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Jaime Espolita es presidente de la Sociedad Española de Farmacia Rural (SEFAR)
La accesibilidad y la capilaridad son los principales atributos del sistema de farmacias en nuestro país, cada vez más conectadas entre sí: se estima que el 99% de la población dispone de una farmacia cercana a su hogar. Pero en el caso de las farmacias rurales, esto se consigue a costa del farmacéutico que a menudo hacen un gran esfuerzo personal y un auténtico servicio “misionero”. Charlamos con Jaime Espolita, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Rural, que nos enumera las líneas maestras en las que desde esta sociedad trabajan día a día para favorecer su viabilidad económica y las mejoras que les permitan, en el caso de las VEC, salir de la precariedad.
Sin duda, la accesibilidad a la farmacia en todos los rincones de España no sería posible sin la presencia de las farmacias rurales. ¿Qué le debemos como ciudadanos, a estos establecimientos? Por qué los farmacéuticos en el medio rural son tan importantes para la comunidad.
Efectivamente, a día de hoy, el único servicio (no solo sanitario) que permanece en los pequeños pueblos de nuestro país durante todo el día y todos los días del año es la Farmacia. La universalidad de la prestación farmacéutica y la cohesión del sistema sanitario que brindan estos compañeros es fundamental para el paciente y no tiene comparación con otros países de nuestro entorno. Debido a la proximidad, la cercanía y el vínculo que se crea entre profesionales y pacientes, la farmacia rural se ha convertido en un auténtico centro sociosanitario en estas poblaciones de forma que su función va mucho más allá de la mera dispensación de medicamentos. Es uno de los grandes tesoros de nuestro modelo sanitario y sería una verdadera lástima y una pérdida irreparable que desaparecieran por culpa de una inadecuada remuneración.
Se calcula que en España hay entre un 20% y un 40% de farmacias rurales, dependiendo de la definición de medio rural a la que nos acojamos. Según la SEFAR, qué debe entenderse por farmacia rural y cuántas hay realmente en España. Cuáles son los requisitos, según SEFAR, que debe cumplir una farmacia rural para que sea considerada como tal.
Para SEFAR, se pueden considerar farmacias rurales todas aquellas que se encuentran ubicadas en lo que la ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural (LDSMR) define como “Municipios rurales de pequeño tamaño” y que son aquellas poblaciones ubicadas en el medio rural y con una población residente inferior a los 5.000 habitantes. Dentro de éstas, las que realmente tienen un futuro incierto son las ubicadas en poblaciones inferiores a los 1.000 habitantes. Respecto a su número estaríamos hablando de unas 4.500 farmacias rurales (20% del total) de las que algo más de 2.100 (10% del total) se ubicarían en estos pequeños municipios de menos de 1.000 habitantes. Aparte de la escasa población a la que atienden (y, por tanto, escasos ingresos económicos) existen particularidades que hacen más “penosa” su situación ya que a ello se suma un exagerado número de servicios de guardia, malas comunicaciones, ausencia de servicios en sus poblaciones, carencias de personal, etc. que hacen realmente imposible una adecuada conciliación personal y profesional.
Del total de 22.046 farmacias deben tener una mención especial un total 858 establecimientos que tienen la consideración oficial de farmacias en situación de viabilidad económica comprometida (VEC), la mayoría en entornos rurales y en pueblos pequeños, de pocos habitantes. Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan en su día a día.
Respecto al término VEC, este término lo acuñó la propia Administración en su momento y, aunque fue un buen primer paso en el sentido de reconocer que determinadas farmacias tenían serios problemas de viabilidad económica, adolece de ciertas carencias como incidir únicamente en el aspecto económico de la facturación sin tener en cuenta otros factores como su esencialidad (distancia a otras farmacias), carga de servicios de guardia, su localización, horarios de apertura, etc. Esto hace que, a día de hoy, la calificación oficial de VEC o no VEC no refleje fielmente la situación de la Farmacia Rural. Podríamos decir que “son todas las que están pero no están todas las que son”.
Respecto a su problemática, la más acuciante es, obviamente, la falta de rentabilidad pero si a esto le unimos que se les obliga a permanecer en servicio de guardia hasta 6 meses al año, que carecen de personal, que no pueden, ni siquiera, coger una baja por enfermedad o maternidad, que carecen de cualquier tipo de servicio en sus poblaciones, etc. es fácil imaginar el día a día de estos compañeros. Lo cierto es que es difícil de entender que, en estas condiciones, estén prestando este servicio con la profesionalidad que lo hacen y solo se entiende si incluimos en la ecuación los términos vocación y compromiso con sus pacientes.
¿Qué retos afronta hoy la farmacia rural? Qué características comparten con las VEC, aunque no sean sinónimo la una de la otra.
El principal reto, aunque suene fuerte decirlo, es subsistir. La unión entre el fenómeno de la despoblación, el sistema retributivo de la oficina de farmacia y las continuas medidas de ahorro por parte de la Administración son la tormenta perfecta para que, paulatinamente, estén abocadas a desaparecer en el medio plazo. Sin embargo, desde SEFAR somos optimistas ya que estamos encontrando en la Administración cierta sensibilidad ante este problema y estamos seguros de que se acabarán tomando medidas para evitarlo. También nos enfrentamos al reto tecnológico y nos hemos propuesto que la farmacia rural dé un paso adelante y sea pionera en la introducción de nuevas tecnologías en nuestra profesión de las que se beneficiará el paciente.
Si para todas las farmacias ha sido difícil la situación que ha generado la pandemia de Covid-19, en el caso de las farmacias rurales los problemas se multiplican. ¿Cómo están afrontando la pandemia?
Es fácil imaginar la situación si tenemos en cuenta que la mayoría de estas farmacias carecen de personal o de medios económicos para realizar una gran inversión en medidas de protección. Lo cierto es que hay una enorme sensación de estrés y de fatiga que es suplida, a su vez, con una capacidad de sacrificio y una vocación de servicio al paciente impecable por parte de estos compañeros. No podemos obviar que, durante muchos meses, el único centro sanitario que ha permanecido con sus puertas abiertas al paciente en muchas de estas pequeñas poblaciones ha sido la farmacia con lo que la carga de trabajo se ha multiplicado de forma notable.
Usted mismo es titular de la Farmacia de Cabrillanes, en el corazón de la comarca de Babia (León). Cómo ha sido su experiencia personal durante la pandemia y su relación con sus pacientes.
Mi experiencia no ha sido distinta a la del resto de compañeros rurales: se han sucedido días de un trabajo incesante de información a los pacientes, atención farmacéutica, atención domiciliaria, el teléfono sonando durante toda la día, jornadas interminables, etc. Todo ello sumado a la sensación de incertidumbre que, en mayor o menor medida, nos ha afectado a todos fundamentalmente en las primeras fases de la pandemia. Pero por otro lado, el comprobar lo necesario que eres para tus vecinos, la satisfacción y agradecimiento de tus pacientes o el poder sacar a relucir toda tu faceta asistencial puede que lo haya compensado con creces.
Durante la pandemia y debido al confinamiento y al aislamiento se pusieron en marcha protocolos para llevar los medicamentos a domicilio. Todo un “delivery” a cargo de las boticas rurales. ¿Cree que se legalizará algún día la atención farmacéutica domiciliaria?
Confío en que así sea. Esta atención farmacéutica domiciliaria (que va más allá de la mera entrega del medicamento) era una constante en el medio rural mucho antes de que llegara la pandemia. Podríamos decir que es, de hecho, la única manera que tenemos de trabajar en la farmacia rural por la tipología de pacientes o de localidades en las que ejercemos nuestra labor. A pesar de que siempre se ha asumido por parte de la Administración este hecho, considero que debería estar legislado y no en una especie de limbo legal ya que, ante cualquier imprevisto, estos compañeros carecerían de soporte legal.
Es más, algunos farmacéuticos se han tenido que desplazar a otras localidades sin farmacia para atender a la población, los llamados “botiquines”, asumiendo ellos todos los gastos, y encima con las subvenciones, como en el caso de Valencia, congeladas desde 2011…
Los botiquines, entendidos como un establecimiento sanitario autorizado con carácter excepcional en determinadas circunstancias, me parecen una figura útil e interesante. Si los entendemos como una solución global al problema de la prestación farmacéutica en el medio rural lo considero un error garrafal. En primer lugar porque el paciente rural tiene derecho a un acceso al medicamento en las mismas condiciones que el urbano y, en segundo lugar, porque, como bien señalas, en muchos casos no suponen un alivio económico para estos compañeros sino una esclavitud más que, además, no es rentable.
¿Piensa que algún día se legalizará la dispensación de medicamentos de ámbito hospitalario que no requieran de monitorización a las farmacias rurales de manera definitiva?
Respecto a este punto, desde SEFAR y junto con la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria acabamos de empezar un proyecto de investigación (Telémaco) cuyo objetivo es, precisamente, mejorar la situación de este tipo de pacientes. Pero este proyecto va más allá de la dispensación: hablamos de una atención farmacéutica integral y coordinada entre ambos servicios de farmacia (rural y hospitalaria), aprovechando las ventajas que nos ofrecen hoy en día las nuevas tecnologías y en el que el paciente se encuentre, en todo momento, arropado por todo su equipo asistencial. Todo ello puede también desembocar en esta monitorización desde la Farmacia Rural evitando desplazamientos al paciente. Soy muy optimista respecto a este estudio y estoy seguro que la Administración sabrá reconocer sus beneficios.
Las farmacias rurales llevan años reclamando más atención por parte de las administraciones, pero el esfuerzo extra que están teniendo que hacer ahora ha comprometido su viabilidad en muchos casos. Hablan de un fondo de compensación, ¿en qué consistiría?
Efectivamente. Si bien consideramos que un modelo farmacéutico como el que tenemos en España, cuyo objetivo es garantizar un acceso universal al medicamento, es correcto; consideramos también que nuestro sistema retributivo (basado únicamente en el número de medicamentos dispensados) perjudica enormemente a las farmacias ubicadas en el medio rural que, a su vez, son las que garantizan esta universalidad. De ahí que, si se quiere mantener este modelo, es indispensable compensar a estas pequeñas farmacias mediante el establecimiento de un fondo económico que garantice su viabilidad. No hay que olvidar que, si la farmacia rural cae, el efecto dominó se llevará por delante al resto de farmacias también.
En esta línea, la Sefar ha elaborado un decálogo de reivindicaciones, cuáles son.
Además del establecimiento de este fondo de compensación y de la legalización de la atención domiciliaria, la racionalización de los servicios de guardia, establecimiento de servicios profesionales remunerados, colaboración de Ayuntamientos y Diputaciones, medidas fiscales o mejoras de las condiciones del medio rural entre otras.
Uno de los mayores desafíos personales a los que se enfrentan muchas boticas rurales es al trabajo en solitario, sin un equipo para respaldar al titular y en el que delegar tareas. Qué soluciones aporta la SEFAR.
En primer lugar precisamente eso: que cualquier compañero que ejerza en estas farmacias no se sienta solo, que sepa que estaremos ahí para intentar ayudarle ante cualquier inconveniente o problema que le surja. Por otro lado, facilitarle su labor mediante la firma de convenios con distintas empresas referentes a formación, asesoría laboral o fiscal, etc. Y, en lo que se refiere a la comunicación, tenemos previsto este año dotar a nuestros socios de herramientas tecnológicas que faciliten, no solo su trabajo, sino también el estar en contacto permanente con sus compañeros y con nosotros.
Recientemente han presentado el proyecto TELEMACO de Evaluación de la experiencia del paciente con un modelo de atención farmacéutica telemática coordinada entre farmacia hospitalaria y farmacia rural. ¿Cuál es su objetivo?
El objetivo es proponer un modelo de Atención Farmacéutica coordinada y conjunta entre ambos servicios de farmacia a través de una plataforma tecnológica que mejore la experiencia de pacientes del medio rural que tengan prescrito algún medicamento de ámbito hospitalario. Aparte de conseguir una comunicación permanente entre paciente, Farmacia Hospitalaria y Farmacia Rural pretendemos conseguir una adecuada conciliación del tratamiento de estos pacientes así como hacerles partícipes de todo lo relacionado con su medicación.
Jaime Espolita: «La Farmacia Rural es uno de los grandes tesoros de nuestro modelo sanitario. Sería una pérdida irreparable que desapareciera»
Una de las limitaciones de la farmacia rural es el difícil acceso a las comunicaciones, ¿no puede ser un problema para un proyecto de telefarmacia?
Si bien es cierto que aún queda mucho por mejorar en este aspecto en el medio rural, a día de hoy todas las farmacias rurales trabajan en el entorno de la receta electrónica y esas comunicaciones existentes son suficientes para este proyecto.
El proyecto establece una comunicación directa entre el farmacéutico hospitalario y el farmacéutico rural, algo que va a redundar en el beneficio del paciente crónico. De qué manera se establecerá este diálogo.
La plataforma presenta varias posibilidades: desde las propias anotaciones en la ficha del paciente, variaciones en la agenda de visitas, un sistema de mensajería bidireccional y permanente y las propias videoconferencias.
Sin duda, el paciente rural es vulnerable y desde el punto de vista sanitario está, en ocasiones, desasistido. ¿En qué va a beneficiarle el nuevo proyecto?
Seguramente el más evidente es el hecho de acercar la atención especializada que presta la Farmacia Hospitalaria a sus propias localidades lo que les generará un importante ahorro en desplazamientos y tiempo (estamos hablando de distancias a su hospital de referencia superiores a los 100 km). El hecho de poder conciliar su medicación de forma global (cosa que hasta ahora no sucedía) nos permitirá realizar una atención Farmacéutica más completa lo que también repercutirá en una mejora de su salud. Y, seguramente lo más importante, que su equipo asistencial trabaje conjuntamente para mejorar su experiencia y le ofrezca un canal de comunicación permanente ante cualquier duda o incidencia.
Ustedes afirman que con este proyecto se ha iniciado un camino que va a cambiar la atención farmacéutica en España. ¿Por qué?
Porque consideramos que nuestro sistema, al adolecer hasta ahora de una coordinación real entre Farmacia Comunitaria y Farmacia Hospitalaria, no permitía una conciliación adecuada de los tratamientos del paciente por falta de información entre ambos ámbitos asistenciales. Por otro lado, el hecho de que el paciente pase a formar parte de este proceso nos aportará una visión distinta y mucha información.
El acuerdo firmado con correos y la aplicación móvil Telefarmacia App ha hecho saltar todas las alarmas, ya que permitiría entregar medicamentos a domicilio en León capital y provincia a través de Correos, obviando la figura del farmacéutico. ¿Cómo podría afectar este acuerdo con Correos a la trazabilidad del medicamento y a la farmacia rural? ¿Qué han hecho desde SEFAR al respecto?
Respecto a este proyecto solo podemos decir lo que ya dijo la Administración cuando se intentó implantar en Madrid: que con la legislación actual es inviable (de hecho, la aplicación fue suspendida en su momento). Parece ser que, ahora, ha pretendido implantarse en esta provincia pero el resultado ha sido el mismo. En mi opinión, dicha plataforma ha pretendido “vestir” de ruralidad esta iniciativa pero lo cierto es que el nicho de negocio (porque no es nada más que eso) de esta empresa es el área urbana. A día de hoy, con la implantación que tiene la farmacia rural en nuestros pueblos, no tiene ni sentido ni utilidad para los pacientes. Que, mientras tantos compañeros hacen una labor sanitaria impecable en el medio rural, con escasos medios y en servicio permanente de guardia, venga ahora esta empresa a arrogarse la solución a la atención farmacéutica en la España rural es, cuando menos, sonrojante. Desde SEFAR hemos apoyado al Colegio Oficial de Farmacéuticos de León, el Consejo Autonómico y el Consejo General en cualquier iniciativa que planteen para hacer frente a esta situación. El medicamento no puede ni debe ser tratado como un bien de consumo más en ningún caso.