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El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un problema de ansiedad que provoca pensamientos recurrentes que convierten en necesidad, al que los padece, repetir rituales y comportamientos que le ayudan a calmar dicha sensación. En muchos casos, estos llegan a interferir con la vida cotidiana, debido a que escapan al control de los que los realizan, hasta el punto de figurar entre las veinte enfermedades más discapacitantes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Miedo excesivo a los microbios, necesidad desmedida de orden o comportamientos repetitivos como contar, repetir palabras en voz baja o verificar cosas una y otra vez, son algunos ejemplos de TOC, que llegan a condicionar la rutina diaria y generan sufrimiento por la incapacidad que genera en la persona que lo sufre para romper el ritual que la enfermedad impone, muchas veces absurdo a los ojos del mismo enfermo.
En la película Mejor Imposible, Jack Nicholson interpreta majestuosamente a un escritor maníatico, meticuloso, que es incapaz de flexibilizar su excéntrico modo de vida, provocándole esto dificultades en las relaciones y generándole intenso malestar cuando alguien trata de modificar sus rutinas. El que use cubiertos desechables o camine sólo por las líneas no son simples manías, forma parte de la clínica del trastorno obsesivo-compulsivo.
“Consideramos obsesiones aquellos pensamientos repetitivos e intrusos que la persona no desea tener, a los que se resiste activamente y que le generan malestar. La persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o neutralizarlos con algún otro pensamiento o acto, es decir, realizando una compulsión”, explica la doctora María Nebot, psiquiatra de la Unidad de Salud Mental del Hospital Nisa Valencia al Mar. “Hablamos de compulsiones cuando se realizan comportamientos o actos mentales repetitivos o rituales externos como respuesta a una obsesión y con el fin de evitar alguna situación temida o disminuir momentáneamente el malestar. Tras el alivio inmediato se produce un incremento de la ansiedad y de la necesidad de repetir, entrando en el círculo vicioso de la ansiedad”.
Los contenidos más frecuentes de las obsesiones tienen que ver con la contaminación (tocar ciertas cosas o sustancias, por ejemplo) dudas repetidas (como si se ha cerrado el gas o la puerta) e impulsos de carácter agresivo u horrendo, como puede ser hacer daño o matar o proferir obscenidades en una iglesia.
Otras obsesiones hacen referencia a la necesidad de tener las cosas en un orden determinado, contenido religioso y acumulación. “El problema principal de algunos pacientes son las rumiaciones obsesivas: pasar larguísimos periodos de tiempo pensando de forma improductiva sobre cualquier asunto tal como una cuestión filosófica, religiosa o familiar”, explica la doctora Olga Magro, de la Unidad de Salud Mental del Hospital Nisa Valencia al Mar.
Cómo hacer el diagnóstico
El diagnóstico se realiza por parte del psiquiatra o del psicólogo clínico a través de la entrevista en la que se explora la presencia de síntomas definitorios del TOC y aquellas conductas de evitación que puedan estar manteniéndolo. Existen además test específicos que valoran la repercusión del trastorno en la vida del paciente.
El tratamiento
Los estudios ratifican que la mejor opción terapéutica incluye el tratamiento farmacológico y la intervención psicoterapéutica. A nivel farmacológico algunos antidepresivos han demostrado su eficacia en la disminución de la sintomatología aunque es común su combinación con otros fármacos como los ansiolíticos.
El abordaje psicoterapéutico más empleado parte de una orientación cognitivo-conductual y es conocido como exposición con prevención de respuesta. En dicho tratamiento “el paciente se expone en vivo y/o en la imaginación a los estímulos externos e internos temidos al tiempo que se previene la ocurrencia de las compulsiones hasta que la ansiedad disminuye significativamente. “Este procedimiento ha sido investigado en un gran número de estudios controlados y ha resultado más eficaz que el entrenamiento en estrategias de manejo de la ansiedad y se ha comprobado que sus efectos positivos perduran una vez finalizado el tratamiento”, asegura la doctora Nebot.
El pronóstico
“Con un adecuado tratamiento y seguimiento por parte de los profesionales de salud mental se puede alcanzar la remisión de la sintomatología”. defiende la doctora Magro. Sin embargo ,el TOC es un trastorno crónico y sin el correcto abordaje puede llegar a ser altamente incapacitante para la persona que lo padece. La OMS hace hincapié en su capacidad de limitar la vida personal, familiar, social y laboral del paciente. A pesar de ello, una alta proporción de las personas que sufren un problema obsesivo – compulsivo, y que son tratados con las herramientas adecuadas, resuelven su problema.
¿MANIA U OBSESIÓN?
Si condiciona tu rutina diaria, genera ansiedad o te obliga a perder más de una hora al día de tu tiempo, puede que lo que creías que era una manía sea, en realidad, una obsesión. Ten en cuenta que no todas las personas que siguen determinados hábitos o rituales padecen TOC. Lo que define, según estas dos expertas, a la persona con un TOC es su incapacidad de controlar sus pensamientos o comportamientos, incluso cuando entiende que son excesivos; su dedicación durante al menos una hora al día a estos pensamientos o comportamientos; su incapacidad de obtener placer al realizar un comportamiento o ritual, más allá de un breve alivio de la ansiedad; la frecuencia de grandes problemas en la vida diaria debido a estos pensamientos o rituales.
Estos son algunos ejemplos de TOC:
- Miedo excesivo a los microbios.
- Pensamientos prohibidos relacionados con el sexo, la religión, o sobre dañar a otros o a sí mismos.
- La necesidad de que exista orden.
- Realizar comportamientos repetitivos en respuesta a un pensamiento o idea, como por ejemplo: verificar una y otra vez las acciones (como apagar las luces y cerrar la puerta).
- Contar cosas una y otra vez.
- Ordenar las cosas de una cierta manera.
- Lavarse las manos repetidas veces para evitar una infección.
- Repetir las palabras en silencio.
- Rezar en silencio una y otra vez.