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El llamado ChemSex o uso de cócteles de drogas durante la práctica sexual se ha asociado a un aumento de las prácticas sexuales de riesgo y un mayor contagio de enfermedades como el VIH o las hepatitis, sobre todo en hombres que tienen sexo con hombres. La explicación está en que a menudo esta práctica se produce sin la protección adecuada, asumiendo mayores riesgos sobre la propia salud, sobre todo en aquellos pacientes VIH+. Entre las drogas empleadas en el ChemSex destacan sustancias como la mefedrona, metanfetamina y el GHB.
Así lo explican varios expertos en el libro “99 preguntas clave sobre ChemSex”, dirigido a profesionales sanitarios y que analiza este fenómeno desde el punto de vista de varias especialidades médicas, desde la Psiquiatría a la Infectología. Editado por el Grupo de Estudios de SIDA (GeSIDA) y coordinado por el doctor Ignacio Pérez Valero, investigador del Hospital Universitario La Paz de Madrid, y por el doctor José Luis Blanco, investigador del Hospital Clínic de Barcelona, el libro explica cómo debido a esa relajación en la protección, “el ChemSex puede suponer un aumento de enfermedades de transmisión sexual como la sífilis, gonorrea, hepatitis A o hepatitis C, entre otras”.
Hombre contra hombre
Los estudios publicados relacionan “el uso del ChemSex con conductas sexuales de riesgo, especialmente entre hombres que tienen sexo con hombres (HSH), como consecuencia de su efecto estimulante y desinhibidor, favoreciendo relaciones sexuales más extensas y desprotegidas”.
En el caso de los pacientes con infección VIH que practican ChemSex, como explican los autores, “las interacciones entre el tratamiento antirretroviral y las drogas recreativas pueden llegar a suponer un condicionante para la salud que debe ser tenido en cuenta”. Además de las prácticas de riesgo, otra consecuencia de esta práctica es la adicción, “debido a una alteración del circuito límbico de recompensa”, lo que favorece la repetición compulsiva.
Sin embargo, según explica el doctor Santiago Moreno, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, “lo que hace que los virus se transmitan no es el uso de drogas, sino las consecuencias de su uso: mayor frecuencia de relaciones y parejas sexuales, no utilización de preservativos u otros métodos de barrera, compartir agujas y jeringuillas”. Por todo ello, el especialista insiste en la importancia de las medidas de prevención, que “pueden evitar el riesgo de transmisión de los patógenos por vía sexual o sanguínea”. Según explica este experto, “lo que ahora se inicia como un problema emergente se puede convertir en un auténtico problema de salud si no se actúa de modo eficiente”, ha señalado.
Salud mental: otro agravante
Por su parte, Jorge Garrido director de la ONG Apoyo Positivo, que atiende a pacientes VIH, llama la atención sobre la relación entre ChemSex y salud mental. Según explica, “en muchas situaciones lo que detectamos no es ni siquiera un problema grave de adicción a las drogas”. A su juicio, “la problemática mayor, que puede derivar en un problema con la gestión del sexo y las drogas, es la propia adicción a ese tipo de sexo, por carencias emocionales y de salud mental graves”. Al respecto, los expertos coinciden en la necesidad de prestar a los pacientes una atención multidisciplinar, que incluya especialistas en infecciosas y en salud mental.