El impétigo es una infección de la piel muy común y contagiosa que afecta principalmente a bebés y niños. Se manifiesta en forma de ampollas o úlceras que aparecen generalmente en la cara, manos y pies o zona del pañal.

Esta infección de la piel causada por bacterias (estafilococo y estreptococo) suele aparecer principalmente en niños de entre 2 y 6 años. Se contagia al entrar en contacto con una persona infectada o a través de la ropa u objetos que esta haya utilizado, como sábanas, toallas o juguetes.

Si el niño ya presenta un problema cutáneo, un eccema, cortes o rasguños o una picadura de insectos, será más más propenso a desarrollar impétigo, ya que será más fácil que las bacterias atraviesen la barrera cutánea a través de estas lesiones. Por ello, es muy importante que, como prevención, se laven bien las manos y la cara. El impétigo se contagia fácilmente si el tiempo es caluroso y húmedo, en lugares concurridos como colegios y guarderías y en actividades que impliquen un contacto piel con piel, como ciertos deportes o juegos.

Puede afectar a la piel de cualquier parte del cuerpo, pero es más frecuente en la zona que rodea la nariz y la boca, en las manos y antebrazos y, en los niños pequeños, en la zona del pañal. Puede causar dolor leve y también picazón lo que puede provocar que al rascarse y tocarse otra parte del cuerpo la infección se extienda.

Impétigo, ¿qué aspecto tiene?

  • El impétigo aparece en forma de llagas rojas que acaban reventándose, supuran durante algunos días y finalmente provocan costras color miel. Es el impétigo “no ampolloso”, la forma más común y por lo general más leve.
  • Una forma menos frecuente de la afección denominada “impétigo ampolloso” causa unas ampollas de mayor tamaño, generalmente en el tronco, llenas de un líquido transparente que luego se vuelve turbio.
  • Más grave es el impétigo denominado “ectima” ya que penetra en capas más profundas de la piel. Produce llagas dolorosas que se transforman en úlceras con costras amarillas y bordes rojos.

¿Cómo se trata?

Generalmente no es peligroso y cuando la infección es leve las llagas se curan sin dejar cicatrices. Si el médico lo considera recetará antibióticos, ya sea en forma de pomada o de medicamento oral. Es recomendable lavar la piel con delicadeza con una gasa limpia y antiséptico todos los días. Si existen costras se pueden poner en remojo en agua tibia con jabón para ayudar a eliminarlas. Otras recomendaciones incluyen cubrir las áreas de piel infectadas con gasa para impedir que el impétigo se extienda a otras partes del cuerpo, mantener las uñas del niño bien cortas y limpias, lavar frecuentemente la ropa y utensilios de la persona infectada y evitar que las comparta, y permanecer en casa para impedir el contagio.

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Redacción Consejos

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