un 40% del consumo máximo. Por lo tanto, los deportes que exigen menos de un 40% del consumo máximo de oxígeno y menos de un 20% de lo que sería una contracción voluntaria máxima son los que no suponen ningún riesgo”, afirma la Dra. Boraita.
Por último, la experta nos aclara que “realmente, si uno está sano, se prepara y hace un pre-acondicionamiento, los deportes que mejor favorecen la salud cardiovascular son los que tienen un alto componente dinámico y un bajo componente estático. No es lo mismo un profesional que un aficionado, pero la carrera a larga distancia, el tenis o el fútbol serían claros.
Siempre progresivo y adaptado
Llevar a cabo un ejercicio que está por encima de nuestras posibilidades puede tener consecuencias irreversibles. En este sentido, la FEC destaca la importancia de ser conscientes de las posibilidades que tiene nuestro corazón, sobre todo en aquellas personas que no están preparadas o habituadas a realizar ejercicio físico. “Cuando se hace un ejercicio muy intenso, se altera la coagulación perdiéndose el efecto fibrinolítico del ejercicio moderado, además las plaquetas se agregan más existiendo un efecto trombótico y microtrombótico. Se pueden producir microtrombos, no sólo a nivel cerebral, sino también a nivel miocárdico, generando accidentes cerebrovasculares y accidentes isquémicos agudos que pueden derivar en una arritmia ventricular y, como consecuencia, producirse una muerte súbita”, alerta la doctora Boraita.
En este sentido, hay que tener en cuenta que las personas deportistas, sobre todo profesionales que han realizado durante muchos años ejercicio aeróbico con alto componente dinámico y a alta intensidad, pueden sufrir adaptaciones cardíacas como, por ejemplo, la dilatación de las cavidades cardíacas auriculares, que con los años, pueden favorecer el desarrollo de arritmias supraventriculares.