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Además de asociarse a crisis asmáticas y a reacciones alérgicas leves y moderadas, el glutamato monosódico ha sido declarado en varias ocasiones culpable de provocar el conocido como Síndrome del Restaurante Chino, caracterizado por episodios de taquicardia, dolores de cabeza, náuseas y vómitos, entre otras afecciones. Ahora, este aminoácido potenciador del sabor, importado de Oriente y de uso generalizado en la industria alimentaria y la restauración, vuelve a llenar las páginas de revistas científicas como The New Scientist. La polémica, esta vez, ha partido de las investigaciones realizadas por un equipo de la Universidad de Hirosaki, dirigidos por Hiroshi Ohguro, quienes han establecido una asociación entre este aditivo alimentario y la frecuencia de lesiones en la retina y el incremento de casos de glaucoma, una de las causas más comunes de ceguera en el sudeste asiático. Aunque las dosis de este aditivo empleadas en las ratas de laboratorio excedían en un 20% a las normalmente utilizadas en una dieta normal, aún quedan por determinar los límites que establecen la seguridad del producto. No obstante, sendos informes elaborados por la Unión Europea y la FDA defienden el uso del glutamato monosódico, por considerarlo un aditivo seguro y sin efectos sobre la salud humana salvo en casos de intoxicación por exceso. El glutamato monosódico es el responsable del llamado quinto sabor aminoácido o «umami», identificado por los científicos después de los sabores dulce, amargo, salado y agrio.