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Una succión poco efectiva, propia de bebés prematuros o “dormilones”, la presencia de frenillo corto y/o un mal agarre por una posición inadecuada o una mala técnica de amamantamiento, pueden hacer que la producción de leche materna descienda de manera temporal (hipogalactia) y repercuta en la decisión materna de dejar de dar el pecho.
Se trata de una decisión que a menudo viene cargada de culpa, pero que en absoluto tiene que apesadumbrar a las madres, que encontrarán en la leche de fórmula alternativas perfectamente viables y recomendables para su bebé.
En otras ocasiones, la elección de “no dar el pecho” desde el primer momento, aunque es perfectamente válida y muchas mujeres se decantan por ella, a menudo se cuestiona y se somete al juicio del mundo que rodea a las nuevas mamás, generando en ellas frustración y sentimiento de culpa. Sin embargo, es una elección respetable, a menudo fruto de una mala experiencia dando el pecho al primer hijo o simplemente por la decisión de querer “compartir” tareas y biberones.
Por último, existen casos en los que la decisión de no amamantar viene impuesta por la propia naturaleza, como en el caso de que el recién nacido presente alguna enfermedad como la galactosemia, (un trastorno metabólico raro en el que el organismo no puede digerir el azúcar galactosa), la fenilcetonuria o la enfermedad de la orina con olor a jarabe de arce, dos defectos en el metabolismo de los aminoácidos cuyo tratamiento es básicamente dietético. También hay casos en los que problemas maternos como una desnutrición grave, ser seropositiva, estar bajo tratamiento radioactivo o quimioterápico, o tener una drogadicción o alcoholismo pueden desaconsejar absolutamente la lactancia.
¿Por qué baja o no hay producción de leche?
- El estrés emocional disminuye la prolactina, la hormona que produce la leche. Cuando una mujer vive una situación estresante, su organismo responde generando adrenalina y cortisol, que actúan a su vez inhibiendo la oxitocina, hormona que interviene en el reflejo de eyección de la leche. Esto produce que al succionar el bebé la leche salga más despacio y con mayor dificultad.
- Un hipotiroidismo no diagnosticado reduce también la producción de leche, provocando hipogalactia (descenso en su producción).
- Una retención de placenta (una parte de la placenta se queda dentro del útero) hace que no se produzcan los cambios hormonales necesarios para producir leche.
- Cuando el tejido mamario no madura suficientemente durante el embarazo (agenesia del tejido mamario).
- Cirugía previa de la mama, que normalmente depende del tipo de cirugía realizada.
- Síndrome de Sheehan: es la necrosis de la hipófisis o parte de ella por falta de riego sanguíneo durante el parto, normalmente porque la mujer ha perdido mucha sangre. Al no producirse prolactina ni oxitocina, no puede producirse leche.
- Deficiencia de prolactina: cuando la mama tiene una deficiencia congénita de esta hormona se dificulta la producción de leche.
Grietas y mastitis, en el disparadero
Otras causas de destete precoz son las grietas, muy dolorosas y que suelen deberse a una mala técnica de amamantamiento, o haber padecido una o varias mastitis. De hecho, las mastitis están detrás de hasta un tercio de los casos de abandono de la lactancia materna, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se trata de una condición dolorosa causada por la inflamación de la glándula mamaria, que a veces implica una infección y que provoca dolor local y, en ocasiones, síntomas similares a los de la gripe, como fiebre y escalofríos. La inflamación provoca también hinchazón, calor y enrojecimiento en los pechos. En caso de infección debe tratarse con antibióticos, pero para prevenirla se pueden utilizar probióticos, microorganismos vivos que, cuando se administran en las cantidades adecuadas, ayudan a prevenirla. Es el caso de la cepa probiótica Lactobacillus salivarius PS2, que puede ayudar a prevenir esta complicación de la lactancia, tal y como se ha demostrado en el estudio PREMIUM, que ha contado con el apoyo de Nutricia.
He decidido no dar el pecho, qué hago
Para aquellos casos en los que la madre ha decidido de antemano no dar el pecho, la forma de evitar que se produzca la “subida” de la leche es empleando la conocida como pastilla “para cortar la leche” (la cabergolina), un medicamento que ingerido inmediatamente después del parto provoca su retirada. Según explican desde la Agencia Española del Medicamento y productos Sanitarios (AEMPS), se emplea cuando la lactancia está contraindicada por razones médicas para la madre o para el recién nacido; después de dar a luz un feto fallecido o después de un aborto; y tras el parto, en caso de que la madre decida no dar el pecho a su hijo. Es importante tener en cuenta que la cabergolina no es eficaz si se toma cuando han pasado las primeras semanas tras dar a luz, ya que el nivel de prolactina ya habrá subido y la producción de leche se va regulando en función de la succión del bebé. El efecto que produce esta pastilla no es irreversible, es decir, si después de administrarla la madre decide volver a lactar, puede hacerlo dando el pecho al niño con gran frecuencia y estimulando el pecho mediante la extracción manual o utilizando el sacaleches. Eso sí, la cabergolina no debe administrarse, tal y como señalan desde la Asociación Española de Pediatría, “a la vez que los antagonistas de la dopamina (D2), como fenotiazinas, butirofenonas, tioxantenos o metoclopramida, ya que este hecho podría reducir la acción del fármaco sobre la disminución de la prolactina”.