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Te has preguntado por qué la población de mayor edad es especialmente vulnerable a la infección por COVID-19 y a desarrollar procesos de mayor gravedad? Ello se debe fundamentalmente a que su situación de fragilidad conlleva una respuesta inmunológica más pobre, y a la presencia habitual en este colectivo de enfermedades crónicas, como la cardiovascular.
En España, en menos de 30 años se ha duplicado el número de personas mayores de 65 años, que constituyen alrededor del 17% de la población total, con más de 7 millones, de las que aproximadamente un 25% son octogenarias. En este contexto de sociedad envejecida, el coronavirus ha hecho especialmente mella en la población de edad avanzada, al presentar una mayor susceptibilidad a la infección y a sus formas más graves. Pero además, los datos y los estudios realizados hasta la fecha muestran que el COVID-19 afecta de forma más grave a mayores de 65 años con patología cardiovascular previa (sobre todo hipertensión e insuficiencia cardíaca) y en menor medida a aquellos con patología respiratoria crónica y diabetes.
No siempre hay fiebre
Los expertos de la Sociedad Española de Cardiología y la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología han publicado el documento Coronavirus en el paciente mayor: una emergencia geriátrica, en el que señalan que la presentación clínica del COVID-19 es variable en este colectivo. Normalmente, en las personas mayores, el coronavirus provoca manifestaciones clínicas diversas que incluyen cuadros respiratorios, desde resfriado común hasta neumonía grave con síndrome de distrés respiratorio, shock séptico y fallo multiorgánico en los casos más severos. La presidenta de la Sociedad Española de Médicos de Residencias (Semer), María José Jiménez Cebri, ha asegurado que la presentación del coronavirus en personas de edad muy avanzada es diferente a la de jóvenes y adultos y que su cuadro clínico es al principio «más silente, debutando en estadios avanzados», lo que provoca el diagnóstico tardío y mayor letalidad.
- El síntoma más frecuente es la fiebre (83-98% de los casos), sin embargo, aunque no existen datos del perfil clínico por edad, se sabe que con frecuencia los pacientes de edad avanzada no presentan fiebre (o de menor intensidad) incluso en infecciones graves, lo que puede ser claramente un factor confusor a la hora de hacer el diagnóstico.
- La siguiente manifestación clínica en frecuencia es la tos (60-80% de los casos), más frecuentemente tos irritativa, no productiva.
- Pueden aparecer otra serie de síntomas respiratorios como disnea (en torno al 30%), y menos frecuentemente dolor de garganta y rinorrea.
- La afectación respiratoria más severa consiste en el desarrollo de una neumonía, que en el 75% de los casos es bilateral y que hasta en el 17% de los casos se complica con un síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA) según las series iniciales.
Manifestaciones “atípicas” del Covid-19
Otras manifestaciones clínicas atípicas que pueden ser más prevalentes en el
paciente mayor, nos tienen que alertar. Estos síntomas son bastante inespecíficos, por lo que puede llevar a un infradiagnóstico de la infección es estadios iniciales o en pacientes con afectación leve. Por lo tanto, según los expertos, es recomendable un bajo umbral para la sospecha de esta infección en pacientes mayores. Lo que sí parece claro es la mayor frecuencia de manifestaciones severas, necesidad de UCI y letalidad en pacientes de edad avanzada.
- Sospechar ante cualquier “disnea”.
- Síntomas generales: astenia (bajo tono general), anorexia (falta de apetito), mialgias.
- Cefalea.
- Anosmia (ausencia de olfato) y ageusia (ausencia de gusto).
- Síntomas gastointestinales: náuseas y diarrea.
- Manifestaciones de enfermedad cardiovascular (descompensación de insuficiencia cardíaca, infarto agudo de miocardio, miocarditis
- En cuanto a los datos analíticos más característicos, los expertos destacan la linfopenia severa (<800 cel/ul) como hallazgo hematológico más frecuente en pacientes críticos).
- La alteración de parámetros de coagulación, sobre todo el aumento de los niveles de Dímero-D, puede conllevar un aumento de riesgo trombogénico y se asocia estadística a una mayor mortalidad.
Enfermedad cardiovascular: un agravante
Los pacientes con enfermedad cardiovascular tienen un mayor riesgo de presentar síntomas severos y muerte por la infección por COVID, que se asocia con múltiples complicaciones directas e indirectas a nivel cardiovascular, como daño miocárdico agudo, miocarditis, arritmias y tromboembolismo venoso. De hecho, entre los pacientes que requirieron ingreso en UCI se ha observado una mayor tasa de letalidad entre los pacientes con enfermedad cardiovascular. A todo esto, se le añade que los tratamientos que están siendo investigados y utilizados para el COVID-19 pueden tener efectos secundarios a nivel cardiovascular. Otro problema del tratamiento de estos pacientes, según indica el documento Coronavirus en el paciente mayor: una emergencia geriátrica, es que debido a estas contraindicaciones es frecuente que se retiren fármacos cardiovasculares de base, lo que empeora el pronóstico.
Con especial cuidado
El documento concluye con una reflexión sobre la vulnerabilidad del paciente mayor, que achaca a tres motivos: son pacientes en riesgo de descompensación (en mayor o menor medida en función de la situación de su patología CV), constituyen un grupo de riesgo elevado para la infección por lo que las medidas de aislamiento deben ser especialmente estrictas, y tienen una peor accesibilidad a las posibilidades de telemedicina (dificultades en la comunicación telefónica, no acceso o desconocimiento de nuevas tecnologías). Por lo tanto, la situación de pandemia generada por COVID-19 en la que nos encontramos, constituye una de las emergencias geriátricas más relevantes del último siglo.
¿Ante qué síntomas debo consultar?
- Fiebre, tos y fatiga.
- Dificultad para respirar o falta de aliento.
- Dolor o presión persistentes en el pecho.
- Nueva confusión o incapacidad para despertar.
- Labios o cara azulados.
- Síntomas gastrointestinales: náuseas, vómitos, diarrea, inapetencia alimentaria.
- Malestar general, dolor muscular generalizado.
Dieta mediterránea, más fuertes frente al COVID-19
Los expertos de la Fundación Española de Nutrición (FEN) recomiendan seguir los patrones de la dieta mediterránea, rica en hidratos de carbono complejos y con una baja aportación de grasas saturadas y colesterol, y es rica en proteínas de alto valor biológico.
- Es fundamental que la dieta tenga una elevada densidad nutricional, y tenga en cuenta además la capacidad de masticación y sensorial (como el mantenimiento del sentido del gusto).
- Es aconsejable consumir cinco raciones al día de frutas y verduras.
- Hay que asegurar el aporte proteico, tanto a partir de alimentos de origen animal (ej. carnes magras, pescados, lácteos y huevos).
- No hay que excederse con la ingesta de calorías, pero sí que la dieta tenga una elevada densidad nutricional, sobre todo teniendo en cuenta que la actividad física de las personas mayores se ha reducido considerablemente con motivo del confinamiento. Para ello, además de reducir el consumo de carnes rojas y carnes procesadas, o de alimentos ricos en azúcares sencillos, una buena opción es cocinar al vapor, a la plancha, ya que además mantiene estables las características nutricionales de los alimentos.
- Las legumbres son otro de los alimentos recomendados. Son una importante fuente de proteína, hidratos de carbono complejos y fibra, al igual que los pescados y mariscos, y deberían consumirse entre 2 y 3 veces por semana.
- Es fundamental procurar una hidratación adecuada y se recomienda beber entre dos y dos litros y medio de agua al día (8-10 tomas variadas). “No hay que olvidar que nuestros mayores tienen una mayor disminución de la percepción de la sed y, por tanto, mayor riesgo de deshidratación. Lo aconsejable es que, al menos, el 80% del líquido ingerido sea consumo directo y el otro 20% restante, proceda de alimentos sólidos (verduras, frutas)”, recomiendan desde la FEN.
- Para reducir el riesgo de desmineralización ósea y de fracturas de las personas mayores se aconseja estar activo de acuerdo con las posibilidades y preferencias individuales, así como la inclusión de alimentos como lácteos, cereales (preferentemente integrales), pescado azul y pescado pequeño (ej. sardinas en conserva), hígado, frutos secos y yemas de huevo. Todo lo anterior con el objetivo de proveer cantidades suficientes de nutrientes críticos como el calcio y la vitamina D. Además, en caso de que su ingesta no sea suficiente, se podría optar por alimentos enriquecidos, como pueden ser las leches adaptadas. Y sobre todo es aconsejable una exposición solar diaria en manos cara y brazos, de al menos entre 10 y 15 minutos.
- En estos momentos, aún más si cabe, seguir las recomendaciones de seguridad e higiene alimentaria, de manera especial en los mayores que viven solos.
Frente al miedo, no sobreexponerse
María del Carmen Gómez Ordóñez, psicóloga de Vithas Salud Rincón Medical Centre recomienda que, en el caso de personas con familiares ingresados, no se saturen de información procedente del exterior. Evitar la sobreexposición a cifras de contagiados, ingresados, altas o fallecimientos, así como mantener unos hábitos de vida saludables y apoyarnos en personas de nuestra confianza para desahogarnos, puede ser muy útil durante el estado de confinamiento. También es necesario y fundamental que sigamos cuidándonos, manteniendo unas rutinas saludables de alimentación, higiene y sueño, así como un contacto con nuestras familias y amigos a través de teléfono, redes sociales, etc. “Ellos nos servirán como una vía de desahogo emocional”, afirma.