El Parkinson constituye la segunda enfermedad neurodegenerativa padecida por las personas mayores en España, cuya cifra se estima en 75.000-85.000 pacientes. Las personas que padecen esta enfermedad presentan en mayor o menor medida síntomas motores como temblor, falta o disminución de movimientos, rigidez e inestabilidad postural, además de depresión, lo que les impide llevar con normalidad actividades tan cotidianas como asearse, vestirse, comer o caminar.
El tratamiento tradicional es sintomático y está orientado a restaurar los niveles cerebrales de un neurotransmisor cerebral, la dopamina, responsable de las alteraciones motoras. Sin embargo, los avances en terapia celular y terapia génica están abriendo nuevas vías de tratamiento que auguran un futuro esperanzador.
Respecto a la primera, ésta consiste, según explica la Dra. Luquin, del servicio de Neurología de la Clínica Universitaria de Navarra, en intentar restituir las células que el cerebro va perdiendo. La terapia génica, por su parte, consiste en lograr que determinadas células del cerebro sinteticen una proteína concreta, lo que se consigue mediante la administración de «virus atenuados», a los que se inserta un nuevo gen que, a su vez, lo transmitirán a la célula nerviosa cuando la infecten, capacitándola así para sintetizar una determinada proteína.
