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El excesivo sueño diurno, el cansancio y la fatiga son la causa de hasta un 30% de los accidentes de tráfico según han constatado numerosos estudios científicos. El perfil de estos conductores es de jóvenes de entre 18 y 29 años, trabajadores a turnos, conductores con un consumo elevado de drogas y alcohol y conductores profesionales. En un 5% de las ocasiones, estos accidentes tienen su causa en un problema de salud relacionado con los trastornos del sueño y especialmente con en el Síndrome de la Apnea del Sueño o SAHS.
Según datos procedentes de lugares tan dispares como España, los Estados Unidos, Inglaterra, Japón, Australia, Alemania, Suiza o Francia, las personas con apneas de sueño presentan un riesgo más elevado de accidentes de tráfico; entre 3 y 4 veces mayor que los conductores que no sufren esta enfermedad. Representa, un factor de riesgo aumentado en un porcentaje 300 a 400% más alto que otros trastornos de salud más reconocidos como son los defectos visuales, los defectos auditivos, las enfermedades cardiovasculares y las enfermedades reumáticas que se asocian con un 25% de exceso de accidentes respecto a la población sana; la diabetes que conlleva un exceso de riesgo de accidentes de un 50%, o las
Según el Dr. Joaquín Terán, neumólogo, coordinador del área de sueño de SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica), «es importante reconocer que la apnea del sueño es una enfermedad relacionada con los accidentes de trafico pero también lo es saber que tiene tratamiento y por lo tanto muchos accidentes pueden ser evitados”. “Por eso”, prosigue este especialista, “es muy importante concienciar a los conductores y a las personas que padecen trastornos de sueño, en especial, de la importancia de un buen descanso nocturno, tal y como indica el lema que este año presidió el Día Mundial del Sueño: conduce despierto, llega a salvo.”
Los accidentes de tráfico producidos por la somnolencia suelen ser muy graves y lesivos porque ocurren a mayor velocidad y, con frecuencia, se trata de colisiones frontales. Más allá de la pérdida de vidas y los graves problemas de salud destaca el elevado coste social y económico que representan.