adicción a Internet

 

Las llamadas “adicciones comportamentales” son una serie de trastornos mentales vinculados a actividades humanas, a menudo placenteras, y que no están relacionadas con la ingesta de sustancias químicas tales como juego patológico, compras compulsivas, adicción a Internet o a las pantallas de dispositivos.

En este sentido, el juego patológico «es entre dos y cuatro veces más frecuente en jóvenes de entre 12 y 17 años que en adultos, con un riesgo añadido en esos adolescentes del 10-14% de desarrollar una adicción al juego en la vida adulta”, explica el Dr. Ignacio Basurte, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), en el marco del I Congreso Mundial de la World Association of Dual Disorders (WADD) y el V Congreso Internacional de la SEPD.

“La persona adicta muestra una dependencia psicológica de la conducta de la que es adicto pensando continuamente en ella, perdiendo interés por otras actividades que antes eran gratificantes, y comenzando a tener graves problemas en la vida cotidiana”, afirma el Dr. Enrique Echeburúa. Catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco (España). Sin embargo, según los especialistas, la prevalencia del uso problemático de Internet en adolescentes es más difícil de determinar que la del juego patológico. El principal problema de las adicciones comportamentales, a diferencia de las adicciones a sustancias, es que el componente objeto de las mismas puede formar parte necesaria de la vida diaria y del trabajo de las personas, como el caso de la adicción a Internet, siendo difícil distinguir entre ese uso y una verdadera adicción.

Redes sociales y pérdida de control

Las adicciones asociadas a la necesidad de estar conectados a Internet incluyen todas sus modalidades, desde juegos en línea, pornoadicción hasta redes sociales. Pero, “una cosa es el mal uso de las redes y otra la adicción a Internet”, puntualiza el Dr. Echeburúa, a la vez que añade que hay adicción cuando el uso de las redes sociales supone una pérdida de control, una absorción a nivel mental y hay una interferencia grave en la vida cotidiana (a nivel escolar, familiar o social) de la persona afectada. “Más que el número de horas conectado a la red, lo determinante es el grado de interferencia en la vida cotidiana”, continúa. Según este especialista, “el abuso de las redes sociales virtuales puede facilitar el aislamiento, el bajo rendimiento, el desinterés por otros temas, los trastornos de conducta y el quebranto económico (los videojuegos), así como el sedentarismo y la obesidad”. Estas personas buscan, tal y como apunta el doctor, “ser visibles ante los demás, reafirmar la identidad ante el grupo. La persona muestra un ansia por las redes sociales y se produce un flujo de transrealidad que recuerda a la experiencia de las drogas”.

“Existe también un riesgo a crear una identidad ficticia, potenciada por un factor de autoengaño. Se facilita la confusión entre lo íntimo, lo privado y lo público y se fomentan conductas histriónicas y narcisistas, cuando no deformadoras de la realidad”, afirma. Las principales señales de alarma que denotan la conversión de una “afición” en una adicción a Internet son:

1.    Privarse de sueño (<5 horas) para estar conectado a la red, a la que se dedica unos tiempos de conexión anormalmente altos.

2.    Descuidar otras actividades importantes, como el contacto con la familia, las relaciones sociales, el estudio o el cuidado de la salud.

3.    Recibir quejas en relación con el uso de la red de alguien cercano, como los padres o los hermanos.

4.    Pensar en la red constantemente, incluso cuando no se está conectado a ella y sentirse irritado excesivamente cuando la conexión falla o resulta muy lenta.

5.    Intentar limitar el tiempo de conexión, pero sin conseguirlo, y perder la noción del tiempo.

6.    Mentir sobre el tiempo real que se está conectado.

7.    Aislarse socialmente, mostrarse irritable y bajar el rendimiento en los estudios.

8.    Sentir una euforia y activación anómalas cuando se está delante del ordenador.



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María José Merino

María José Merino

Sevillana de adopción y Granadina de nacimiento y de corazón, donde no dudo en escaparme cada vez que puedo. Licenciada en periodismo por la Universidad de Navarra, trabajé durante la carrera en los...