Se llama enuresis nocturna al problema que padecen los niños que, después de los cinco o seis años, siguen haciéndose pis en la cama con cierta frecuencia (cuatro o más veces por mes). Es más común en niños que en niñas y, si no se trata, el 16 por ciento de los mayores de siete años seguirá padeciéndola. Según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, se trata de «un trastorno más frecuente de lo percibido por los pediatras», ya que afecta a entre el 10% y el 13% de los pequeños de seis años y hasta el 8% a la edad de 10. Según explicaba el doctor Xavier Pastor, del Hospital Clínic y Universidad de Barcelona durante un congreso extraordinario de la Asociación Española de Pediatría, “la enuresis nocturna es un trastorno en el desarrollo madurativo del niño. Aunque es una enfermedad que muchas veces se lleva en secreto, un pediatra que atiende a 1.000 niños, tiene a unos 50 en esa situación”. Así, señala que “es responsabilidad del pediatra ayudar a que el problema aflore, que no quede escondido”, porque con la motivación y el tratamiento adecuado, lo normal es que un niño, cuyo pediatra efectúa el diagnóstico a partir de los 5 años, cumpla los 6 años con el problema resuelto en la mayoría de los casos.

Motivación
“Los estudios existentes indican que unas normas básicas junto a la medicación es la combinación más efectiva para lograr el éxito y mejorar la calidad de vida de los niños, su propia autoestima y sus relaciones con los demás”, ha indicado. Trabajar la motivación pasa por tratar el problema de mojar la cama con normalidad, sin culpabilizar al niño ni a la familia, y “consiste en corresponsabilizar al niño de su higiene y de la adquisición este hábito”. Para ello, Xavier Pastor opta por usar un registro de las noches secas y las noches húmedas y seguir unas normas higiénicas antes de irse a dormir, como “no tomar muchos líquidos a partir de cierta hora”. Igualmente, aconseja no utilizar pañales y que el menor participe en el cambio de ropa cuando se produce el escape, eso sí, “nunca como un castigo”, advierte. También es importante felicitar por las noches secas y establecer recompensas que refuercen la autoestima del menor, uno de los aspectos que pueden resultar más afectados ante este problema.

Además, la motivación debe ir acompañada de terapias desde el mismo momento del diagnóstico, pues se ha demostrado que son eficientes. “Una opción pueden ser las alarmas sonoras a los escapes de orina, que entrenan al niño a despertarse. Otra opción es la administración de desmopresina para disminuir el volumen de orina nocturno”, explicó el doctor Pastor.

“Cuando uno de los progenitores ha tenido antecedente de enuresis nocturna, el riesgo en los hijos aumenta entre un 30-40%, una cifra que llega al 70-80% cuando son los dos padres quienes la han padecido”

 



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María José Merino

María José Merino

Sevillana de adopción y Granadina de nacimiento y de corazón, donde no dudo en escaparme cada vez que puedo. Licenciada en periodismo por la Universidad de Navarra, trabajé durante la carrera en los...