La incidencia de la hepatitis C en España ha disminuido drásticamente en los últimos 10 años: hoy en día, está cerca de considerarse una enfermedad rara. Durante esta década, distintos hitos han posicionado a España a un paso de lograr la eliminación de la
enfermedad como problema de salud pública. El primero de ellos, y probablemente el más importante, fue la puesta en marcha en 2015 del Plan Estratégico del abordaje de la hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud (SNS), en el marco de la estrategia de eliminación de la enfermedad a nivel global de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En ese momento, había entre 350.000 y 375.000 personas afectadas en nuestro país. En 2017, el acceso universal al tratamiento antiviral permitió la curación de la infección en prácticamente la totalidad de los pacientes diagnosticados hasta entonces. En 2020, la publicación de la guía de cribado de la hepatitis C del Ministerio de Sanidad facilitó el abordaje y diagnóstico de los grupos de población con mayor prevalencia de la infección.
En los últimos años, algunas Comunidades Autónomas han elaborado diferentes planes de eliminación de la hepatitis C. Están activos el de Galicia, puesto en marcha en 2023 y que incluye el cribado oportunista etario (es decir, un tipo de detección de enfermedades que se ofrece a personas de una edad específica en el contexto de una visita médica a la que acuden por otro motivo) en personas de entre 49 y 60 años, y el de Andalucía, puesto en marcha en 2024 como parte del Plan Integral para el abordaje de todas las enfermedades virales. Sociedades científicas como la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) y asociaciones, como la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE), han tenido también un papel importante en el impulso de acciones encaminadas a la eliminación de la hepatitis C.
Este importante esfuerzo de detección y terapéutico se ha visto reflejado en una reducción muy relevante tanto de la mortalidad asociada a la hepatitis C como de la prevalencia global de la enfermedad en nuestro país. Esta última está hoy en torno a un 0.14%, cifra que nos sitúa
muy cerca del objetivo de la eliminación. Hasta diciembre de 2024, el número de pacientes tratados en España asciende a más de 172.000 personas.
Identificación de pacientes sin diagnosticar y tratamiento especializado para todos
Pese a los grandes avances, alrededor de 54.000 pacientes viven con hepatitis C en España y no reciben tratamiento. De ellos, un 29% está aún sin diagnosticar.
Por tanto, y como señala la Dra. Marta Casado, presidenta de la Fundación del Aparato Digestivo (FEAD) y hepatóloga en el Hospital Universitario Torrecárdenas de Almería, las iniciativas destinadas a la eliminación “deberán estar encaminadas no sólo al diagnóstico de los pacientes que tienen la enfermedad, sino también a la búsqueda de aquellos que fueron diagnosticados en el pasado, pero no recibieron tratamiento.” Estas iniciativas incluirían “la detección oculta de la hepatitis C basada en la edad, la puesta en marcha de acciones de cribado en el ámbito hospitalario (fundamentalmente en los servicios de urgencias) y en Atención primaria y la búsqueda de los pacientes que no recibieron el tratamiento tras su diagnóstico, para vincularlos a las consultas especializadas y al tratamiento antiviral.” Estos esfuerzos deberán estar especialmente dirigidos a “grupos de población vulnerable, con elevada prevalencia de la hepatitis C”, para lo que probablemente sea necesario “trasladar el diagnóstico y el tratamiento antiviral fuera del ámbito hospitalario.”
España, concluye la Dra. Casado, “está muy cerca de conseguir la eliminación de la hepatitis C antes del año 2030”. Para llegar a este objetivo, eso sí, “es necesario mantener el esfuerzo de todos los profesionales implicados en ello.”
¿Qué es la hepatitis C (VHC)?
La hepatitis C es una infección vírica que produce inflamación del hígado. Esto no significa que sea una enfermedad exclusivamente hepática, sino que debe englobarse dentro de las enfermedades sistémicas o que afectan a todo el organismo.
El virus de la hepatitis C puede producir hepatitis aguda, con manifestaciones leves, o manifestaciones más severas y cronificadas. La infección aguda suele ser asintomática y puede pasar desapercibida. La infección crónica, la más habitual, puede producir síntomas leves o inexistentes hasta que se desarrollan estadios avanzados de la enfermedad, como la cirrosis y sus complicaciones.
La vía de transmisión más habitual es a través del contacto con la sangre de una persona infectada. Otras vías de transmisión, poco frecuentes, incluyen la transmisión sexual y la transmisión madre-hijo o vertical.
Las opciones terapéuticas tienen como fin curar la enfermedad y prevenir un posible daño hepático en el futuro. Durante la última década, el tratamiento de la hepatitis C ha dado un giro radical, y la aparición de fármacos de administración oral muy efectivos y con pocos efectos secundarios ha permitido que la tasa de curación sea cercana al 100%.