Medio millón de menores españoles mojan la cama de forma involuntaria por las noches. Los expertos advierten de la probable vinculación de este trastorno con el TDAH, con problemas de sueño como la apnea o con el estreñimiento entre otras conexiones. Actuar a tiempo es fundamental para que no se prolongue a la adolescencia o incluso a la edad adulta.
Cuando llega junio y las inscripciones a los campamentos de verano empiezan a formalizarse, difícilmente van en las listas de “apuntados” aquellos niños que más allá de los cinco años siguen mojando la cama. Este trastorno, conocido como enuresis, consiste en la pérdida involuntaria de orina durante la noche en niños sanos a partir de los 5 años y que en España tiene una incidencia aproximada del 15 %. Acudir al pediatra si, pasados los 5 años, el niño sigue mojando la cama por las noches es el primer paso para entender las causas y encontrar soluciones.
Existen dos tipos de enuresis: moderada (cuando se moja la cama 3-6 noches por semana) o grave (diaria) y en cualquiera de los dos casos, si no se llevan a cabo medidas de control, la enuresis puede persistir incluso más allá de los 15 años, afectando a entre el 1 y el 3% de los adolescentes. Este trastorno también puede ser primario, cuando nunca se han controlado esfínteres, y secundario, cuando tras un tiempo de control de esfínteres (unos seis meses), el menor vuelve a mojar la cama.
Tal como explican los expertos de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y atención primaria (SEPEAP), en su guía Manejo y diagnóstico terapéutico de la enuresis infantil, este trastorno se relaciona “con situaciones de ansiedad crónica, problemas de autoestima y retraso en la esfera social, afectando también al rendimiento escolar”. Sin embargo, según la doctora Isabel Lostal, pediatra de Atención Primaria del centro de salud Amparo Poch, en Zaragoza, “los padres e incluso los profesionales sanitarios infravaloramos este problema porque no tenemos en cuenta la repercusión psicológica que tiene para el niño; el niño no tiene fiebre, ni acude a urgencias, pero debemos entender que es importante tratar al niño de esto, por la repercusión psicológica que tiene para ellos”, explica. De hecho, los padres de hasta un 22,7 % de los niños afectados afirman que no quieren dormir fuera de casa, viajar o ir de campamento o a colonias durante el verano y tanto los pediatras como los expertos en salud mental afirman que este trastorno puede ser una vía de alimentación bidireccional con el acoso escolar.
Dado que la detección de los casos está en manos del entorno más cercano al niño: familia, pediatras y enfermería, educadores, etc., los especialistas aconsejan no culpar ni regañar al niño que moja la cama, ya que es algo que no puede controlar. Al contrario, el apoyo y la paciencia del entorno son determinantes, como así se expone en un artículo publicado en la revista Journal of Pediatric Urology: “el uso de lenguaje duro o castigo por parte de la madre en respuesta al fracaso del niño para lograr la sequedad nocturna puede afectar el apego entre la madre y el niño y hacer que el niño experimente emociones negativas como vergüenza, ansiedad, frustración y soledad.” En cambio, con el apoyo adecuado, es posible minimizar el impacto de la enuresis y mejorar la calidad de vida tanto de los menores como de sus familias.
La enuresis moderada (3-6 noches/semana) o grave (diaria) y la que persiste pasados los 9 años, difícilmente se resolverá sin buscar una solución. Es más, la frecuencia y la severidad de los episodios enuréticos aumentan.