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La diarrea del viajero afecta en la medida en que nos acercamos al trópico y disminuye a medida que nos alejamos de él. Por lo tanto, si tu destino a la hora de viajar comprende esa zona, ten cuidado y ármate de productos que te ayudarán a combatirla adecuadamente.
Aunque los casos de diarrea del viajero se pueden producir en cualquier lugar del mundo, lo cierto es que es un problema de salud muy frecuente cuando se viaja a países con menores condiciones higiénico-sanitarias, como los que ocupan el trópico, llegando a afectar hasta a un 40% de los viajeros durante o poco después de su viaje. Los microorganismos que la pueden causar son muchos y diferentes de un país a otro, pudiéndose deber a una infección por bacterias, virus o parásitos, siendo los más comunes la Escherichia coli, Shigela, Salmonella, Campylobacter, Rotavirus y Giardia Lamblia. En España por ejemplo, las más frecuentes en verano son las debidas a Salmonella, Staphylococcus o Campylobacter. Aunque la mayoría de las veces la diarrea no comporta gran riesgo, porque el cuerpo acaba acostumbrándose a los cambios de microorganismos y de medio ambiente, sí pueden alterar el itinerario del viaje, e incluso en el 30% de los casos, puede obligar a permanecer en cama durante 2 ó 3 días.
Los síntomas comienzan en el segundo o tercer día de estancia y en más del 90% de los casos durante las 2 primeras semanas. Un cuadro de diarrea se define como la aparición de cuatro o más evacuaciones sueltas en 24 horas, o tres o más en un periodo de 8 horas, y si se acompaña de al menos uno de los siguientes síntomas: náuseas, vómitos, calambres o dolores abdominales, fiebre, urgencia o dolor en la defecación. La mayoría tendrán menos de 6 deposiciones al día, pero un 20% llegan hasta 20 deposiciones. Un pequeño porcentaje de los viajeros sufrirá una diarrea con sangre (disentería), que puede acompañarse de fiebre, escalofríos, sudoración profusa e intensa y debilidad cuyo origen responde a infecciones invasivas de la pared intestinal, como Shigellosis, fiebre tifoidea o Campylobacter. La fiebre y la sangre o moco en las heces son criterios de gravedad.
Cuidado con…
Según explican desde la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), la infección se adquiere por la vía oral a través del consumo de alimentos o bebidas contaminadas con los microorganismos, comidas pasadas o estropeadas y/o ingestión de sustancias tóxicas. Los alimentos con mayor riesgo son aquellos adquiridos en la calle a vendedores ambulantes, y los más seguros son los cocinados por nosotros mismos.
Entre los alimentos de alto riesgo destacan los moluscos, mariscos, frutas no lavadas o sin pelar, ensaladas, mayonesas y alimentos que contienen huevo, leche y sus derivados, postres dulces, quesos y embutidos. Entre los alimentos más seguros figuran el pan y derivados, aquellos servidos muy calientes, carnes y pescados bien cocidos, frutas con la piel intacta peladas o lavadas por uno mismo, verduras hervidas, pastas sin huevo recién cocida.
4 reglas básicas
1. Lávate siempre las manos con jabón después de ir al baño o siempre que hayas intercambiado monedas, toallas o algún objeto. Este es un modo típico de contraer disentería por Shigella. Para secarlas, usa una toalla limpia o simplemente aire. Las manos húmedas pueden suponer un riesgo de infección.
2. Sé muy pulcro cuando vayas a manipular alimentos, y asegúrate de que quienes te los sirven también lo sean. Lava siempre las frutas y verduras concienzudamente. Evita las ensaladas y vegetales crudos y pela siempre las frutas personalmente.
3. Presta atención al agua y bebe siempre las bebidas embotelladas y cerradas. No uses agua del grifo para hacer hielo ni para cepillarte los dientes o para lavar alimentos. No tragues agua durante la ducha o baño. La esterilización es el medio más seguro de obtener agua potable: hirviéndola durante 10 minutos (en zonas de gran altitud ha de aumentarse este tiempo) y filtrándola (filtro de porcelana) previamente si estaba turbia. La desinfección se consigue con lejía común (3 gotas de lejía de 12º por litro de agua), con productos que liberan cloro (una pastilla por litro de agua) y con sales de plata o yodo (10 gotas de tintura de yodo por litro de agua). Los equipos portátiles que asocian un filtro y un desinfectante (resina yodada) representan una buena opción para los viajeros de aventura.
4. Evitar helados, natillas, flanes, cremas y derivados lácteos no pasteurizados.
5. Ten cuidado con las conservas. Por ejemplo la toxina botulínica puede encontrarse en algunos alimentos en conserva, al igual que la que produce el Staphylococcus aureus o el Bacillus cereus (este último a veces, al calentar y enfriar repetidamente platos preparados con arroz). Algunas de estas toxinas son muy resistentes al calor y se eliminan difícilmente de los alimentos al cocinarlos.
Rehidratarse: vital
Ante una diarrea de estas característics, lo importante es no deshidratarse. En cuanto la diarrea comienza, se debe aumentar la ingesta de líquidos. Si la diarrea continúa más allá de 24 horas, hay que preparar y beber sobres de rehidratación oral (1 sobre en 1 litro de agua) y comer normalmente, evitando inicialmente lácteos y siendo recomendables los alimentos como arroz cocido, fruta pelada, tostadas de pan, sopas y galletas saladas. Si no se dispone de sobres de rehidratación oral, se puede recurrir a una preparación casera hecha con 1 litro de agua al que se añaden 6 cucharaditas rasas de azúcar y 1 cucharadita rasa de sal. La SEPD recomienda que la cantidad de líquidos a ingerir sea: en niños menores de 2 años 1/4-1/2 vaso (50-100 ml) después de cada deposición, en los niños con edades comprendidas entre los 2-10 años 1/2-1 vaso (100-200 ml) después de cada deposición y sin límite en los adolescentes y adultos.
Así es tu viaje, así te afecta
*Por la SEPD (Sociedad Española de Patología Digestiva)
- Lugar de origen: los viajeros procedentes de países desarrollados tienes más probabilidad de padecer de diarrea del viajero.
- Lugar de destino: a mayor pobreza, mayor incidencia de diarrea del viajero. Así los destinos con mayor riesgo son África, sudeste asiático, América Central y del Sur; y en menor medida el Caribe y la Europa del Este.
- Duración de la estancia: mayor riesgo a mayor duración del viaje.
- Tipo de viaje: el turismo de playa en complejo turístico tiene una menor incidencia que el tour en grupo organizado, y el turismo de aventura se asocia a las tasas de incidencia más altas.
- Tipo de hotel elegido: en relación con las condiciones higiénicas del establecimiento, así como con el tipo y lugar donde se realizan las comidas.
- Estación del año: más frecuente en los meses de verano en los países subtropicales.
- Características del viajero: tienen más probabilidades de padecerlo niños, adultos jóvenes entre 15-30 años y ancianos, mujeres embarazadas, inmunodeprimidos (diabéticos, VIH), enfermedad inflamatoria intestinal, personas en tratamiento con antiácidos o con cirugías gástricas (gastrectomizados).