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El frío, el aire, la humedad y las calefacciones
pueden influir muy negativamente en la piel provocando una importante
deshidratación. Las alteraciones cutáneas que le acompañan son sólo el primer
paso hacia el envejecimiento prematuro de la piel
El consejo de los
dermatólogos es claro: hay que protegerse frente al frío. Los contrastes de
humedad y temperatura ambiental se acentúan considerablemente en invierno y
contribuyen a deteriorar nuestra piel, la primera barrera de protección ante
cualquier cambio del entorno. También el viento influye negativamente en la
epidermis y en consecuencia, potencia el deterioro producido por el frío. Asimismo
las calefacciones excesivas o que disminuyen la humedad ambiental (muy habitual
en casas y oficinas), contribuyen enormemente a resecar nuestra piel.
Todos estos factores hacen
que la piel en invierno sufra una gran deshidratación, provocando alteraciones
cutáneas que se traducen visualmente en una piel seca, fisurada,
que contribuye enormemente al envejecimiento de la piel. En este sentido, hay
que decir que las pieles normales o grasas soportan mejor el frío que las
pieles secas o sensibles, que necesitan una mayor protección y más cuidados.
10 recomendaciones expertas
Para una correcta protección
este invierno, la Academia Española de
Dermatología recomienda:
- Proteger la piel en invierno, especialmente la de
la cara y las manos, con una hidratación adecuada. - Cuidar los labios aplicando protectores labiales
hidratantes. Asimismo hay que evitar humedecerlos con frecuencia, ya que
la saliva produce una irritación adicional. - Tener especial cuidado con la piel de las
personas de edad avanzada y de los niños, particularmente sensibles a los
cambios y rigores del invierno. - Evitar la aparición de placas secas, fisuras y
escamas, algo particularmente frecuente en estos grupos de población. - No abusar de las duchas y baños, evitando sobre
todo jabones enérgicos y eligiendo más bien jabones suaves apropiados para
cada tipo de piel. - En caso de ir a la nieve, hay que fotoprotegerse adecuadamente, ya que el sol puede ser
más peligroso para la piel incluso que en verano, ya que los rayos solares
se reflejan en la nieve y potencian el daño. - Cuidado con los cambios de temperatura al salir o
entrar en locales. Éstos son negativos para nuestra piel, sobre todo si es
sensible. - A la hora de protegerse contra el frío, hay que
evitar ropas o calzado irritante o no transpirable. - Hay enfermedades muy comunes de la piel como la psoriasis o la dermatitis atópica,
que empeoran en invierno. Estos enfermos deben ser especialmente
controlados por el dermatólogo en esta época del año. - Si en el entorno familiar hay pacientes con piel
seca, sensible o enfermedades cutáneas que empeoran en invierno, hay que
procurar aumentar la humedad ambiental mediante humidificadores o la colocación
de toallas húmedas o sistema similar en radiadores, focos de calor, etc.