Vulvovaginitis

A los 25 años, la mitad de las mujeres habrá sufrido al menos una infección vulvovaginal o vulvovaginitis. Los especialistas de la SEGO nos recuerdan que, aunque ir al médico sea un “rollo”, es la única forma de evitar que se prolonguen en el tiempo con falsos autodiagnósticos que a menudo están en la base de su recurrencia. 

La vulvovaginitis es la inflamación de la mucosa vaginal y de la piel vulvar, aunque no siempre afecte a ambas zonas a la vez. Estas patologías pueden presentar diversos síntomas y signos en función del tipo de infección, siendo las más frecuentes la vulvovaginitis candidiásica y la vaginosis bacteriana. Estas infecciones pueden presentar diversos síntomas, como prurito (picor), ardor, dolor (vulvodinia), eritema (enrojecimiento de la piel), edema inflamatorio de piel y mucosas, y aumento de la secreción vaginal, en ocasiones maloliente, de color y características diferentes según el agente causante. 

En las vulvovaginitis no infecciosas, los principales síntomas son escozor, dolor perineal, disuria por contacto y, raramente, aumento de secreción vaginal. En estos casos, el tratamiento consiste en evitar los agentes irritantes en la zona vaginal, junto con la adopción de medidas terapéuticas para el alivio de los síntomas, y el uso de corticoides tópicos para reducir los síntomas.

El ABC para distinguirlas 

Vulvovaginitis candidiásica

  1. Qué es: en la vulvovaginitis candidiásica, cuya mayor incidencia se produce entre los 20 y 40 años, la inflamación de la vagina se produce por diferentes especies de hongos, fundamentalmente de la especie Candida, responsable de aproximadamente el 25% de las vulvovaginitis infecciosas. 
  2. Sus posibles causas: el mal control de la diabetes, el uso de antibióticos, que provoca un desequilibrio de la microbiota vaginal, niveles elevados de estrógenos por el uso de anticonceptivos, un embarazo o el seguimiento de una terapia estrogénica, y/o algunas enfermedades inmunodepresoras como el VIH o el lupus, están detrás de su aparición y recurrencia. Para su detección, se debe realizar una exploración minuciosa y pruebas complementarias que confirmen los síntomas, ya que una de las causas frecuentes del fallo terapéutico es un diagnóstico erróneo. 
  3. En cuanto al tratamiento, una guía de asistencia práctica recién editada por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomienda tratamientos tópicos con derivados imidazólicos, poliénicos o piridona de corta duración, que han demostrado su eficacia y seguridad y pocos efectos adversos. En el caso de las vulvovaginitis candidiásicas recidivantes (recurrentes o que reaparecen tras un periodo de curación), hay que reforzar el tratamiento, ya que en un porcentaje considerable de casos el tratamiento farmacológico con azoles no elimina la presencia del hongo en la vagina y este se desarrolla de nuevo cuando se dan las condiciones ambientales favorables. Los expertos también recomiendan prolongar la terapia por vía oral a 14 días, y la opción de un tratamiento de mantenimiento durante 6-12 meses. Asimismo, considera como alternativa terapéutica segura y coste efectiva en pacientes con alto riesgo de recurrencias la prescripción de Lactobacillus por vía vaginal.

Vaginosis bacteriana

  1. Qué es: la vaginosis bacteriana es una infección motivada por un desequilibro de la microbiota vaginal y el incremento de diversas bacterias. Aunque en la mayoría de casos es asintomática, en otros presenta como síntoma principal el incremento de la secreción vaginal maloliente. 
  2. Entre los factores de riesgo se encuentran el tabaco, el uso de duchas vaginales o productos de higiene intravaginal o ser mujer de raza negra. Aunque no se considera una infección de transmisión sexual (ITS), es una patología que aumenta con el número de parejas sexuales.
  3. El tratamiento: ante el riesgo incrementado de ITS, bacterianas o virales, la guía recomienda bacteriana realizar un cribado de VIH en aquellas pacientes que tienen vaginosis bacteriana de forma recurrente. Además de los clásicos tratamientos antibióticos, el ácido láctico o los probióticos permiten reducir las resistencias a los antibióticos. En el caso de mujeres embarazadas, se recomienda el uso de cloruro de decualinio como tratamiento de elección durante la gestación, mientras que no está aconsejado el uso de antibióticos durante el primer trimestre del embarazo. La tasa de recaídas de vaginosis bacteriana es bastante alta y hasta el 30% de las mujeres diagnosticadas presenta una segunda infección durante los primeros 3 meses, y hasta el 50% presenta una segunda infección durante el primer año. Para estos casos, la guía establece repetir el tratamiento, y en mujeres con recurrencias documentadas se plantea realizar terapias repetidas intermitentes a largo plazo con el fin de suprimir el crecimiento anormal de las bacterias.

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Paula Rivero

Soy de la primera promoción de Periodismo que salía del "horno" de Sevilla (en todos los sentidos), allá por el año 94. La falta de experiencia de una facultad que empezaba me llevó a tener tanto...