Se cumple una década desde que entrara en vigor la primera ley frente al tabaco (28/2005 en el medio laboral y en la regulación de la publicidad), una norma que, según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), ha permitido reducir el número de fumadores, a la vez que ha ido aumentando el apoyo social frente a la regulación en pro de la salud de los españoles. Desde el Grupo de Abordaje al Tabaquismo (GAT) de semFYC se hace balance de lo que ha supuesto la regulación de este hábito.
El 2 de enero de 2010 entró en vigor la Ley 42/2010 de medidas sanitarias frente al tabaquismo con el objetivo principal de proteger a la población y, particularmente, a los trabajadores de la hostelería de los humos tóxicos y cancerígenos del tabaco. Una ley que venía a completar los efectos positivos de la Ley 28/2005. Tal y como señala la doctora Ana Mª Furió, coordinadora del Grupo de Abordaje al Tabaquismo (GAT) de semFYC, “la mayoría de la población ha aceptado de buen grado y sin fisura la legislación. Un cumplimiento que se sitúa por encima del 95% gracias a la colaboración ciudadana. De hecho, diferentes encuestas muestran que el apoyo a la ley ha ido en aumento con el transcurso del tiempo. Sin embargo, pese a estas estupendas noticias no se debe bajar la guardia y hay que mejorar el seguimiento en terrazas, salones de juego y pequeñas poblaciones, donde se está perdiendo el efecto protector de la misma”.
Entre 2009 y 2011, la exposición de la población al humo de tabaco ambiental se redujo en un 77% en los centros de trabajo, en un 57% en los lugares de ocio y en un 31% en los hogares. Asimismo, la contaminación por partículas finas (PM 2,5) en los locales de hostelería descendió en más de un 90% tras la entrada en vigor la Ley. “Antes de 2010”, comenta la doctora Furió, “en un alto porcentaje de locales de ocio, los niveles de contaminación por estas partículas eran mucho más elevados que en los días de mayor polución en ciudades como Pekín”.
También ha disminuido el número de fumadores en nuestro país (entre 2009 y 2014) en 1,2 millones y los que continúan con el hábito consumen menos cigarrillos al día. Para el presidente de semFYC, el doctor Josep Basora, “las ganancias en salud han sido extraordinarias, con un descenso de los ingresos (del 11% por infarto cardiaco y de al menos un 15% por asma infantil) y de una mejoría relevante de la salud respiratoria de los trabajadores de la hostelería, que han sido las verdaderas víctimas de la situación anterior”.
Gasto sanitario
El gasto sanitario de un fumador es un 44% más elevado que el de un no fumador. Si se consideran los costes sanitarios por días de baja laboral y pérdida de productividad, un fumador genera 1.200 euros más costes anuales que un no fumador. “Por lo que la menor recaudación fiscal por descenso de ventas de tabaco se verá compensada por la reducción de la factura sanitaria”, subraya la coordinadora del GAT.
Respecto a las ventas de tabaco, desde el 2010 y hasta el 2015 han disminuido en un 50%. Para el GAT esto se corresponde no solo al descenso de los fumadores y al menor número de cigarrillos consumidos diariamente sino también a la coincidencia con la crisis y con la introducción de la imposición sobre las labores del tabaco como medida para elevar su precio.
Por último, la Encuesta Europea de Presupuestos Familiares que se realiza cada año mostró que el gasto de las familias en bares, restaurantes y cafeterías disminuyó con la crisis pero lo hizo más en los años previos a la Ley que en los posteriores. Además, diversas encuestas demuestran un aumento de la satisfacción de los clientes después de la Ley del tabaco. Por todo ello, “en términos de salud pública, factura sanitaria y clima social el balance de la legislación del tabaco es muy positivo”, concluye el doctor Basora.