Se trata de un síndrome caracterizado por una pérdida gradual y generalizada de la masa muscular esquelética y la fuerza con riesgo de presentar resultados adversos como discapacidad física, calidad de vida deficiente y mortalidad. “Se estima que la prevalencia de la sarcopenia es del 5%‑13% en personas de 60-70 años y llega hasta el 50% en los mayores de 80 años”, asegura la doctora Irene Bretón, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

“Se estima que en 2025 habrá 1.200 millones de personas mayores de 60 años con sarcopenia y hasta 2.000 millones en el 2050”. “Podemos sospechar que un paciente tiene este trastorno cuando la velocidad de la marcha es menos de 0,8 metros por segundo. En este caso, sería necesario evaluar la fuerza o masa muscular para completar la evaluación y realizar la diagnóstico”, asegura la doctora Julia Álvarez, coordinadora del Área de Nutrición de la SEEN.

Aunque se observa principalmente en personas de edad avanzada, “también puede aparecer en adultos más jóvenes, al igual que ocurre con la demencia y la osteoporosis. En algunas personas puede identificarse una causa clara y única de sarcopenia pero en otros casos no se identifica una causa evidente”, indica la doctora Álvarez. Se distinguen distintas categorías según la causa: la primaria está relacionada con la edad, la secundaria con la actividad, como consecuencia del reposo en cama, sedentarismo o condiciones prolongadas de ingravidez. “Existe también la sarcopenia relacionada con enfermedades inflamatorias, neoplasias o enfermedades endocrinas y, por último, con la desnutrición como consecuencia de una ingesta dietética insuficiente de energía y/o proteínas, como ocurre en la falta de apetito o del gusto de algunos mayores, la presencia trastornos digestivos que cursan con malabsorción o el uso de medicamentos anorexígenos, medicamentos que reducen el apetito”, explica la doctora Alvarez.

Los expertos proponen que sea considerado como un síndrome geriátrico, ya que constituye un estado complejo de alteración de la salud en personas de edad avanzada. La doctora Álvarez matiza que “la fragilidad y la sarcopenia se superpone;, la mayoría de las personas de edad avanzada frágiles presenta sarcopenia y algunas personas de edad avanzada con sarcopenia también son frágiles. Estas dos síndromes geriátricos tienen un elevado coste sociosanitario y deterioran la calidad de vida de los mayores, entre otras cosas porque condicionan muchas de sus caídas”, concluye esta experta.

Existen técnicas sofisticadas de investigación de composición corporal para evaluar la masa muscular, pero desde un punto de vista práctico, la sarcopenia se evalúa midiendo la fuerza muscular y el rendimiento físico; la velocidad en la marcha, levantarse estando sentado o subir escaleras son test de despistaje y valoración de sarcopenia de forma sencilla y práctica en la valoración integral de un paciente.

Durante mucho tiempo se ha pensado que la pérdida de peso relacionada con la edad, junto con la pérdida de masa muscular, era en gran parte responsable de la debilidad muscular en las personas de edad avanzada. Sin embargo, “ahora está claro que los cambios en la composición muscular también son importantes. Por ejemplo, la marmolizació, o infiltración grasa del músculo reducen la calidad muscular y el rendimiento laboral”, asegura la doctora Álvarez. “Se han probado estrategias terapéuticas con fármacos como andrógenos, hormona de crecimiento estrógenos en mujeres, sin embargo, sólo el ejercicio físico de resistencia ha demostrado ser eficaz en la recuperación de la masa muscular esquelética asociado o no a suplementos orales”, concluye esta experta.

Obesidad sarcopénica
El estudio EXERNET, realizado en España en el año 2011, mostró una prevalencia de obesidad sarcopénica en personas mayores de 65 años del 15%. “Esta prevalencia aumenta con la edad y ocurre más precozmente en varones”, asegura la doctora Bretón.

La obesidad sarcopénica es una forma especial de obesidad en la que coexiste un aumento de la cantidad corporal de grasa, con cambios en su distribución y un descenso de la masa muscular. “Esta forma de obesidad ocurre de manera preferente en las personas mayores, si bien también puede estar presente en otras situaciones clínicas en las que existan cambios en la composición corporal”, explica la doctora Bretón. En este sentido, indica la experta, “durante el envejecimiento se produce un aumento de la cantidad total de la grasa corporal, que se distribuye además de manera diferente: disminuye la grasa subcutánea y aumenta la grasa intrabdominal, en el interior del hígado y de otros órganos””.

“Todo ello trae consigo un mayor riesgo de enfermedades metabólicas, como la diabetes, la hipertensión o los trastornos en los lípidos, así como una situación de inflamación, que puede, a su vez, originar un descenso de la masa muscular”, concluye la doctora Bretón. Ambos fenómenos, descenso de la masa y la fuerza muscular y aumento y cambios en la distribución de la grasa, están íntimamente relacionados y se crea un círculo vicioso que deteriora la situación funcional del paciente.

El tratamiento no es sencillo y tiene como objetivo, no tanto la pérdida simple de peso, sino la mejoría de la funcionalidad y la disminución del riesgo metabólico, intentando revertir o frenar la progresión de los cambios en la composición corporal. Según la doctora Bretón, “es necesario diagnosticar déficit de micronutrientes, frecuentes en los ancianos, que pueden agravar los síntomas de los pacientes”. La dieta debe ser variada, con un aporte proteico suficiente, para favorecer el mantenimiento de la masa muscular. El ejercicio físico, adecuado a la edad y circunstancia de cada persona, son aspectos fundamentales a la hora de pautar el tratamiento.

En este sentido, tiene especial relevancia el papel que en la valoración clínica integral del paciente desarrolla en endocrinólogo. “Se incluye en esta valoración el estudio de la composición corporal, la ingesta dietética, la actividad física la valoración de circunstancias médicas asociadas a la sarcopenia”, explica la doctora Bretón.

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Redacción Consejos

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