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Ni todas las toses son iguales, ni las causas que las desencadenan son las mismas. Considerada como el perro guardián de nuestros pulmones, saber de qué tipo es y tratarla, puede evitar el desarrollo de una bronquitis. Incluso, si no se coge a tiempo, de una neumonía.
La acción de los distintos virus sobre el aparato respiratorio puede hacer que, sin las debidas precauciones, lo que empieza como un simple catarro termine desencadenando una inflamación en alguna parte del pulmón. ¿Pero cuál es el primer indicador de que un virus de este tipo ha entrado en el organismo?.
La tos, cuya principal misión es la de vigilar la entrada a esos intrusos que, a través de las vías respiratorias, pueden alterar el buen estado de los pulmones. Así, según sea húmeda, seca, metálica, perruna, sibilante o con náuseas. Por ejemplo, la tos puede definir qué tipo de alteración la ha producido, facilitando el diagnóstico en uno u otro sentido.
Tos y bronquitis
Aunque el principal desencadenante de tos suele ser el resfriado común, hay una dolencia cuya seña de identidad más destacada: la bronquitis, que se puede definir como la inflamación de los principales conductos que llevan el aire a los pulmones (los bronquios) y cuyos síntomas son similares a los de un resfriado.
El origen de la bronquitis suele ser infeccioso, pero también puede estar producida como consecuencia de la contaminación ambiental o por la inhalación de gases tóxicos. Dando lugar a la bronquitis irritativa, explica el doctor Nicolás González Mangado, Jefe del Servicio de Neumología de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid.
El tipo más frecuente de bronquitis es la aguda
Casi siempre producida por un virus que ataca el revestimiento interno de los bronquios, produciendo una infección que afecta a la nariz, los senos paranasales y la garganta. De hecho, suele iniciarse con un cosquilleo en la parte posterior de esta que desemboca en una tos seca e irritante (de tipo perruno). El síntoma que permite diferenciarla de un resfriado común es el hecho de que, a medida que la infección empeora, puede producirse la expectoración de una mucosidad espesa de color amarillento. Suele remitir al cabo de una semana, sin presentar mayor complicación.
Tratamiento de bronquitis: Reposo y mucho líquido
Las principales pautas para el tratamiento de la bronquitis pasan por descansar y guardar reposo, beber muchos líquidos (lo mejor es obligarse a hacerlo cada una o dos horas), evitando aquellos que contengan cafeína; y mantener unos niveles adecuados de humedad en el entorno.
Otras medidas que ayudan a aliviar los síntomas:
- Adoptar una postura adecuada para dormir (los ataques de tos nocturnos son especialmente molestos)
- Evitar la ingesta de alimentos difíciles de masticar, como la carne y las verduras crudas (ya que cuando se padece bronquitis, cuesta trabajo respirar mientras se come).
- Recurrir a soluciones naturales como, por ejemplo, la infusión de marrubio, que reduce el grosor de las secreciones mucosas.
- En cuanto al tratamiento farmacológico, el doctor González Mangado señala que si se trata de un cuadro leve se puede acudir al tratamiento sintomático como los anticatarrales, los analgésicos, los sueros y los antitusígenos, que son eficaces siempre que no exista ninguna otra enfermedad o complicación.
En caso de que la fiebre persista durante más de dos o tres semanas; ésta supere los 38,5 ° C; la tos o las sibilancias se mantienen durante más de un mes o va acompañada de una secreción sanguinolenta; existe dificultad para respirar o aparecen otros síntomas como hinchazón de pies, hay que consultar con el especialista.
Toses sin fecha de caducidad
La bronquitis crónica se diferencia de la aguda en que no se trata de un cuadro vírico puntual, sino que sus síntomas son mantenidos en el tiempo.
Se diferencia por el tipo de tos que la caracteriza, es ronca y baja, con abundante presencia de flemas que cambian de color y persisten durante varios meses, pudiendo remitir y volver a surgir con el tiempo. Suele ir acompañada de otros síntomas como la dificultad para respirar y una sensación de presión en el pecho; infecciones respiratorias frecuentes (gripes y resfriados); inflamación en pies, tobillos y piernas; y coloración azulada en los labios, debido al déficit de oxigenación.
Está producida por una prolongada irritación de los pulmones cuyo culpable está perfectamente identificado: el tabaco.
En efecto, la exposición habitual al humo del tabaco (y, también, a determinadas emanaciones químicas) produce una irritación constante en los tubos bronquiales que los convierte en el caldo de cultivo ideal para la incubación de infecciones.
El tratamiento inicial suele ser similar al de la bronquitis aguda. Si los síntomas no mejoran, el especialista puede prescribir medicamentos inhaladores con el objetivo de abrir las vías respiratorias constreñidas y favorecer la eliminación de la mucosidad. Si la infección está producida por una bacteria (tan solo un 10 % de los casos), se indican antibióticos.
PREVENCION: Para prevenirla, es importante dejar el tabaco, así como evitar la exposición a contaminantes y otros irritantes de los pulmones y vacunarse anualmente contra la gripe.
No a todo se le llama bronquitis, puede ser…
Tal y como explica el doctor González Mangado, a menudo, el término bronquitis se emplea muy alegremente y de manera inadecuada. Normalmente la mayoría de los procesos infecciosos de las vías aéreas superiores suelen ser virales, y están producidos por virus catarrales, gripales y similares, afectando principalmente a las nariz y la garganta.
Esta afectación puede llevar a la persona que la padece a confundir los síntomas. Así, si, por ejemplo, la garganta se irrita, produce una tos seca que a veces puede descender un poco y afectar a la tráquea, dando lugar a una traqueítis, que cursa con una tos irritativa muy seca y molesta que a veces se confunde con una bronquitis.
Según el experto, lo habitual es que estas falsas bronquitis se deban a un catarro o, como mucho, a una traqueítis. Es cierto que el término bronquitis es difícil desde el punto de vista clínico, de ahí la importancia de que, ante una tos persistente acompañada de unos síntomas distintos a los habituales en una gripe o catarro, nos pongamos en manos del especialista, que es quien, mediante la auscultación (para determinar la existencia o no de ruidos o pitos en el pecho), puede determinar sí se trata realmente de una bronquitis y pautar el tratamiento más adecuado.
Virus, bronquitis y neumonía: amistades peligrosas
Aunque se trata de enfermedades distintas, todas ellas están interconectadas entre sí, siendo la neumonía el último estadio. La complicación en la que pueden derivar las otras dos. Sin embargo, esto no significa que una bronquitis tenga que desembocar indefectiblemente en una neumonía.
Se trata de enfermedades diferentes y la única relación que existe entre ambas es que pueden estar producidas por un germen infeccioso y las dos afectan al pulmón; pero mientras la bronquitis es un proceso inflamatorio que afecta a las vías de conducción, que son los bronquios, siempre que se diagnostica una neumonía nos estamos refiriendo a un proceso especialmente infeccioso, que implica directamente al tejido pulmonar, señala el especialista.
Existe una relación muy directa entre la gripe y la neumonía, de tal forma que se podría decir que la interconexión entre ambas se produce en un doble sentido:
Por un lado, algunos virus de la gripe son tan agresivos que tienen la capacidad de afectar el pulmón y producir una neumonía; por otro, sobre todo en personas mayores o con las defensas bajas, el estado gripal puede dejar al organismo tan debilitado que le predisponga a estar más vulnerables a contraer una neumonía bacteriana. Los procesos gripales intensos, – señala González Mangado- pueden cursar con pequeñas afectaciones neumónicas (esto es, la presencia de focos infecciosos en el tejido del pulmón) de origen viral. De hecho, se dice que si se practicasen radiografías a todas las personas que tienen una gripe se encontraría entre un 15 y un 20 por ciento de afectados neumónicos. Sin embargo, no hay que alarmarse, ya que esta afectación a nivel pulmonar es una complicación normal de la gripe, que suele remitir junto a esta.
Precauciones: Pulmones a prueba de virus
Reforzar las defensas del organismo frente a las acción de los virus y bacterias que afectan a las vías respiratorias es posible mediante la adopción de una serie de precauciones:
- Evitar en la medida de lo posible cualquier contacto con el tabaco, lo que
significa tanto no fumar como alejarse de todos los ambientes cargados de
humos. - Permanecer alejado o intentar reducir el tiempo de exposición de todos aquellos
ambientes y factores que puedan irritar las vías aéreas (nariz, garganta y
pulmones). Está demostrado que el contacto habitual con vapores dañinos,
como los emanados por ciertos tipos de fábricas, aumenta la probabilidad
de padecer una bronquitis aguda. - Asegurar la correcta ingesta de agua y líquido al
del organismo: la deshidratación puede espesar las mucosidades y
dificultar la expectoración. - Eliminar el uso de productos en aerosol, como fijadores para el cabello,
desodorantes e insecticidas, que pueden favorecer la irritación de las
vías respiratorias. - Recurrir a vitaminas y suplementos que favorecen el buen estado de las vías respiratorias:
la vitamina C, particularmente útil contra los virus que atacan el sistema
respiratorio; los flavonoides, antiinflamatorios y antivirales naturales;
y plantas como la equinácea o el astrágalo, que, además de ser
antibacterianas y antivirales, refuerzan la inmunidad y, en dosis elevadas
pueden combatir los síntomas de la bronquitis aguda.
A vueltas con los antibióticos
Pese a las numerosas campañas de advertencia al respecto, el uso de antibióticos como primera opción sigue siendo una práctica habitual en aquellas personas aquejadas de bronquitis. Una reciente investigación en la que dos expertos de la Facultad de Medicina del Estado de Virginia realizaron una revisión sobre los últimos hallazgos acerca de esta enfermedad, puso de manifiesto la ineficacia de estos fármacos para la mayoría de los casosde bronquitis.
Según el doctor Richard P. Wenzel, presidente del Departamento de Medicina Interna de esta universidad y uno de los autores de este informe, apenas un pequeño porcentaje de los casos de bronquitis aguda está producido por bacterias para las que existe tratamiento, como es el caso de la tos ferina, mientras que en la mayoría de los casos, la inflamación de los bronquios está causada por agentes para los que aún no se cuenta con una terapia.
Neumonía: atención a los síntomas
Estas son los signos más típicos que pueden apuntar a la aparición de una neumonía:
- Fiebre,escalofríos y sudoración.
- Tos acompañada de expectoración mucosa, amarillenta, de color asalmonado o
purulenta (según el microorganismo causante). - Dolo ren el tórax, que aumenta al toser o al respirar.
- Dolor de cabeza, muscular o articular.
- Falta de apetito, debilidad o malestar en general.
- Disnea (dificultad para respirar).
- Ruidos crepitantes que se perciben al auscultar la zona afectada.
Por lo general la enfermedad se propaga por la nariz, garganta a su tráquea y vías respiratorias.
La bronquitis aguda tiene una duración de 3 a 6 semanas y no suele ser una enfermedad grave. Y si tienes tos podría durar unas semanas e incluso llegar a unos 20 días
La neumonía comienza a empeorar al toser o respirar ya que produce un level dolor, sudores nocturnos o perdida de peso de forma extraña. Por lo general se refleja como dificultad para respirar, escalofríos y fiebre persistente.
Atento a los síntomas de la bronquitis aguda y crónica pueden ser: tos, flema (mucosidad esputo), fatiga, dificultad para respirar, fiebre ligera, escalofríos y molestia en el pecho.
El mejor antibiotico y comúnmente utilizado son: penicilinas y amoxicilina ambos a dosis altas, lovofloxacino, y macrólidos (azitromicina y claritromicina)