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Los antiinflamatorios no esteroideos (también llamados AINEs) son uno de los fármacos más utilizados en el mundo. Se estima que un 10-20% de las personas mayores de 65 años toman estos fármacos y que en un periodo de 6 meses, el 27% de estas personas ha recibido al menos una prescripción de un AINE. Los costes derivados de sus efectos secundarios pueden incidir notablemente en el gasto sanitario. Las cifras potenciales se tornan en alarmantes cuando se conoce que un 25% de los que toman antiinflamatorios tradicionales desarrollan algún efecto secundario como dolor abdominal, ulceración, hemorragia o perforación, precisando en muchos casos asistencia médica y hospitalización.
Conocemos además que un 40% de las hemorragias y perforaciones gastrointestinales son atribuibles al consumo de antiinflamatorios tradicionales y que un 30% de los ingresos hospitalarios de muchas unidades de nuestro país se deben a hemorragias digestivas. En cifras absolutas para nuestro país se estima que unas 65.000 personas al año desarrollan una complicación gastrointestinal, de las que entre 26.000 a 40.000, según las estimaciones dependen de la toma de Antiinflamatorios tradicionales. De acuerdo al estudio EPISER de la Sociedad Española de Reumatología, a estas cifras de complicaciones hay que añadir otras importantes como son la utilización de recursos sanitarios con 1.304.571 visitas médicas, 96.000 visitas a los servicios de urgencias, 137.000 consultas al especialista de aparato digestivo, y 82000 al reumatólogo.
Estas cifras se completan con las derivadas de otros aspectos más indirectos pero que también tienen un impacto enorme en el gasto y en la calidad de vida de nuestros pacientes e incluyen 137.000 personas que han tenido jornadas de pérdida de trabajo y 288.000 con alguna limitación de su actividad.
No menos ominoso resulta evaluar la mortalidad atribuible al tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos tradicionales. Los datos obtenidos de evaluar la información publicada en grandes estudios ha permitido concluir que se observa una muerte cada 1200 casos tratados con antiinflamatorios tradicionales durante 2 mes.
Desde aproximaciones metodológicas diferentes, cifras similares se han observado en otros estudios lo que han permitido concluir que las cifras de muertes atribuibles a estos antiinflamatorios clásicos es similar a la observada en accidentes de tráfico y superior a otras conocidas como el asma o el cáncer de cervix uterino. En España este número de muertes atribuible a AINE se acerca a 1300 casos.
En el momento actual existen 2 estrategias para reducir los problemas asociados a la toma de antiinflamatorios tradicionales: una de ellas, la clásica, consiste en asociar un fármaco para «proteger» el tracto digestivo superior (estómago y duodeno); la otra consiste en administrar o prescribir un fármacos más seguro desde el punto de vista gastrointestinal, los coxibs.
La estrategia clásica ha demostrado esta ampliamente extendida en la medicina, pero existen aspectos importantes que merecen la pena ser valorados. Los datos disponibles sugieren que la co-administración de antiinflamatorios tradicionales y gastroprotector reducen la frecuencia de complicaciones en un 50%. Este aspecto no debe hacer olvidar que aproximadamente un 32% de las hemorragias digestivas y un 20% de las perforaciones se originan en el tracto digestivo inferior (colon, intestino delgado), área en la que los gastroprotectores no tienen efecto. El otro aspecto que merece la pena resaltar es que la «cultura» de la gastroprotección está tan extendida que se han sobrepasado todos los límites razonables en términos coste-beneficio. De acuerdo a las evidencias científicas la gastrorotección se debe ejercer en el paciente de riesgo, lo cual debería suponer no más de un 15-20% de todas las prescripciones. Los datos en nuestro país sugieren que las cifras actuales superan el 50%. Esto hace que los costes directos derivados de uso de antiinflamatorios tradicionales sobrepasen en el año 2000 los 584 millones de Euros, de los que 451 se deben al gasto en gastroprotección. De esta manera resulta al menos 10 veces más caro evitar un episodio de hemorragia que tratarlo.
Dr. Angel Lanas
Gastroenterólogo
Hospital Clínico de Zaragoza