grasas trans

La alimentación guarda una estrecha relación con la salud general de cualquier persona, tanto a la hora de prevenir enfermedades como a la hora de promover su deterioro. De la mano de nuestro nutricionista Eric Iges, veremos qué alimentos pueden estar involucrados, o al menos, guardar relación con la promoción o prevención de determinados tipos de cáncer.

Hay tres grupos de alimentos concretos que se podrían caracterizar como promotores cancerígenos podríamos hablar de tres fundamentalmente: carnes procesadas, carnes rojas y productos ultraprocesados con ingredientes de mala calidad. Sin contar, por supuesto, con el consumo de bebidas alcohólicas. Pero, además, las técnicas culinarias empleadas, así como la cantidad y frecuencia de consumo de estos alimentos, son otros factores determinantes para estudiar si realmente existe una asociación a largo plazo con la aparición de determinados tipos de cánceres. Por ejemplo, las acrilamidas e hidrocarburos aromáticos policíclicos son producidos tras aplicar temperaturas muy elevadas directamente sobre el alimento.

Grasas trans: promotoras de cáncer y enfermedad cardiovascular

En productos de origen animal como los lácteos y en las partes grasas de la carne, las grasas trans se encuentran de manera natural, sin embargo, el mayor problema viene de su consumo excesivo como ingrediente añadido en productos ultraprocesados como fritos, rebozados, bollería, galletas, snacks, pasteles, salsas, margarina…etc. Estas grasas trans se producen de manera industrial al convertir aceites líquidos en grasas sólidas, con el objetivo de aumentar la vida útil de los productos. Aparte de su posible relación con el cáncer, se ha estudiado cómo un aporte diario de un más del 2% de calorías provenientes de grasas trans, se relaciona con un aumento de un 25% de riesgo de enfermedad cardiovascular. Este tipo de riesgo existe fundamentalmente en:

  • CARNE PROCESADA: según la OMS se define como la carne que ha sido transformada a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación. La mayoría de las carnes procesadas contienen carne de cerdo o carne de res, pero también pueden contener otras carnes rojas, aves o subproductos cárnicos tales como la sangre. ¿Ejemplos? Los embutidos fundamentalmente. A parte de los embutidos, se considera también carne procesada y de peor calidad nutricional normalmente, a las salchichas, hamburguesas y otro tipo de carnes en salsa y carnes en lata. Muchos de estos productos llevan añadidos una cantidad elevada de ingredientes y por norma general, presentan un bajo porcentaje de carne en su producto.
  • CARNE ROJA: la OMS considera carne roja a toda la carne muscular de los mamíferos, incluyendo carne de res, ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra. La recomendación respecto a este tipo de carnes es un poco más suave que la dada con respecto a la carne procesada, ya que la evidencia científica no es tan contundente al respecto.

La carne roja se encuentra en el grupo 2A, clasificada como “probablemente cancerígena” para los seres humanos, mientras que la carne procesada se encuentra clasificada en el grupo 1, como “cancerígena” para los seres humanos.

Es importante saber qué implica esta relación para no alarmarnos excesivamente al respecto: que la carne procesada se encuentre en el mismo grupo que el tabaco o el alcohol no significa que sea igual de cancerígena, ya que no se analiza el nivel o la magnitud de riesgo, sino que sólo se evalúa la asociación que hay entre el consumo de una sustancia y el mayor riesgo de cáncer. Por ejemplo, según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, para ingerir la cantidad de carcinógenos equivalentes a una cajetilla de tabaco (también tipo 1), tendríamos que estar comiendo durante 5 años 100 gramos de jamón serrano al día (carcinógeno tipo 1).

Además, ante estos estudios hay que tener prudencia, ya que son estudios llamados observacionales, en los que es difícil aislar el alimento en sí para analizar su relación exclusiva con la aparición de un tipo de cáncer. Esto quiere decir que existen muchos factores de confusión que no se analizan. No sabemos si la persona que consume más embutido, quizá realiza menos actividad física, bebe más alcohol, fuma, come menos frutas, verduras y hortalizas…etc., y por esos motivos es difícil establecer con certeza una relación.

  • BEBIDAS ALCOHÓLICAS. Las bebidas alcohólicas contienen varios compuestos cancerígenos, como el etanol, acetaldehído, aflatoxinas, o el carbamato de etilo. En el Informe Mundial del Cáncer se afirma que a medida que aumenta la cantidad de alcohol consumido, aumenta el riesgo de desarrollar cáncer. Esto significa que cualquier reducción en el consumo de alcohol será beneficiosa para la salud. Además, en uno de los estudios más recientes al respecto, se concluye que el bajo consumo de alcohol no tiene un beneficio neto de mortalidad en comparación con la abstención vitalicia o el consumo muy ocasional. Las estimaciones de riesgo para los bebedores ocasionales fueron similares a las de los bebedores de bajo consumo y de medio consumo.
  • Y… ¿EL CONSUMO DE EDULCORANTES? En la página web del Instituto Nacional del Cáncer se puede ver su posición al respecto: «Las dudas sobre los edulcorantes artificiales y el cáncer surgieron cuando los primeros estudios demostraron que el ciclamato sódico en combinación con la sacarina (2 EDULCORANTES) causaba cáncer de vejiga en animales de laboratorio. Sin embargo, los resultados de estudios posteriores de carcinogenicidad (estudios que examinan si una sustancia puede causar cáncer) de estos edulcorantes no han proporcionado pruebas claras de una asociación con el cáncer en humanos. Del mismo modo, los estudios de otros edulcorantes aprobados por la FDA no han demostrado una clara evidencia de una asociación con el cáncer en humanos». Por lo tanto, si NO sois ratas, no os preocupéis por este tema en concreto.

6 recomendaciones expertas

  1. Evita un consumo frecuente/diario de carnes procesadas (sobre todo aquellas con bajos porcentajes de carne y multitud de ingredientes).
  2. Disminuye el consumo de carne roja a 1-2 veces semanales.
  3. Aplica las técnicas culinarias que menos compuestos cancerígenos produzcan como puede ser el microondas, los hervidos y los asados, frente a técnicas en las que se aplican temperaturas muy elevadas directamente sobre la carne, como parrillas o barbacoas.
  4. Aumenta el consumo de frutas, verduras y hortalizas, así como de aceite de oliva, alimentos todos relacionados con la prevención de ciertos tipos de cánceres, gracias a la multitud de compuestos presentes en sus matrices, como son las isoflavonas, flavonoides, resveratrol, fibra, vitaminas antioxidantes, ácidos grasos monoinsaturados, etc.
  5. Incrementa el consumo de legumbres. Recientes estudios han encontrado una asociación entre una mayor ingesta de leguminosas y un menor riesgo de cáncer colorrectal.
  6. También los frutos secos se asocian a un menor riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular y una disminución de parámetros asociados, además de relacionarse con una reducción de mortalidad por todas las causas.

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Eric Iges Iglesias

Nací en Madrid a mediados de los noventa, justo en el año que Brasil ganó su cuarto mundial en los Estados Unidos. Me gradué en Nutrición Humana y Dietética en la UAM, especializándome en nutrición...