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Un dolor de garganta “serio” requiere de un tratamiento minucioso para el que es imprescindible identificar su localización y su sintomatología. Te enseñamos a distinguir una faringitis de una amigdalitis y te orientamos para que puedas elegir la mejor solución con conocimiento de causa y con la ayuda de tu farmacéutico.
Aunque, salvo en el caso de la laringitis (inflamación de la caja de voz en la que se encuentran las cuerdas vocales), el dolor de garganta normalmente se produzca en la faringe (una víscera que se extiende desde base de cráneo hasta el esófago y la vía de entrada de infecciones al organismo en general), no todo dolor de garganta es igual a otro ni está producido por la misma causa. En todos los casos existe una inflamación, bien difusa si afecta a toda la faringe (faringitis), bien limitada a una zona faríngea como las amígdalas (amigdalitis).
En invierno, lo más común es que el dolor de garganta se deba a una faringitis catarral aguda, una inflamación superficial y difusa que suele estar ocasionada por virus de la familia de los rhinovirus, coronavirus, adenovirus, influenzae, parainfluenzae, etc., y en menor proporción por bacterias (estreptococo, estafilococos, neumococos) e incluso hongos y levaduras. Los virus representan la causa más frecuente y el dolor de garganta suele cursar en brotes epidémicos asociados a factores como el frío, la humedad, la polución, el ambiente seco y el estrés.
Las otorrinolaringológicas son una de las consultas más frecuentes en la oficina de farmacia y la ORL es una de las materias en las que el farmacéutico se forma constantemente.
La cara y la cruz
- Faringitis aguda: aparece bruscamente y se caracteriza por una fuerte sequedad y constricción faríngea, además de quemazón, disfagia y carraspeo. También pueden aparecer fiebre, escalofríos y dolor de cabeza en los casos más graves.
Cómo tratarla: como su origen es casi siempre viral, se suele tratar con antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y reposo de la voz, curándose de forma espontánea en unos días. En cuanto a las de origen bacteriano, representan aproximadamente el 30% del total y se deben al estreptococo pyogenes. Ante la sospecha de origen bacteriano el médico puede prescribir además un antibiótico.
- Amigdalitis aguda: es la inflamación aguda de las amígdalas palatinas de origen normalmente infeccioso. Normalmente produce malestar general, dolor de garganta, odinofagia, fiebre, cefalea, mialgias, náuseas, vómitos, diarrea y falta de apetito. Los dos cuadros clínicos típicos de la amigdalitis son angina eritematopultacea (bacteriana) o angina roja banal (vírica). Se pueden palpar ganglios cervicales, fundamentalmente en los procesos bacterianos.
Cómo tratarla: aunque los virus son responsables de más del 50 % de amigdalitis, los microorganismos bacterianos representan entre el 30-40% de los cuadros y suelen ser estreptococos, neumococos, estafilococos, Haemophylus influenzae y Corinebacterium. El tratamiento es sintomático (analgésicos y antipiréticos clásicos como paracetamol, antiinflamatorios, antisépticos locales) y en caso de sospecha de infección bacteriana se deben emplear siempre antibióticos.
- Faringoamigdalitis: se caracteriza por dolor de garganta, disfagia (dificultad para tragar), hipertermia (fiebre), adenopatías (aumento de tamaño o inflamación de los nódulos linfáticos) o inflamaciones cervicales asociados a síntomas más inespecíficos como náuseas, vómitos, cefalea (dolor de cabeza). En ocasiones, también puede producir dolor abdominal.
Lo que hay que hacer
- Seguir una dieta sana y equilibrada que aporte nutrientes ricos en vitaminas y minerales que fortalezcan el sistema inmunológico. También conviene ingerir alimentos de consistencia blanda, restringir la sal y el ácido úrico y evitar las comidas muy calientes y/o picantes.
- Abandonar el consumo de tabaco y de alcohol, que irritan la faringe y la laringe, debilitan sus mucosas y las vuelve más vulnerables al ataque de agentes infecciosos.
- Beber mucho líquido para mantener una buena hidratación, lo cual facilita la eliminación de gérmenes, además de proteger la mucosa frente a los agentes patógenos.
- Taparse la boca con un pañuelo desechable al estornudar o toser, lavarse las manos con frecuencia y no compartir utensilios para prevenir contagios.
- Ventilar las habitaciones adecuadamente y evitar los cambios bruscos de temperatura.
- Descansar correctamente y no forzar la voz.
- Utilizar antibióticos únicamente en caso de que el médico los haya prescrito. El uso de antibióticos sin prescripción médica aumenta las resistencias bacterianas a los antibióticos. Nunca hay que tomar antibióticos en caso de virus.
- Evitar el estrés: que reduce las defensas y debilita la garganta, volviéndola más vulnerable a los procesos infecciosos.
- Evitar factores contaminantes como la polución y los vapores irritantes.
- Realizar lavados nasales y gargarismos alcalinos puede ser útil para aliviar el dolor y desprender lesiones costrosas de la faringe.
Ante las primeras molestias… alíviate con ayuda de tu farmacéutico
A la hora de atajar las molestias leves de garganta y evitar que vaya a más, en la farmacia puedes encontrar ayudas que te alivien como:
- Comprimidos o pastillas para chupar. Son muy buenos los complementos a base de equinaccea, salvia, propolis y jalea real. Eso sí, hay que evitar la menta, el eucalipto, el mentol y el regaliz, ya que producen sequedad e irritación faríngea. En cambio, los alimentos que favorecen la secreción de saliva, como los cítricos, o que suavicen, como la miel, están muy indicados para las molestias leves de garganta.
- Colutorios. Ejercen una acción local que actúan sobre la mucosa oral, en el caso de utilizarlos como enjuagues y sobre la mucosa faríngea si se utilizan como gargarismos.
- Aerosoles. Tienen una fase interna líquida y una fase externa gaseosa que permiten la nebulización del principio activo. Son muy útiles para los niños es difícil conseguir que hagan gargarismos.
- Sprays bucofaríngeos. Tienen un efecto local directo sobre la zona donde se producen las molestias.