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¿Duermes con alguien que se despierta gritando durante la noche? ¿Te levantas cansado como si hubieras tenido una pelea? ¿Tu hijo al dormirse tiene espasmos o hace sonidos guturales? Tranquilo, aunque son conductas aparatosas que pueden llegar a preocupar, obedecen a trastornos benignos que afectan al sueño en sus distintas fases, pero que ceden al despertar y no revisten gravedad.
Este tipo de conductas que interfieren en el sueño se conocen como parasomnias, y aunque pueden perpetuarse en la edad adulta, lo más normal es que se produzcan durante la infancia y desaparezcan en la adolescencia. Las pesadillas y los terrores nocturnos se engloban dentro de estos trastornos, al igual que el bruxismo (costumbre de chirriar los dientes durante la noche), pero hoy ponemos el foco en otras conductas de las que probablemente nunca hayas oído hablar y que hacen pensar en la cama como en un “teatro de variedades”.
El sueño en 6 actos
- Emisión de sonidos verbales sin significado o somliloquios: más frecuente en varones, esta parasomnia puede presentarse a cualquier edad. Según explican desde el Instituto del Sueño, cuando el problema se mantiene hasta la edad adulta suele estar asociado con situaciones de estrés, episodios de fiebre y otros trastornos de sueño.
Qué hacer: No existe un tratamiento específico, aunque lo recomendable es evitar en la medida de lo posible el estrés que lo desencadena. - Escenificación de sueños violentos, con movimientos abigarrados: se le conoce como trastorno durante el sueño REM y suele aparecer a la hora y media de comenzar el sueño, pudiendo presentarse varios episodios a lo largo de la noche. Es más frecuente en hombres y suele aparecer después de los 60 años, aunque puede presentarse a cualquier edad.
Qué hacer: Debido a las graves consecuencias que puede ocasionar (autolesiones y lesiones a la pareja), es importante acudir a un especialista para su evaluación y seguimiento, ya que en ocasiones pueden ser el preludio de una enfermedad neurológica. - Parálisis del sueño: es quizás el trastorno de conducta que más “impone” y asusta, ya que se caracteriza por un “bloqueo” en el que durante unos minutos la persona no puede mover ninguna parte de su cuerpo, excepto los ojos y el diafragma al respirar.
Qué hacer: Los expertos del Instituto del Sueño recomiendan no perder el control, ya que pasados de 1 a 3 minutos la situación revierte por completo y cede sin consecuencias. También suele desaparecer espontáneamente si alguien te toca, siendo más frecuente en trabajadores a turnos o en personas que sufren jet-lag con cierta frecuencia. - Trastornos de balanceo: son movimientos rítmicos que se dan durante el sueño, normalmente bruscos y repetitivos de distintas partes del cuerpo, y que a menudo se acompañan de sonidos guturales. Afectan fundamentalmente a los niños y se suelen producir en la transición entre la vigilia y el sueño. No suelen durar más de 15 minutos.
Qué hacer: La presencia de movimientos rítmicos no está relacionada con alteraciones neuropsiquiátricas, produciéndose con frecuencia en niños física y neurológicamente normales. Si estos movimientos persisten hasta la infancia tardía o adolescencia, hay que descartar cualquier tipo de problema neurológico o psicológico que conviene evaluar. - Contracciones involuntarias bruscas y breves de los músculos: llamadas mioclonías hípnicas, afectan principalmente a las piernas, aunque pueden observarse en los brazos e incluso en la cabeza. Aparecen con el adormecimiento y no tienen significación clínica.
Qué hacer: al estar relacionados con la ingesta de nicotina, cafeína, ejercicio intenso y estrés, hay que evitar todos estos factores estimulantes desencadenantes y realizar medidas conductuales. Raramente es necesaria medicación para su tratamiento. - Despertares confusos: a lo largo de la noche, con más frecuencia cuando el sueño es profundo, la persona (sobre todo niños) se despierta de manera brusca, confusa, y sufre desorientación respecto al tiempo y el espacio. Desde el Instituto del Sueño explican que el comportamiento suele ser inapropiado, con malentendidos y errores de lógica.
Qué hacer: en principio no hay que dar importancia a estos hechos, que suelen desaparecer con el tiempo, pero sí se debe evitar factores precipitantes como estimulantes, depresores del sistema nervioso central o estrés. - Sonambulismo: es un trastorno que provoca despertares durante los que la persona puede realizar acciones sencillas como sentarse en la cama, o más elaboradas como andar por la casa, intentar abrir la puerta de la calle, etc. Al desarrollarse en el primer tercio de la noche (Fases III y IV), la persona sonámbula no responde ante estímulos externos y presenta dificultad para despertarse ante los intentos de los demás. Es frecuente en la infancia y tiende a desaparecer en la adolescencia, aunque también se puede darse en adultos.
Qué hacer: lo ideal es acompañarla a la cama sin despertarla, ya que si se despierta se encontrará confundida. Al día siguiente no recuerdan el episodio.
Es recomendable adoptar medidas de precaución para evitar accidentes, así como evitar objetos peligrosos en la habitación y cerrar puertas y ventanas. En los casos severos puede ser precisa alguna medicación.