APNEA DEL SUEÑO

MUCHO MÁS QUE RONQUIDOS

Entre 10
segundos y 1 minuto y hasta 600 veces en una sola noche: así pueden llegar a
ser las paradas respiratorias producidas por la apnea del sueño. Entraña serios
riesgos y, sin embargo, la mayoría de los casos están sin diagnosticar. ¿Es el
tuyo uno de ellos?

La magnitud que pueden alcanzar
las paradas respiratorias producidas por la apnea del sueño ha llevado a los
expertos a declarar el 2006 como «Año de la apnea del sueño», una
campaña orquestada por la Fundación Respira, perteneciente a la Sociedad
Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), con el objetivo de
concienciar a la población en general y a todos los sectores sanitarios
implicados de la necesidad de tomar medidas. Y es que esta enfermedad incrementa
de 3 a 4 veces el riesgo de fallecer durante la noche, debido sobre todo a
episodios cardiovasculares, y entre 4 y 6 veces el de sufrir accidentes de
tráfico. Sin embargo, sólo un 10 por ciento de los casos graves son
diagnosticados. En total, se estima que hay entre 5 y 7 millones de españoles
que sufren esta enfermedad.

El paciente-tipo

La palabra apnea, de origen
griego, significa ‘falta de respiración’. Así, la enfermedad se caracteriza por
la interrupción repentina de la respiración mientras se duerme. Generalmente,
se manifiesta con ronquidos fuertes que se prolongan durante un tiempo y se
interrumpen de pronto (momento en el que se corta la respiración y se produce
la apnea). Estas pausas pueden durar entre diez segundos y un minuto y repetirse
hasta 600 veces en una sola noche.

El paciente tipo de apnea del
sueño suele ser hombre, con sobrepeso u obeso, y roncador, aunque esto no
significa que todas las personas que roncan sufran apnea. La frecuencia en
género es de 2 a 3 veces mayor en hombres que en mujeres, pero tiende a
igualarse a partir de la menopausia, entre los 45 y 55 años.

Cómo reconocerla

Observación: los ronquidos
frecuentes muy potentes o entrecortados, los despertares bruscos y sensación de
ahogo durante la noche o la observación en el paciente de lapsos respiratorios
mientras duerme son los principales síntomas. El excesivo cansancio al
levantarse, la sensación de sueño o facilidad para quedarse dormido
involuntariamente durante el día y la tensión arterial alterada y difícil de
controlar mediante medicamentos completan el índice de signos de sospecha.

Pruebas médicas: el diagnóstico de
la enfermedad se realiza mediante la polisomnografía
nocturna, complementaria a la poligrafía respiratoria, que consiste en el
registro (mediante un polígrafo) de una serie de señales biológicas durante la
noche.

 

Causas

El doctor Juan Fernando Masa,
coordinador nacional de la «campaña 2006 Año de la Apnea del Sueño», apunta
al factor genético, pero subraya el peso de los factores «favorecedores»
en la aparición de la enfermedad, que probablemente «incrementan su prevalencia», especialmente la hipertensión arterial
no controlada, las amígdalas grandes y, por encima de todo, la obesidad. Esto
último se da en casi el 80% de los casos de apnea del sueño, lo que aporta a su
vez factores de riesgo propios. La edad es otro factor determinante, ya que «a
partir de los 70 años, más del 40% de las personas pueden tener apnea del
sueño», añade Masa.

Tipos de apnea

A.Central. Menos
común, se produce cuando el cerebro deja de enviar señales a los músculos
encargados de la respiración.

B.Obstructiva. Mucho
más extendida, el Síndrome de la Apnea Obstructiva del Sueño (SAOS), tiene
lugar cuando la garganta o la nariz impiden que pase el aire necesario para respirar.
En condiciones normales los músculos de la garganta, que son los que permiten
el paso del aire a los pulmones, se relajan durante la noche dejando un espacio
suficientemente ancho para continuar respirando. Sin embargo, en algunos
individuos estos músculos se cierran de tal manera que impiden la llegada de
aire a los pulmones, lo que provoca los ronquidos y otras dificultades para
respirar.

¿Tiene tratamiento?

El doctor Masa deja clara la eficacia en casi un 100% de los
pacientes que utilizan la presión positiva continua de las vías aéreas (CPAP por sus siglas en inglés), una mascarilla nasal que
el paciente lleva durante la noche y transmite aire a presión de una turbina a
la garganta a través de la nariz, impidiendo la obstrucción de las vías respiratorias.
Aunque, precisa, uno de cada cinco enfermos a los que se le prescribe incumpla
su utilización. Para los pacientes menos graves o que no toleren la CPAP, los
dispositivos de avance mandibular (DAM) pueden ser una alternativa en algunos
casos, al igual que ciertos tratamientos quirúrgicos.

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Redacción Consejos

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