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La presencia de los Trastornos de la Conducta Alimenticia (TCA), es un mal que en los últimos años ha experimentado una peligrosa y amenazante extensión. Así, se ha convertido ya en la tercera enfermedad más frecuente entre los jóvenes europeos, afecta al 12% de los jóvenes entre 13 y 20 años y se calcula que un 3% de la población puede estar sufriendo alguna de estas patologías.
Estos datos, entre otros igualmente preocupantes, hablan de una agudización del problema debido a lo que la profesora de Psicología Social de la Universidad CEU San Pablo y directora del Área de Tratamiento Psicosocial del Instituto CENTTA para el tratamiento de los Trastornos Alimenticios, Carmen Valle, denomina “patologización de la alimentación”.
Como explica la psicóloga, existe una tendencia a la “polarización” de los hábitos alimenticios. De modo que, cada vez más, las personas se alinean “o en el extremo de la alimentación insana o en el extremo de la atención excesiva a hacia las calorías consumidas”.
En este contexto, la llegada de la Navidad, con la emotividad que lleva aparejada y su importante tradición gastronómica, puede resultar el detonante tanto para el desarrollo definitivo del trastorno alimenticio como para su definitivo agravamiento. “Las celebraciones navideñas –advierte Valle- son una de las épocas del año más amenazantes para aquéllos que sufren un TCA, quienes han de lidiar con la doble problemática de la gran emoción por la que se caracterizan estas fechas y la constante referencia a la comida”
Así, en el marco de la Navidad y sus costumbres alimenticias “no es raro que personas que padecen un TCA empeoren significativamente su estado, sintiéndose mal y deseando que finalice la época festiva, y que personas que comenzaban a presentar algún síntoma relacionado con los TCA, terminen de de desarrollar el trastorno a lo largo de la Navidad”, señala Carmen Valle.
Por otro lado, la profesora de la CEU USP insiste también en la necesidad de superar viejos esquemas a la hora de catalogar los TCA, que son algo más que la bulimia y la anorexia. Se debe dar cabida “a la gran variedad de TCA que existen, y que no se limita exclusivamente a la anorexia y a la bulmia ni coinciden con la imagen prototípica de una anoréxica o una bulímica que generalmente tenemos”
Precisamente, lo que demanda Carmen Valle, es una concienciación fundamentada sobre una realidad “tan enraizada en el propio sistema social” como son los TCA, a los que considera “una de las mayores amenazas actuales en lo que se refiere a enfermedades psicológicas”.