El número de consumidores del cigarrillo electrónico, también conocido como vapeadores, se multiplica día a día y las ventas de las empresas que los comercializan aumentan de año en año. Según datos de las asociaciones de empresas del sector del cigarrillo electrónico, en España existen unos 350.000 usuarios y es un mercado que está consolidando su crecimiento.

Los cigarrillos electrónicos son dispositivos que funcionan con baterías que calientan un líquido para producir un vapor que los usuarios inhalan, y han evolucionado como un grupo de productos desde su primera entrada en el mercado. Existen vapeadores de primera generación que se parecen a los cigarrillos, hasta dispositivos de segunda y tercera generación que permiten a los usuarios modificar características del dispositivo como voltaje. “Esta amplia variación en los productos y la capacidad de los usuarios para personalizar su experiencia”, explica el doctor José Ignacio de Granda Orive, coordinador del Área de Tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), “hace que sea difícil evaluar la seguridad y la eficacia de los cigarrillos electrónicos como un grupo”. Se cree que los cigarrillos electrónicos son probablemente menos dañinos que los cigarrillos de tabaco, porque exponen a los usuarios a menos productos químicos tóxicos. Sin embargo, no hay pruebas suficientes para cuantificar la reducción del riesgo cuando se utilizan.

No es inocuo, es algo tóxico

Actualmente no hay pruebas suficientes para demostrar que los cigarrillos electrónicos son eficaces para ayudar a las personas a dejar de fumar. “No deberíamos hablar de productos más o menos tóxicos para la salud, sino de productos tóxicos para la salud”, opina el doctor de Granda. “Desde el ámbito sanitario no nos parece un producto adecuado para su uso, ya que perjudica la salud y produce enfermedades. Aconsejamos  a los fumadores que quieren dejar su adicción que pidan una visita con su médico porque es quién les puede aconsejar sobre cómo hacerlo”.

Si bien no existe un estudio concluyente sí hay resultados que se replican en una serie de estudios que nos hacen obtener una idea de sus daños  potenciales. Los cigarrillos electrónicos no están libres de riesgo y pueden exponer a los usuarios a sustancias químicas y toxinas a niveles que puedan causar efectos en la salud. Estos incluyen disolventes que pueden formar compuestos tóxicos o cancerígenos cuando se vaporizan. “Aunque estos se encuentran en concentraciones más bajas que en los cigarrillos de tabaco”, dice el doctor de Granda, “los estudios han encontrado que a las dosis en los que se encuentran en los cigarrillos electrónicos son perjudiciales para la salud y algunos son cancerígenos”. Los líquidos o vapores de cigarrillos electrónicos también pueden contener sustancias químicas potencialmente nocivas que no están presentes en el humo de los cigarrillos de tabaco.

Los estudios también muestran que los vapeadores exponen tanto a los usuarios como a quien está alrededor a partículas que pueden empeorar enfermedades existentes o aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares o respiratorias. Un estudio de 2016 encontró que los síntomas más comunes reportados por aquellos pasivamente expuestos a los CE incluían dificultades respiratorias, irritación ocular, dolor de cabeza, náuseas y dolor de garganta o irritación de la garganta. 

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Redacción Consejos

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