El trastorno de compras compulsivas (TCC) también conocido como oniomanía o Síndrome del comprador compulsivo es un trastorno caracteriado por una falta de control de los impulsos que lleva a quien lo padece a adquirir cosas superfluas de manera compulsiva. Los expertos recuerdan que el black friday y las grandes plataformas que operan en internet y que permiten tener en casa el producto de un día para otro, suponen un verdadero peligro para estas personas, y recomiendan aumentar la vigilancia y estar alerta.

Las personas que lo padecen sienten la necesidad irrefrenable de comprar y vuelcan sus expectativas en el consumo material, del que obtienen un placer momentáneo, seguido de un arrepentimiento y un sentimiento de culpa por haber gastado dinero.

En ese proceso son frecuentes la irritabilidad y los cambios de humor, al igual que ocurre en otras adicciones como la ludopatía (adicción a los juegos) o la cleptomanía (adicción a robar), que comparten el mismo denominador común: la falta de control de los impulsos.

La insatisfacción promueve una ansiedad general por consumir que sólo vuelve a superarse con una nueva compra, que a su vez vuelve a generar arrepentimiento, en un círculo vicioso del que es muy difícil salir, y que, a la larga, genera graves consecuencias a medio y largo plazo, como problemas económicos, laborales, sociales y familiares, ya que los intentos por controlar gastos fracasan una y otra vez.

Las edades más afectadas por este trastorno se sitúan en torno a los 18 y 30 años y se da con mayor frecuencia en mujeres que en hombres. En general, las mujeres que padecen este trastorno suelen ser adictas a la compra compulsiva de ropa, zapatos, maquillaje, complementos, mientras que los hombres son más proclives a adquirir aparatos electrónicos, nuevas tecnologías, material deportivo

Factores de riesgo

Según los expertos, aunque este problema viene propiciado por una sociedad cada día más hedonista que bombardea con mensajes que invitan al consumo sin control y que tiene a la tecnología como aliada, es cierto que una sociedad consumista por sí misma no nos convierte en compradores compulsivos.

La predisposición genética, en cambio, sí parece tener un papel en la aparición de este problema, que a menudo se da en personas que padecen trastornos psiquiátricos, como ansiedad, alteraciones del estado de ánimo, depresión, trastornos obsesivos compulsivos, de la alimentación u otro tipo de adicciones.

Suele darse también en personas con baja autoestima, que buscan la aceptación social siguiendo las modas y adquiriendo objetos de valor. El estrés, la soledad y el vacío personal pueden ser factores agravantes, puesto que, para estas personas, comprar sin límites es una forma de evadirse de la sensación de frustración y ansiedad que producen los problemas de la vida no resueltos. La combinación de terapia psicológica y psiquiátrica suele ser necesaria para superar este trastorno.

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Redacción Consejos

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