Herencia, talento y “poderío” saltan a la vista. No hay duda. Pero la actriz Elena Furiase es mucho más que “nieta de” (la insustituible Lola Flores y Antonio González, “El Pescaílla”), “hija de” (Lolita) o “sobrina de” (Rosario y Antonio Flores). Con sus genes por bandera, basta un minuto de conversación con ella para darse cuenta de que esta joven de 28 años tiene una personalidad muy definida, que sabe lo que quiere, que lucha por ello y que –hay que decirlo- es muy cercana, sincera y encantadora. Vamos, que los postureos y el ir de “descendiente de famoso” no van para nada con ella. Desde “El Internado”, Elena ha ido labrándose con tesón una carrera con nombre propio, revelándose como una excelente actriz que alterna los platós con su faceta de presentadora y sus colaboraciones con distintos eventos. En uno de ellos, los 80 años de Beter, empresa española especialista en complementos de belleza, nos pone al día de sus últimos proyectos y comparte con nosotros su filosofía de vida que (no podía de ser de otra forma, ya que “de casta le viene al galgo”) derrocha energía y positividad.

¿Qué es lo que te ha llevado a colaborar en la celebración de los 80 años de la fundación de Beter?
La verdad es que llevo viendo la marca Beter en mi casa toda la vida. Mi madre, mi abuela y yo hemos compartido trucos de belleza, algunos de ellos protagonizados por estos productos. De hecho, mi madre me regaló las primeras pinzas de depilar (la emblemática “pinza negra”, buque insignia de la firma), y me enseñó a utilizarlas, al igual que había hecho con ella su madre.  Son productos que han ido formando parte de mi neceser y de mis hábitos cosméticos casi “sin querer”, y ha sido cuando me han llamado para colaborar en este evento cuando realmente me he dado cuenta de hasta qué punto estaban presentes en mi vida.

En este acto se ha hecho un repaso de cómo han ido evolucionando las tendencias a lo largo de las décadas desde 1936, año en que Beter inicia su andadura, y cómo en los 50 tu abuela, Lola Flores, fue un auténtico icono.  ¿Con cuál de estos estilos te sientes más identificada?
A mí me gusta mucho el look de Brigitte Bardot, me encanta su estilo y las tendencias que se llevaban en los años 50 y 60 (las uñas y los labios del mismo color, las pestañas postizas, los cardados), y después, pasaría directamente a la moda de los 90. Pero está claro que yo soy más el estilo de mi abuela (tengo las cejas anchas, como las suyas; de hecho, una vez me las depilé muy finas y me veía horrorosa, no parecía yo), y mi look es más moreno y racial.

¿Haces algo especial para mantenerte en forma?, ¿vigilas mucho la alimentación?
Al principio de mi carrera estaba un poco obsesionada con el tema del peso, y confieso que he hecho muchas dietas con las que realmente adelgacé mucho, pero en cuanto las dejaba, volvía a coger los kilos. Estoy en un momento en el que intento no hacer ninguna dieta y si un día me quiero comer una hamburguesa, me doy el gusto pero eso sí, esa noche no ceno. Intento evitar los fritos, comer sano y sobre todo cenar muy poco, y hay días en los que opto por un semi-ayuno, pero siempre controlado. Creo que en la vida hay que comer de todo, con método, hacer un poco de ejercicio y compensar. Respecto al deporte, la verdad es que no me entusiasma, aunque intento hacer un entrenamiento más personal, sobre todo para las piernas, que es mi punto débil. No soy de brazo ancho ni tengo tripa, pero si engordo un poco me sale un “momento muslo-cadera” que intento combatir por mi cuenta con una pequeña tabla en casa a base de sentadillas, fondos y abdominales. Por suerte, tengo una genética buena, y en seguida mis músculos “me responden” y se tonifican.

¿Eres partidaria de los retoques y de la cirugía estética?
Nunca se puede decir “De esta agua no beberé”, y respeto que cada uno haga con su cuerpo lo que quiera, pero mi humilde consejo es que solo hay que recurrir a estas soluciones cuando realmente haya una necesidad de verdad, no por capricho. Y, siempre, poniéndose en manos de buenos profesionales. Pienso que la cirugía estética es fantástica cuando tu salud lo justifica, pero no estoy de acuerdo en entrar en la dinámica de ponerse más pómulo, labio o trasero cada cierto tiempo. Además, a mí me da muchísimo miedo eso de meterme en un quirófano con anestesia general y la incertidumbre de cómo quedarás, ya que no hay vuelta atrás.




¿Cuál es tu relación con la Farmacia?,¿recurres al consejo del farmacéutico?
Pues tengo que decir que toda mi familia, de toda la vida, somos fans de la Farmacia. Tenemos un auténtico almacén de productos farmacéuticos de todo tipo en casa. Yo voy con mucha frecuencia, y es allí donde compro los desmaquillantes, cremas, cacao, colirios y, por supuesto, medicamentos. Me encanta el olor que desprenden estos establecimientos y todo lo que rodea al “Mundo Farmacia”. Y además, la gran mayoría de los farmacéuticos (aunque hay algún que otro “cascarrabias”) son gente encantadora, que te atiende, te escucha, te aconseja y te dedica su tiempo. Son profesionales muy cercanos, algo que se agradece porque, al fin al cabo, acudes a ellos para consultar temas relacionados con tu salud, y necesitas que te transmitan seguridad.

Hace unas semanas se estrenó tu última película, Luz de soledad, que narra la vida de la religiosa Soledad Torres Acosta y en la que, además, compartes reparto con tu madre, Lolita, que interpreta a la madre de la protagonista ¿Es la primera vez que trabajáis juntas?
Ya habíamos coincidido antes en El libro de las aguas, pero en esta realmente no trabajamos juntas porque no compartimos ninguna escena, aunque sí hemos coincidido en el rodaje.  La verdad es que tengo muchas ganas de trabajar con ella, pero ya compartiendo guión. Mi madre es una grandísima actriz y pienso que está desaprovechada.

¿Cómo ha sido la experiencia de meterte en el papel de una religiosa?
Yo interpreto a la hermana Magdalena, que es, digamos, la “monja mala”, la antítesis de la protagonista. La verdad es que ha sido una experiencia difícil porque, aunque soy cristiana, tengo pocas referencias clericales, así que al principio, el hecho de llevar hábito me resultó un poco angustioso, no por nada, sino porque supone imbuirte en un entorno que sobrecoge y sobre todo porque te das cuenta, al ponerte en su piel, de la labor que desempeñan estas mujeres, cuya existencia está cargada de renuncias y que entregan realmente su vida a Dios, a los enfermos y a los necesitados.

¿Marca mucho el hecho de pertenecer a un clan como el de los Flores?
Es cierto que muchas veces en esta profesión te catalogan como “hija de famosa”. En mi familia me han inculcado desde pequeña el arte y para nosotros (mis primas, mi hermano) no supone un peso u obligación dedicarnos a esto “porque mi familia lo hace”, al revés: es lo normal, es lo que queremos, lo que nos gusta, es donde nos sentimos más acogidos. Si tuviera otra profesión quizás no podría hablar tanto con mi familia ni tener la conexión que tengo con todos ellos, y tampoco podrían aconsejarme como lo hacen. Estoy cansada de repetir que nosotros no buscamos el “famoseo”, sino trabajar en lo que nos gusta. Es más, te aseguro que si no fuera famosa sería más feliz, pero no puedo dejar de estar vinculada a esta profesión, porque es con lo que de verdad disfruto; lo que ocurre es que pertenecer a ella indirectamente te hace ser famoso, y la fama tiene cosas muy buenas pero también otras muy malas. Todavía hay personas a las que les cuesta verte como profesional “independiente”, y presuponen que no te lo tomas en serio y que solo quieres ser famosa. Para nada. Afortunadamente, y a costa de no parar de trabajar, poco a poco voy notando que estoy consiguiendo mi lugar y mi hueco, que la prensa me quiere, que tengo el respeto de la profesión y que ya se me cataloga como actriz, y eso, para mí, es lo más importante.

¿Qué proyectos tienes cuando acabes con la promoción de la película?
Seguimos en Poder Canijo, en TVE, un programa presentado por Juan Y Medio y en el que buscamos entretener a padres y niños mostrándoles los métodos más innovadores de enseñanza. También tengo algún que otro proyecto de tele y últimamente estoy haciendo muchos trabajos relacionados con marcas. Soy muy versátil y la verdad es que hoy en día hay que trabajar y yo, mientras siga mi camino recto y sin desvincularme mucho de mi objetivo, tengo la filosofía de que lo que venga, bienvenido sea. Mi lema es Vive, y a ver qué pasa. Hay que vivir con todas las consecuencias. La vida a veces pesa, otras veces duele y otras es muy puñetera, pero es la única que tenemos, la única verdad y la única certeza de la que disponemos, y puede ser maravillosa. Y ya que en algún momento nos tendremos que ir y no sabemos ni cómo ni cuándo será, hasta ese día hay que vivir, vivir, vivir… ¡ y a ver qué pasa!

 

 

 

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María José Merino

María José Merino

Sevillana de adopción y Granadina de nacimiento y de corazón, donde no dudo en escaparme cada vez que puedo. Licenciada en periodismo por la Universidad de Navarra, trabajé durante la carrera en los...