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La frecuencia de la diabetes mellitus está aumentando en todo el mundo de forma acelerada. Si en 2009 se calcula que hay 246 millones de diabéticos, se estima que en el año 2025 esta cifra llegará a 380 millones.
La diabetes mellitus tipo 2 o no insulino-dependiente, supone casi el 95% de los casos de diabetes en el mundo. En este tipo de diabetes se producen trastornos metabólicos caracterizados por una elevación inapropiada de la glucosa en sangre (hiperglucemia). La alteración subyacente en esta enfermedad es la deficiencia progresiva de insulina producida por la disminución de la producción de esta sustancia por parte de las células beta del páncreas. Además de aumentar la concentración de glucosa, la acción deficiente de la insulina se traduce frecuentemente en una elevación de los niveles de colesterol y/o triglicéridos.
Síndrome Metabólico: palabras mayores
La mayor parte de los casos de diabetes mellitus tipo 2 se producen en el contexto de lo que llamamos Síndrome Metabólico. En este síndrome se asocian diabetes, hipertensión arterial, aumento de los niveles de colesterol, triglicéridos y/o ácido úrico y sobrepeso probablemente debidos también a la insulinorresistencia. El Síndrome Metabólico eleva notablemente el riesgo cardiovascular y es una causa fundamental de muerte en los países desarrollados. Unos mil millones de adultos tienen sobrepeso en el mundo y, al menos, 300 millones son obesos.
10 años de retraso en el diagnóstico
Lo cierto es que la mitad de los casos de diabetes tipo 2 aún no se ha diagnosticado y las decisiones médicas para los pacientes llegan con una media de 10 años de retraso, cuando la disminución de la producción de estas células beta del páncreas –productoras de la insulina- ya es considerable para el control de la glucosa. Ello se debe a que los síntomas de la diabetes tipo 2 (excesiva sed, frecuencia urinaria y fatiga) no son muy pronunciados, lo cual retrasa su diagnóstico, produciéndose en un 61% de manera casual.
Los tratamientos farmacológicos
En algunos casos el control de la glaucosa puede conseguirse por cambios en el estilo de vida, uso de antiadiabéticos orales (ADO’S) o la combinación de ambos. Es importante tener en cuenta que algunos tratamientos usados para el manejo de la diabetes pueden producir un aumento de peso y se asocian a un riesgo incrementado de hipoglucemia, que son bajadas en los niveles de glucosa en sangre de forma repentina.
Los tratamientos farmacológicos más habituales son:
• Los ADO’S (antiadiabéticos orales) que reducen los niveles de glucosa incrementando la producción de insulina o reduciendo la cantidad de glucosa producida y/o ayudando a la insulina a trabajar mejor. Los ADO’S no detienen la progresión de la enfermedad y el aumento de dosis para lograr el control glucémico eleva el riesgo de efectos colaterales.
• La insulinoterapia. En realidad la insulina no es un fármaco, es un tratamiento sustitutivo. El desarrollo de las insulinas modernas, o análogos de insulina, supone un adelanto muy significativo en el tratamiento de la diabetes. Con la sofisticación de las más modernas tecnologías, se hace posible una mayor adaptación personalizada de las pautas terapéuticas, destinadas a satisfacer las necesidades individuales de cada paciente. Las insulinas modernas
¿Se puede complicar una diabetes?
1. Ceguera: la retinopatía diabética es el problema más común, aunque las cataratas y el glaucoma son mucho más frecuentes en los diabéticos
2. Insuficiencia renal: muchos diabéticos desarrollan enfermedades del riñón debido al deterioro de las venas pequeñas. También puede aparecer neuropatía diabética (deterioro de la función de la fibra nerviosa) especialmente en los dedos e incluso en las manos. En estos casos se siente una sensación dolorosa con calor. Con el tiempo las áreas afectadas se vuelven menos sensibles y están expuestas a heridas e infecciones.
3. Amputaciones de miembros inferiores.
4. Hipertensión, arteriosclerosis y enfermedades de las arterias coronarias.
5. Cetoacidosis
6. Coma hiperosmolar: las personas mayores diabéticas, que también padecen otra enfermedad o heridas, y que no beben suficiente agua, pueden tener altas concentraciones de glucosa en sangre.
El futuro del tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2
Aunque la diabetes es una enfermedad crónica y hasta la fecha no podemos hablar de curación, sí podemos controlar posibles complicaciones, fruto de una diabetes mal controlada. Conseguir llevar a cabo un control glucémico intensivo sólo con inyecciones de insulina se hace, en ocasiones, muy difícil. Básicamente, lo que pretendemos siempre con el tratamiento con insulina es imitar la secreción insulínica del páncreas normal. Se producen picos de insulina para cubrir las necesidades de las comidas y después, durante las 24 horas, se producen, sobre todo durante la noche, cantidades muy pequeñas de insulina de forma constante, pero no a los mismos niveles durante toda la noche. En este contexto se han creado las Bombas de Infusión Continua de Insulina Subcutánea o Infusores de Insulina Subcutánea. Se trata de un pequeño dispositivo que, fundamentalmente, es un sistema de administración constante pero preprogramada por nosotros para la administración de insulina.
El transplante de páncreas o de islotes pancreáticos son opciones que se están realizando, pero que aún están muy lejos de poder considerarse una opción terapéutica generalizada.
El desarrollo de nuevos tratamientos tiene un importante reto que superar: mejorar el control de la enfermedad sin producir hipoglucemias ni aumento de peso. De hecho las terapias combinadas actuales provocan aumento de peso.
En este sentido, una nueva molécula, la liraglutida, ya aprobada por la EMEA y que llegará a España a mediados de 2010, se presenta como una nueva alternativa más que prometedora. La liraglutida, si se confirman los estudios realizados en animales, preservaría la funcionalidad de las células beta del páncreas e, incluso, evitaría la muerte de las más deterioradas, logrando por primera vez revertir el curso de la enfermedad. Los últimos ensayos que se están realizando mostrarían además eficacia en la reducción de peso en obesos prediabéticos y sin alteraciones en la glucemia.