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El envejecimiento de la población española es cada vez mayor y, según las últimas previsiones, en 2050 España será el país más envejecido del mundo, tras Japón. Un 95% de la población mayor vive en su propio hogar o con sus familiares y la mayoría de sus problemas de salud se resuelven en las consultas de Atención Primaria (AP). Dentro de este colectivo, aproximadamente entre un 10-15% de los mayores de 65 años están en situación de “fragilidad”, un estado de salud previo a la discapacidad y dependencia, que requiere una atención prioritaria por parte del médico de familia. Así se pondrá de manifiesto durante la mesa de debate “Fragilidad en el mayor: directrices y controversias en Atención Primaria”, que se celebra en el marco del 36º Congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) que desde hoy y hasta el próximo 11 de junio, bajo el lema “Patrimonio de futuro”, acoge el PALEXCO de A Coruña y al que acuden más de 2.500 profesionales de AP de toda España.
Este profesional dedica gran parte de su tiempo al paciente mayor, que además motiva más del 90% de las visitas a domicilio. “Evitar la dependencia es intentar que los mayores alcancen la vejez con buena salud y que sean autónomas para poder realizar sus actividades cotidianas. Es importante tener en cuenta que la atención primaria es el verdadero campo de cultivo de la fragilidad, ya que es el nivel sanitario donde la prevalencia general es mayor, y además en al menos el 60% de las veces se llega a una situación de dependencia de una manera progresiva y gradual sobre la que es viable intervenir” afirma el doctor Iñaki Martín Lesende, miembro del Grupo de Atención al Mayor y del PAPPS de semFYC y moderador de la mesa.
Una persona mayor “frágil” es aquella que, por un menoscabo en su capacidad de resistencia y defensa frente a factores que pueden afectar su salud, tiene mayor riesgo para sufrirlos y repercusiones ante los mismos (hospitalización, caídas, cirugía, inmovilismo, …). Esta situación finalmente progresa con mayor probabilidad a situaciones de discapacidad, dependencia e incluso fallecimiento. “Es una persona que no tiene un deterioro funcional importante”, explica el doctor Lesende, “pero que tiene mayor riesgo del mismo. La funcionalidad, que es el modo en que desarrollan sus actividades habituales, es el factor principal para valorar el estado de salud de una persona mayor. Por lo que nuestro objetivo es frenar esta fragilidad para retrasar lo máximo posible la dependencia. Son pacientes que aparentemente mantienen un estado de buena salud, pero que tienen una serie de condicionantes, como comorbilidad, hospitalización reciente, toma de muchos medicamentos, etcétera, que les expone a esta situación”. La fragilidad y funcionalidad son conceptos íntimamente relacionados.
Envejecimiento activo
El médico de familia desempeña un papel clave no solo en retrasar la dependencia sino además en hacer realidad el concepto de envejecimiento activo. “Aunque se considera que alguien es mayor a partir de los 65 años”, añade el doctor Lesende, existe una franja de edad entre los 65 y hasta los 80 años o más en la que cada vez más personas tienen buena salud y funcionalidad, por lo que es muy importante promover actividades preventivas para que sigan manteniendo esa buena calidad de vida. Por ejemplo, mantener actividad física con una intensidad adecuada a las características de cada persona y una alimentación equilibrada, fomentando la dieta mediterránea”.
A partir de esa edad (75-80 años) es cuando empiezan a incidir con más intensidad los problemas de salud que generan discapacidad, y donde más se pueden detectar personas con pérdida reciente y reversible o modificable de funcionalidad.
Controlar otros factores de riesgo
En la valoración que lleva a cabo el médico de familia de estos pacientes, además de analizar su pérdida de funcionalidad, se tienen en cuenta otros factores de riesgo, como la edad avanzada –normalmente a partir de 80 años-, si han estado hospitalizados recientemente, si han sufrido caídas, si presentan alteraciones de la movilidad y del equilibrio, si padecen enfermedades de tipo osteoarticular, sensorial o cardiovascular, debilidad muscular, poca fuerza, etc. “Es en el centro de salud”, comenta el doctor Martín Lesende, “donde se producen la mayoría de las consultas médicas. Por lo que podemos intervenir sobre los factores de riesgo modificables y actuar cuando hay un deterioro funcional incipiente. Además de los planes de cuidados que se realizan de manera selectiva sobre las personas mayores que han perdido funcionalidad y de las intervenciones preventivas, es recomendable revisar periódicamente su medicación habitual, y evitar en la medida de lo posible la polifarmacia”.
Entre los factores que contribuyen a la pérdida de capacidad funcional están los de carácter físico (enfermedades, limitaciones sensoriales, etcétera), los psicológicos (aceptación de síntomas como algo natural) y los propiamente sociales (el comportamiento de las personas cercanas es clave).
Desde la AP, se aboga por una detección activa de estas posibles situaciones en personas a partir de los 70 años. “Hay que ser activos en identificar a estos pacientes, que pueden tener unos grados muy incipientes de pérdida de funcionalidad o que fallan en estas pruebas de movilidad, ya que la capacidad de revertir la situación para que no se deterioren es mayor cuanto más precoz es la detección”, comenta este experto.
Pacientes pluripatológicos
En el Congreso se han presentado los datos de un estudio, que se ha llevado a cabo en diferentes centros de salud de Andalucía, con una muestra de 820 pacientes. El objetivo era realizar una valoración socio familiar de pacientes pluripatológicos en AP. Según los resultados, cerca de la mitad presentaba un importante deterioro funcional y/o cognitivo y un riesgo social intermedio-elevado. La edad media de los pacientes era de 77 años y tenían diferentes patologías. El 25.4% habían sufrido más de una caída; el 43.5% auto percibía su salud como “regular” y un 25.4% como “mala”. El perfil del cuidador era una mujer (84%); con una edad media de 57 años y, sobre todo hijos (54%) o cónyuges (36.5%). Asimismo de los datos se extrae que en el grupo con cuidadores la percepción de salud fue mejor.
Para el doctor Lesende, “debemos diferenciar entre lo que consideramos ancianos frágiles y los pacientes que han participado en este estudio, que son personas que ya sufren un claro deterioro. Los pacientes pluripatológicos o complejos no suponen un grupo muy amplio en proporción, pero conlleva una parte muy importante del gasto sanitario, y clínicamente un reto de atención tremendamente interesante, especialmente englobado en el abordaje y atención a la cronicidad. Entendemos por pluripatológico un paciente que tiene asociadas varias enfermedades, pero que son patologías más relacionadas con pérdida de funcionalidad, como problemas cardiovasculares, pulmonares, osteoarticulares,…, con un importante porcentaje de discapacidad y dependencia asociada, e índices de uso de recursos sanitarios muy importantes”.
En cualquier caso, para este experto “no se debería ver el envejecimiento y sus consecuencias desde la perspectiva negativista y de carga sino como un logro y un reto, una realidad que hay que afrontar. Por lo que hoy en día las estrategias europeas van dirigidas a que se viva el mayor número de años posibles libres de discapacidad, manteniendo una buena calidad de vida y para ello es imprescindible retrasar lo máximo posible la pérdida de funcionalidad”.
CONSEJOS PARA PREVENIR LA FRAGILIDAD
- Practicar ejercicio y actividad física de forma regular y con suficiente intensidad.
- Seguir una dieta mediterránea, limitando las grasas saturadas y las calorías.
- Mantener un peso y estado nutricional adecuados.
- No fumar.
- Evitar el consumo excesivo de alcohol.
- Cumplir con la medicación, actividades preventivas (inmunizaciones por ej.), y controles de las enfermedades § Mantener la actividad mental (leer, escribir, comprar, etc.).
- Hacer vida social.