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Las agujetas no son más que la rotura de las fibras más débiles de la musculatura, cuyas células, al romperse, liberan el contenido interior rico en iones de potasio y de calcio, elementos irritantes y muy dolorosos que producen inflamación. Esta rotura se produce a raíz de un ejercicio brusco que obliga a un trabajo muscular al que la fibra muscular no está acostumbrada y no es capaz de soportarlo. Con la práctica de ejercicio, las fibras que logran resistir este trabajo muscular se hacen más fuertes, mientras que las más débiles se pierden y se renuevan. Las zonas más afectadas suelen ser las uniones musculares y los tendones que están junto a las articulaciones, por ser la zona musculotendinosa donde más fibras musculares débiles existen y donde se produce más tensión. Esta inflamación y dolor, normalmente tiene un período de duración de entre 24 y 48 horas. Las agujetas están indefendiblemente unidas a la práctica de un ejercicio al que el cuerpo no está acostumbrado. De ahí que la mejor manera de evitarlas sea la práctica de ejercicio moderado y progresivo, que dé tiempo a las fibras musculares a ir haciéndose fuertes sin llegar a romperse. Aplicar frío sobre la zona dolorida e inflamada es una forma de combatir las agujetas, pero en cambio tomar agua con azúcar o bicarbonato es un remedio ampliamente extendido pero que no sirve nada más que para tener una mejor hidratación.