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Supermercado o farmacia. Sin duda, a la hora de comprar, uno se preguntará dónde conviene más hacerlo. Y es lógico. Frente a la proliferación de productos antes exlusivos de farmacia y ahora ocupando multitud de estantes en los supermercados, unos intentarán salvaguardar su bolsillo y otros la seguridad de un servicio profesionalizado por un experto farmacéutico. Sin embargo, existen varios motivos que inclinan la balanza a favor de estos últimos y que se relacionan en todo momento con una mejor calidad sanitaria compensadora de esas pesetas de más que, además, no son regla general, ya que no siempre existen diferencias de precio entre uno y otro establecimiento.
En primer lugar, la formación del farmacéutico en la universidad y a lo largo de su carrera profesional, le dota de una preparación completa en la que se otorga especial atención a la composición de los productos. Cada uno de los componentes de las leches infantiles, cremas de cosmética, potitos y demás preparados de nutrición infantil son perfectamente reconocibles para el farmacéutico, que además posee conocimientos acerca de las posibles reacciones o efectos secundarios que pudiera provocar en el organismo. Así por ejemplo un caso muy frecuente es la reacción infantil a la lactosa que el farmacéutico puede predecir recomendando un producto alternativo con distinta composición.
El respaldo y la responsabilidad que asume el farmacéutico queda reflejada asimismo en el cuidadoso control de calidad así como de las fechas de caducidad. Las entradas y salidas de productos de este tipo son tan revisadas como cualquier medicamento y la manipulación a la que están expuestos es siempre mucho menor a la que se realiza en grandes almacenes y supermercados, manipulación que también se refiere a posibles devoluciones que se pudieran ocasionar. Respecto a la distribución farmacéutica, ésta se cuida hasta el último detalle y la llevan a cabo proveedores especializados.
Los laboratorios farmacéuticos se hallan sometidos a una constante investigación que atañe a la composición de los productos. En este caso, la cosmética es la principal beneficiaria. Los factores de protección solar están testados y comprobados científicamente y todas las cremas están sometidas a constantes controles hipoalergénicos. Además, todos sus productos están garantizados por importantes marcas comerciales farmacéuticas cuya labor especializada se comprueba día a día.
El farmacéutico al vender tiene un solo objetivo: que el cliente quede satisfecho y que el nivel sanitario de la zona que cubre se mantenga bien alto. Por tanto, cuidar hasta el último detalle los servicios que presta se convierte en un acto cotidiano y en su mayor preocupación.