El zapato ideal
Elegir el calzado adecuado es clave para prevenir dolores, deformidades y problemas de postura. Aquí te explicamos cómo seleccionar el zapato perfecto y cuidar tus pies.
¿Quién no ha sentido alguna vez un flechazo por los zapatos de un escaparate? Pues este tonto capricho puede acabar dando más de un problema de salud. Elegir un calzado inadecuado por su diseño o por la talla puede desencadenar dolores, deformidades y afecciones que trascienden los pies, afectando a la postura y a la columna vertebral.
Recuerda que tus pies son la base de cada paso que das, y cuidarlos es cuidar todo el cuerpo: cualquier desajuste o dolor en esta zona puede tener consecuencias más allá del pie. Así, unas sandalias sin soporte adecuado para el arco pueden alterar la forma de caminar y provocar molestias en pies, tobillos y espalda; y unos tacones altos se asocian a condiciones como juanetes, metatarsalgias y dedos en garra, además de incrementar la presión sobre el antepié a niveles insostenibles.
Consecuencias del calzado incorrecto
- Rozaduras y ampollas: causadas por tallas incorrectas o materiales rígidos.
- Deformidades como juanetes o dedos en martillo: resultado de la presión excesiva o falta de espacio en la puntera.
- Problemas de postura y dolor de espalda derivados de una distribución inadecuada del peso corporal.
- Los tacones superiores a cinco centímetros pueden modificar la estructura ósea y muscular del pie, y su uso prolongado incrementa la incidencia de intervenciones quirúrgicas por juanetes, asegura el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos.
¿Cómo elegir el zapato ideal?
- Soporte y ajuste: el zapato debe sostener bien el pie, especialmente en el arco y el talón. Cordones, velcro y contrafuertes rígidos en la parte trasera ayudan a prevenir movimientos no deseados.
- Materiales naturales: la piel y otros materiales transpirables evitan la sudoración excesiva y el desarrollo de hongos.
- Punteras amplias: aseguran que los dedos no queden apretados y puedan moverse con libertad.
- Flexibilidad en la suela: una suela que permita el movimiento natural del pie sin deformarse es clave para un buen soporte.
- Altura moderada del tacón: una cuña o tacón corrido de no más de cinco centímetros ofrece estabilidad sin comprometer la salud del pie.
Los expertos en podología recalcan que un zapato saludable debe tener soporte ortopédico, amortiguación adecuada y ajustarse bien al pie. Asimismo, es crucial que el material sea de calidad, garantizando el confort y la funcionalidad.
Además del calzado, es recomendable seguir unos cuidados básicos para mantener los pies en perfecto estado: aplicar crema hidratante evita talones agrietados y piel seca, y para prevenir tensiones en la fascia plantar es recomendable realizar ejercicios de estiramiento y aplicar masajes en la zona. Cambiar a menudo de calzado también es esencial, ya que utilizar el mismo par a diario aumenta el riesgo de estrés repetitivo en el pie.