Ante el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, los profesionales de Clínica López Ibor recuerdan que el suicidio es prevenible y que hablar de ello de manera responsable salva vidas. Así, el lema internacional escogido es “Cambiar la narrativa”. Se busca pasar de la invisibilidad al reconocimiento del dolor emocional como parte legítima de la experiencia humana.
Pedro Neira, responsable del departamento de psicología de Clínica López Ibor, señala que, lejos de provocar un “efecto llamada”, abrir el diálogo contribuye a reducir el estigma, favorecer la búsqueda de ayuda y proteger a las personas en riesgo: “El debate no debería de ser si se habla o no de ello, sino de qué manera lo hacemos”.
Señales que no debes ignorar
“El tabú sigue siendo uno de los grandes enemigos. Aún cuesta hablar de sufrimiento emocional, especialmente entre los hombres”, explica la doctora Marta Soto, psiquiatra de Clínica López Ibor. El equipo de psicología sanitaria de la clínica recuerda que aunque los factores sociales y de género influyen, contar con espacios seguros de escucha y apoyo psicológico es esencial para cualquier persona que esté atravesando un momento de crisis.
Desde la experiencia clínica, los profesionales de la salud mental de Clínica López Ibor coinciden en que hay señales y factores de riesgo que no deben ignorarse. Recopilan además algunas claves que también recogen la OMS (Organización Mundial de la Salud) o la APA (American PsychologicalAssociation):
- Detectar cambios de comportamiento: Aislamiento social, pérdida de interés por actividades, cambios en el sueño o el apetito, o frases como “no valgo nada” pueden ser signos de alarma.
- Hablar del suicidio sin tabús. Usar la palabra “suicidio” con claridad, evitando eufemismos (“se fue”, “descansó”). No emplear expresiones estigmatizantes como “suicidio exitoso”, “fracaso” o “locura”.
- Evitar detalles sobre métodos o lugares. No describir cómo, dónde ni con qué medios se llevó a cabo un intento o un suicidio consumado. Centrar el relato en la vivencia emocional y en la búsqueda de ayuda.
- Enfocarse en la prevención. Subrayar que el suicidio se puede prevenir.Resaltar factores de protección: apoyo social, tratamiento psicológico, recursos comunitarios, ayudando y haciendo ver que pueden conseguirse cambios en estos factores.
- Ofrecer siempre recursos de ayuda. Reiterar los teléfonos de atención (ej. 024, 112), asociaciones o servicios profesionales de referencia. Recordar que existen alternativas al sufrimiento y que pedir ayuda es un derecho y algo natural cuando uno se siente así (no una fortaleza o debilidad)
- Utilizar un lenguaje respetuoso y no sensacionalista. Evitar frases dramáticas, fotos o frases que romanticen el suicidio.Usar un tono empático y centrado en la persona.
- Escuchar sin juzgar y cuidar el impacto de cómo nos dirigimos a familiares y allegados. Recordar que detrás de cada caso hay duelo y sufrimiento. No culpabilizar ni responsabilizar al entorno.
- Fomentar entornos seguros y corresponsabilidad social: En el hogar, la escuela o el trabajo, crear espacios donde hablar de salud mental sea natural y aceptado.
- Promover el diálogo abierto y educativo: Animar a hablar del malestar emocional en la familia, la escuela, el trabajo.Transmitir que hablar no aumenta el riesgo, sino que abre oportunidades de prevención.
- Buscar ayuda profesional especializada: Acudir a psicólogos clínicos o sanitarios y a psiquiatras es un paso de cuidado y salud, nunca de debilidad. La psicoterapia basada en la evidencia (como la terapia cognitivo-conductual, la terapia dialéctico-conductual o la terapia centrada en crisis) ha demostrado eficacia en la prevención del suicidio.
- Autocuidado como complemento, no sustituto: técnicas de regulación emocional, ejercicio o mindfulness ayudan, pero no reemplazan la necesidad de intervención profesional en situaciones de riesgo.
Recursos de ayuda
- Teléfono 024, atención gratuita y 24 horas.
- Servicios de emergencia 112.
- Red de profesionales de la salud mental (psicólogos y psiquiatras).

