Los alérgicos, expectantes
Son muchas las variables que pueden determinar una temporada alérgica más o menos agresiva, y la sequía es una de ellas.
Se sabe que el cambio climático está exacerbando muchas patologías respiratorias como el asma y las alergias respiratorias: la sequía y el aumento de las temperaturas traen como consecuencia períodos más largos de polinización y de exposición al polen que prolongan el calvario de las personas con alergia.
Para los alérgicos, la llegada de la primavera (que cada año se adelanta más) es un “melón por catar”, en función de las condiciones climatológicas que se hayan venido dando durante el año. De hecho, son muchas las variables que pueden determinar una temporada alérgica más o menos agresiva, y la sequía es una de ellas. “Si antes las alergias empezaban en febrero o marzo y el paciente estaba dos meses con sintomatología, ahora, debido a los largos períodos de sequía y al aumento de las temperaturas que ha traído consigo el cambio climático, los síntomas pueden durar hasta cuatro, cinco o incluso seis meses”, afirma Ignacio Dávila, presidente de Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Ello se debe a dos causas directamente relacionadas con el cambio climático: el mayor número de pólenes existentes en la atmósfera y el mayor período de polinización, por lo que los pacientes con asma y con alergia a estos componentes van a tener más sintomatología y van a estar más expuestos durante más tiempo, lo que repercute directamente en el tiempo que duren los síntomas. Todo ello también ha traído consigo una multiplicidad de alérgenos a los que nuestro cuerpo reacciona y que ha dado como resultado un aumento de pacientes multialérgicos, es decir, con alergia a diferentes pólenes.
El “instinto de supervivencia” de los pólenes
El doctor Javier Montoro, coordinador de la Comisión de Alergia y Cambio Climático de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) explica además cómo «el impacto ambiental es lo que convierte a los pólenes en sustancias más agresivas desde un punto de vista alérgico”, y cómo todo viene por la “necesidad de sobrevivir” de la propia planta, de su instinto de supervivencia. «El polen es un medio de reproducción; si hay algo que pueda alterar ese medio de reproducción, la planta elabora mecanismos defensivos para crear una mayor resistencia polínica y poder seguir reproduciéndose”, explica el experto. Y precisamente, «las proteínas modificadas para hacerse más resistente son las que al paciente alérgico le hacen más daño en sus vías respiratorias, causándole rinitis y asma más intensos por el polen que respiran», concluye.
Efectos del cambio climático y la falta de lluvia
- Según explican desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), el aumento de la temperatura media global de la tierra de 1º C en los últimos 100 años se debe al incremento de los gases con efecto invernadero, en concreto el CO2 procedente de la utilización de derivados del petróleo, y que no es absorbido adecuadamente por los árboles. Este ascenso de la temperatura ocasiona un adelanto en la floración y como consecuencia un incremento del periodo de exposición a los pólenes. A la contaminación, hay que sumarle la sequía que existe actualmente en España.
- La falta de lluvia evita el efecto limpiador de la atmósfera y reduce también la capacidad de las plantas para producir oxígeno y filtrar el aire. Esto produce un aumento en la concentración de partículas en suspensión que irritan las vías respiratorias y desencadenan o empeoran enfermedades como el asma o la bronquitis.
- Además, según explica el doctor Javier Montoro, “sabemos que existen ciertos contaminantes en el ambiente que por sí mismos producen una inflamación de la vía respiratoria, muy similar a la vía alergénica, y que, al parecer, pueden modificar la estructura de los alérgenos que conocemos volviéndolos más agresivos”. Un ejemplo de ello son los cambios efectuados en la proteína del pino a raíz de la contaminación y gases tóxicos generados por la erupción volcánica en La Palma, que está provocando una sintomatología mucho más agresiva en los pacientes alérgicos.
- La falta de agua dificulta la higiene y el saneamiento y puede dar lugar a la propagación de enfermedades respiratorias infecciosas como la legionelosis, sobre todo a través de los aires acondicionados y las calefacciones.
Síntomas de la alergia
- Conjuntivitis alérgica, que incluye lagrimeo, picor o quemazón, enrojecimiento de los ojos, sensación de cuerpo extraño y/o sensibilidad a la luz o fotofobia.
- Tos seca.
- Dificultad respiratoria.
- Congestión nasal.
- Estornudos.
¿Qué podemos hacer?
- Las personas con asma, rinitis y/o conjuntivitis deben ir al alergólogo y consultar la posibilidad de vacunarse con la vacuna de la alergia.
- Consultar la página habilitada por la SEAIC www.polenes.com para conocer cuál es la concentración de granos de polen en cada zona de España.
- Disminuir las actividades al aire libre y evitar salir a la calle durante las horas de máxima polinización. De 5 a 10 de la mañana (emisión de pólenes) y de 7 a 10 de la tarde (periodo de descenso del polen de la atmósfera al enfriarse el aire).
- Nunca ventilar la casa antes de las 10 de la mañana, manteniendo el resto del día todas las ventanas cerradas.
- Utilizar mascarilla en exteriores y gafas de sol. En interiores utilizar filtros de aire y aire acondicionado con circuito cerrado.
- Durante la época de polinización, evitar cortar el césped y labores de jardinería, así como ir de excursión al campo y a los parques, sobre todo en días de viento.
- Evitar tocarse los ojos y mantener una correcta limpieza de manos.
- No ingerir miel ni manzanilla ni productos derivados del polen.
- En días de mucha concentración de polen, lavarse el pelo antes de acostarse y hacer lavados nasales con el fin de arrastrar el polen de las mucosas.
- Secar la ropa en secadora.
- En caso de viajar, mantener las ventanillas del coche cerradas.