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Su edad gestacional más avanzada hace que exista una falsa creencia de que no van a tener problemas en su desarrollo
En los últimos años se ha observado un aumento de las cifras de recién nacidos prematuros. De hecho, actualmente entre el 8-9% de los niños nacen antes de concluir la gestación completa. No obstante, hay diferencias importantes entre los prematuros en función de la edad gestacional a la que nazcan.
En España, aproximadamente el 1,5% de los niños que nacen es muy prematuro, es decir, nacen antes de las 32 semanas. En las últimas décadas los neonatólogos se han volcado en el cuidado de estos niños, que antes de los años 70 tenían pocas probabilidades de sobrevivir. Pero desde principios del siglo XXI los especialistas han observado un importante aumento en las tasas de recién nacidos prematuros tardíos: niños que nacen con una edad gestacional de entre 34 y 36 semanas y que, aunque con mejores condiciones que los muy prematuros, tienen más riesgo de tener complicaciones que los niños nacidos a término. Precisamente la problemática de los prematuros tardíos en nuestro país es uno de los temas principales que se van a abordar en el Congreso Extraordinario de la Asociación Española de Pediatría (AEP) que se está celebrando en Madrid.
“El 7% de los niños que nacen en España es prematuro tardío. De estos niños, que pueden alcanzar los 2 kilos de peso y que nacen más cerca de la edad gestacional considerada ‘a término’, se tiene una falsa impresión de que no van a tener problemas”, explica el Dr. Josep Figueras, presidente de la Sociedad Española de Neonatología (SENeo), integrada en la AEP. Sin embargo, “suelen tener más problemas en la fase del postparto inmediato, de carácter respiratorio, dificultad en la alimentación, hipoglucemias o tendencia a la ictericia. También tienen mayor predisposición a los procesos infecciosos y complicaciones de desarrollo neurológico a medio y largo plazo en comparación con los niños nacidos a término”, puntualiza el Dr. José Antonio Hurtado, del Hospital Materno-Infantil Universitario Virgen de las Nieves de Granada.
Aunque la mayor parte de los prematuros tardíos evoluciona favorablemente, los pediatras insisten en la importancia de controlar las complicaciones en estos niños, que son fruto de un organismo inmaduro. “Son niños que pueden requerir soporte respiratorio y mostrar más dificultades para una correcta adaptación pulmonar al medio extrauterino”, señala el Dr. Hurtado. Además, “la mayor tendencia al sueño y dificultades para la succión pueden contribuir a que los tiempos de toma sean muy prolongados y son recién nacidos en que las cifras lactancia materna eficaz son inferiores a las de niños a término. Cuando esto ocurre puede ser necesario el empleo de fórmulas artificiales adaptadas a las necesidades nutricionales especiales de los recién nacidos prematuros”.
Los prematuros tardíos deben tener un seguimiento especial, sobre todo en el primer mes de vida. Como indican los pediatras, “hasta el momento en que se podría decir que ha llegado ‘a término’, es decir, unas 3-4 semanas después del nacimiento”, indica el Dr. Figueras. El control de estos niños puede hacerse, sin ningún problema, desde la atención primaria. Para el presidente de la SENeo lo ideal es que “la primera visita a la atención primaria debería ser antes de la primera semana en todos los recién nacidos, pero en el caso de los prematuros tardíos respetar estos tiempos es fundamental. En función de esa primera visita se programaría la siguiente para una semana o quince días después”.
Consecuencias respiratorias del nacimiento prematuro
De entre las complicaciones más frecuentes que padecen los niños prematuros, no sólo los tardíos, están las respiratorias. “En el caso de los prematuros que nacen entre las semanas 34-36 la repercusión es leve, pero los problemas respiratorios en prematuros de menos de 32 semanas pueden permanecer durante toda la vida, por ejemplo, en forma de pitos, broncoespasmo o hiperreactividad bronquial”.Además, una entidad muy importante que se da, sobre todo en los niños nacidos antes de las 28 semanas, es la displasia broncopulmonar, una afección que se puede considerar el “pago por la supervivencia”, pero cuyo impacto se puede minimizar “evitando las infecciones respiratorias del lactante y niño pequeño, porque sobre un terreno displásico las infecciones respiratorias empeoran aún más la situación. En este contexto todas las medidas higiénicas y preventivas, especialmente la vacunación y la administración de palivizumab, juegan un papel fundamental”, explica el Dr. Figueras.