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El colesterol es un tipo de grasa producida por el hígado que circula por la sangre y que es necesaria para regular ciertas funciones del organismo. Pero cuando los niveles están elevados (por encima de 200 miligramos por decilitro) se habla de hipercolesterolemia, una condición que aumenta el riesgo de arteriosclerosis y de infarto de miocardio.
Este aumento del colesterol puede tener origen hereditario, es la llamada hipercolesterolemia familiar, una de las enfermedades genéticas más frecuentes, que en España podrían padecer 1 de cada 250 personas. Se manifiesta por altos niveles de colesterol LDL desde edades tempranas, aunque con frecuencia no se detecta hasta la edad adulta. En otros casos, la enfermedad puede estar favorecida por una alimentación poco saludable o demasiado calórica. Está demostrado que el exceso de colesterol, concretamente el colesterol LDL, es un factor de riesgo de la enfermedad cardiovascular, responsable del 60% de las enfermedades de corazón y del 40% de los infartos cerebrales.
¿Cómo actúa? Tipos de colesterol
La sangre conduce el colesterol desde el intestino o el hígado hasta los órganos que lo necesitan y lo hace uniéndose a partículas llamadas lipoproteínas, de las que existen dos tipos:
⊕ De baja densidad (LDL): se encargan de transportar el nuevo colesterol desde el hígado a todas las células. Es el llamado colesterol LDL o “malo” ya que se deposita en la pared de las arterias y forma las placas de ateroma dificultando la normal circulación de la sangre.
⊕ De alta densidad (HDL): recogen el colesterol no utilizado y lo devuelven al hígado para su almacenamiento o excreción al exterior a través de la bilis. Es el colesterol HDL o “bueno” porque “arrastra” el exceso de colesterol para que sea destruido.
Según la Fundación Española del Corazón, en la población general es aconsejable que el colesterol total no supere los 200 mg/dl y que el colesterol LDL esté por debajo de 100 mg/dl, cifra que en los pacientes coronarios de muy alto riesgo debe estar siempre bajo el umbral de los 70 mg/dl.
Qué hacer
Si no hay otros factores de riesgo, una alimentación equilibrada baja en grasas saturadas, así como la realización de ejercicio aeróbico regular pueden mantener a raya el colesterol. Estas medidas se pueden reforzar con tratamientos naturales con la toma de complementos alimenticios como levadura de arroz rojo o coenzima Q10. Si con ello no se consiguen rebajar los niveles o existen otras complicaciones, el médico optará además por un tratamiento con fármacos.