Únete a nuestra comunidad
Toda la actualidad del mundo de la salud y la farmacia en Consejos de tu Farmacéutico.
Además, puedes seguirnos en nuestras redes sociales:
Ante la creciente prevalencia de alergias alimentarias en Europa, especialmente en niños y personas jóvenes, es importante conocer qué alimentos tienen más riesgo de presentar potencial alergénico, así como conocer las causas, los síntomas y los métodos de diagnóstico. Nos lo explica nuestro nutricionista Eric Iges.
Una intolerancia alimentaria es algo muy diferente de una alergia alimentaria, pese a que aún seguimos confundiendo a una con la otra. En el caso de las alergias, estas se caracterizan por desencadenar un tipo de reacciones adversas en las cuales interviene el sistema inmune (inmunomediadas), algo que no ocurre en las intolerancias alimentarias en las que el sistema inmune NO interviene, es decir son reacciones no inmunomediadas. Además, como norma general, la alergia siempre viene derivada de una proteína del alimento en cuestión, que actúa como alérgeno.
Para salir de dudas ¡Atención a los síntomas!
Otro punto para distinguirlas son los síntomas: mientras que en las alergias pueden ser potencialmente mortales, presentándose rápidamente (<2h) incluso tras la ingesta de cantidades muy pequeñas, en las intolerancias alimentarias los síntomas son menos agudos, generalmente de tipo digestivo y no muy graves, tolerándose cierta cantidad de alimento. Los síntomas comunes más comunes de las alergias alimentarias son: picazón de ojos, picazón de garganta, urticaria (ronchas), eccemas, labios o rostro hinchados, problemas para tragar, voz ronca y la dificultad para respirar. A nivel gastrointestinal se produce inflamación, náuseas, vómitos, dolor abdominal, cólicos… Por último, a nivel sistémico (generalizado) puede producir una anafilaxia que incluso puede provocar un shock anafiláctico y la muerte. En estos casos, los autoinyectores de adrenalina pueden salvar la vida del paciente alérgico, por lo que siempre deben llevarlos consigo para una posible emergencia.
Entre las intolerancias a los alimentos, la más frecuente es a los hidratos de carbono, como la lactosa
Realizar pruebas, fundamental
A la hora de diagnosticar una alergia, existen diferentes tipos de pruebas fiables: cutáneas, sanguíneas o por provocación. Sin embargo, en el caso de las intolerancias alimentarias, existen pocas pruebas con una base científica sólida detrás, y solo para intolerancias muy concretas (como al gluten o la lactosa), no siendo la gran mayoría de estas pruebas 100% fiables.
En el caso de la alergia, lo primero es conocer la historia clínica del paciente, ya que los alérgenos a probar se seleccionan de acuerdo con esta historia clínica y la prevalencia de sensibilización en el entorno en el que vive. En la prueba cutánea prick test se aplica una gota del extracto de cada alérgeno del que se sospecha que pueden causar la reacción alérgica sobre la superficie de la piel y se realiza sobre ella una punción con una lanceta de punta corta. Si en el lugar en el que se ha depositado el alérgeno aparece una reacción cutánea en forma de habón, significa que el paciente reacciona al alérgeno y que éste puede ser el responsable de determinados síntomas. La prueba de determinación de IgE específica o RAST es un análisis especial de sangre en la que se detectan las inmunoglobulinas E específicas (anticuerpos que intervienen en la reacción alérgica) del alérgeno o de los alérgenos sospechosos de causar los síntomas. El test del parche también se utiliza para confirmar diagnósticos de hipersensibilidad retardada, es decir cuando la reacción alérgica no se produce de manera inmediata, sino dos días o más después de la exposición al alérgeno. Y, por último, en las pruebas de provocación se pone en contacto al paciente con la sustancia sospechosa de provocar la alergia, con la finalidad de que se reproduzcan los síntomas que presenta en el órgano de choque (nariz, ojos, bronquios).
14 alérgenos declarados
Dado el riesgo potencial que tienen las alergias alimentarias, el 13 de diciembre de 2014 entró en vigor una ley en la que se especificaba la obligatoriedad de llevar indicado correctamente en las etiquetas de los productos, la presencia de alguno de los 14 alérgenos alimentarios que existen:
- Cereales que contengan gluten: trigo, centeno, cebada, avena, espelta, kamut… Aunque la celiaquía es una intolerancia al gluten, es fácil de confundir con una alergia. La diferencia está en que la alergia al trigo implica una respuesta alérgica a las proteínas que contiene (el gluten es una de ellas). En la enfermedad celiaca no se produce ninguna reacción alérgica, sino una respuesta diferente del sistema inmunitario que afecta al interior de los intestinos y que provoca problemas de absorción alimentaria.
- Crustáceos y productos a base de crustáceos.
- Huevos y productos derivados del huevo.
- Pescado y productos realizados a base de pescado.
- Cacahuetes y productos a base de cacahuetes.
- Soja y productos a base de soja.
- Leche y sus derivados, incluida la lactosa.
- Frutos de cáscara: almendras, avellanas, nueces, anacardos…
- Apio y productos derivados.
- Mostaza y productos derivados.
- Granos de sésamo y productos a base de sésamo.
- Dióxido de azufre y sulfitos en concentraciones superiores a 10 mg / kg en términos de dióxido de azufre total, para productos listos para el consumo.
- Altramuces y productos a base de altramuces.
- Moluscos y productos a base de moluscos.
Cuidado con los alérgenos ocultos
Además, la existencia de alérgenos ocultos en los productos alimentarios que puedan provenir de una contaminación accidental, de una sustitución fraudulenta de algún ingrediente de precio inferior, o bien, de un ingrediente o materia prima no declarada en el producto, existe. Por todo ello, es muy importante el etiquetado y el control de los alimentos, ya que la presencia de alérgenos es un peligro real y por lo tanto requiere de una importante gestión por parte de la industria alimentaria.
Igualmente, ante la creciente incidencia de alergias, es muy importante que los colegios e institutos gocen de personal cualificado en el comedor. Cocineros, nutricionistas, enfermeros, profesores encargados, así como personal de limpieza de cocina, deben estar correctamente formados y ser precavidos en toda la zona del comedor escolar, con el objetivo de evitar posibles contaminaciones cruzadas y garantizar la seguridad de la alimentación que se da a todo el personal en estos centros.