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Su cara y su voz le facultan para encarnar personajes duros y violentos, una especialidad interpretativa que, en su caso, le acerca regularmente a historias relacionadas con el narcotráfico, pero también con otros asuntos candentes como la violencia de género o el boom inmobiliario.
Además Una Noche en el Viejo México, a las ordenes de Emilio Aragón y rodada en inglés, en los últimos dos años su cosecha de lanzamientos cinematográficos incluye Operación E, Los Fenómenos y el último taquillazo de este mismo año, El Niño.
Tosar ha incorporado a su oficio de actor la faceta de productor, así que ahora conoce las múltiples dificultades que vive el sector cultural por motivos muy diversos, aunque probablemente poder trabajar con profesionales estadounidenses de la talla de Jim Jarmusch o Robert Duvall (Matar a un Ruiseñor, El Padrino o Apocalypse Now, entre sus hitos), este último, compañero y protagonista de Una Noche en el Viejo México, y ver como sus películas arrasan en taquilla, le compensen su riesgo empresarial.
Ha sido también el caso de la reciente El Niño, dirigida por Daniel Monzón, el mismo cineasta que consiguió un record de taquilla con Celda 211. Esta vez el guión gira en torno a una historia de tráfico de estupefacientes en el Estrecho de Gibraltar construida a partir de testimonios de los propios implicados. Tosar, con tres premios Goya en su haber, ha trabajado ya en un nuevo estreno previsto para 2015. Se trata del título “El Desconocido”, que ha rodado este pasado verano en A Coruña a las órdenes del realizador debutante en el largometraje Dani de la Torre, film que cuenta con escenas de acción trepidantes rodadas en pleno centro coruñés. Además, Julio Medem ultima otro nuevo trabajo ( Ma Ma, de va a titular) cuyo set de rodaje estuvo localizado en Tenerife, y en el que Tosar está acompañado por Penélope Cruz y Asier Etxandía.
Aunque te lo habrán preguntado muchas veces, con la situación tan complicada que vive el cine en nuestro país, habrá sido tentadora la idea de marcharte fuera para trabajar, como han hecho tantos otros ¿o no ha sido así?
Me apetece seguir haciendo cosas aquí, sinceramente. Creo que los que todavía podemos permitirnos estar aquí, trabajar, y tener alguna vía de escape, y me puedo sentir privilegiado porque todavía la tengo, tenemos alguna responsabilidad que debemos asumir y hacer cosas para intentar que el barco salga a flote. De momento hay cosas que hacer aquí y quiero hacerlas.
Has regresado nuevamente a los Estados Unidos de la mano de Emilio Aragón, ni más ni menos, ¿qué puedes destacar de tu trabajo con él en Una Noche en el Viejo México?
Emilio Aragón es una de las mejores personas que yo he conocido y eso lo convierte en uno de los mejores directores. Traslada parte de esta personalidad al trabajo, y hay unas cuentas cualidades que para un director son básicas; la empatía es una de ellas. Saber qué le está pasando al resto de actores es algo muy bueno para un director, lo sé porque he trabajado con directores que no tenían empatía y esto es fastidiado, tener a alguien que no se entera de lo que está pasado. En el caso de Emilio, quizás sea excesivamente empático, asume muchas cosas que probablemente no debiera asumir. Es un tipo capaz de rodar en cuatro semanas una película en Brownsville, USA, siendo su segundo film, con Robert Duvall y con ocho productores sentados en sus sillas durante el rodaje. Nunca le escuché una palabra más alta que la otra. Hacíamos apuestas a ver si conseguíamos cabrearle durante el rodaje, pero nada, imposible.
Precisamente, la celeridad de tener que rodar en cuatro semanas habrá incrementado la tensión que suele ser habitual en los rodajes de cine, más en el área fronteriza entre México y Estados Unidos…
Fue un rodaje con mucha presión, sobre todo para Emilio Aragón. Había que rodarla en 23 días. Había que buscar frecuencias libres todos los días, incluso tres o cuatro veces a lo largo del día, porque el set de rodaje estaba poblado por interferencias de narcos, patrullas de frontera, espaldas mojadas, el FBI, la DEA, etc. En el hotel desayunabas con gente de la DEA y del FBI, que estaban trabajando en la frontera: los del FBI por un secuestro de unos turistas norteamericanos y los de la DEA porque por allí pasa mucho “material”. Una de las formas que tienen ahora de pasar la droga es con octocópteros, un kilo o así pueden pasar al otro lado, y por eso le jefe de sonido, Sergio Burman, se volvía loco porque la frecuencia estaba ocupada, una locura.
¿Ocurrió algo fuera de lo común durante el rodaje, alguna anécdota inquietante?
Hubo alguna bala perdida que nos cayó durante el rodaje. A 500 metros de Brownsville está Matamoros, uno de los puntos calientes de la frontera mexicana, con narco-túneles, en fin, de todo. Por allí pasa el famoso Río Grande, que es un riachuelo todo vallado, y se escuchan disparos, algunos por las bromitas de los mejicanos que disparan al aire o hacia la frontera para molestar un poco, y así fue como impactó una bala cuando estábamos rodando.
Emilio Aragón contó que Robert Duvall dijo de ti que algo así como “este chico es muy bueno”. ¿Qué significó para ti esta frase?
Pues hace ilusión. Y también que vea algo tuyo. La ventaja de esta película fue poder verle a él trabajar, eso sí me hacía especial ilusión. No teníamos muchas escenas juntos, pero con alguien tan bueno ya sabes que tienes el 50% ganado. Incluso creo que fue mejor tener tiempo para verle trabajar, podía ir al set de rodaje todos los días que no rodaba, yo estaba al lado mismo, e iba a disfrutar viendo cómo trabaja uno de los grandes actores hollywoodienses, uno de esos actores que te han acompañado toda la vida siendo siempre infalibles, como Gene Hackman, gente que hace ochenta mil pelis y aunque 40 sean, probablemente, malísimas, ellos siempre están bien.
¿Qué es lo que hace que un actor parezca bueno o malo, la nacionalidad o los directores?
No creo que sean los actores mejores en ninguna parte del mundo, veo cinematografías de todas partes del mundo y al final cada uno tiene su forma de hacer, aquí hay actores espectaculares a los que da gusto ver trabajar. Un actor es bueno o es malo, y después puede estar bien dirigido o no, pero un actor muy bueno, aunque esté mal dirigido, siempre hará notar su presencia, como es el caso de Gene Hackman, por ejemplo, los actores buenos tienen siempre una gestión propia e incluso al director le conviene.
Robert Duvall es un poco así. Sabe tanto y está tan tocado por la mano de los dioses que es mejor no meterse en su actuación sino es para aportar algo que sea muy claro, intuitivamente él ya sabe lo que tiene que hacer, no lo tiene ni que pensar. Es otra forma de trabajar, no le escuchas hablar durante horas de tonterías, van a lo que van, van al lío y lo hacen. Me cansan los que intentan dar una importancia que no tiene a este trabajo, me aburren, no se me ocurre qué decir sobre este trabajo, me parece tan personal y tan extraño que racionalizarlo es complicado. Por eso prefiero a la gente que llega, hace, y listo, sin importar qué habrá pensado para hacerlo.
Lo que parece que no acaban de ofrecerte son papeles de comedia ¿o es que no son santo de tu devoción?
Me gustaría hacer cualquier cosa siempre que me guste el guión. Si es una comedia, en caso de que me haga gracia, sí lo haría, pero no es lo que más me suelen ofrecer. A veces me han ofrecido alguna que no me hacía ninguna gracia, con lo cual, si ya no me hace gracia a mí, será difícil que resulte graciosa para los demás…
Ya que hablamos de santos y devoción, esas barbas que sueles dejarte para algunos papeles de malo también podrían servir para interpretar a un santo o a un apóstol…
Estaría bien, por lo menos, si son santos, ya tienen un problema. Los buenos son muy aburridos, me divierto más con los malos. Quizás podía no haber hecho este personaje de Panamá y no cambiaría tanto mi vida, pero me apetecía estar en este rodaje, quería hacerlo. Si puedes echar una mano en ese aspecto y la película vaya a hacer un poco más de ruido porque está uno, pues mejor. Me atraía Emilio Aragón y trabajar con Robert Duvall, todo el conjunto, el guión me encantó, uno de estos guiones de la escuela americana pura y dura, que me fascinan por su síntesis, no como nosotros que tenemos el vicio de llenar páginas sin que pase absolutamente nada, un defecto en la escritura de cine. En el cine la economía es un valor y los yanquis lo tienen muy claro, por eso en sus guiones no sobra nada, está todo encajado, es una gozada leer algo así. Es, además, un tipo de película que siempre me ha gustado, las road movies.
Quizás en el próximo personaje que te ofrezcan haya un cambio de registro,¿sabes ya cuál va a ser?
Va a ser un tipo muy santo, por cierto, para una película de Julio Medem. Es un tipo muy bueno el personaje que voy a encarnar, el colmo de la bondad.
Para poder caracterizarse adecuadamente en esos personajes de acción y riesgo, seguro que tendrás que hacer algún deporte o ejercitarte de alguna forma ¿qué sueles practicar?
No soy un gran deportista la verdad. Entreno en casa, tengo aparatos para hacer gimnasia variada, pesas y tal, pero no soy especialmente aficionado al deporte. Me gusta caminar, eso sí, correr no, a menos que venga la policía detrás, pero caminar si, y si es al aire libre mejor. Cuando hay que preparar algún personaje sí, lo hago, pero forma parte de los requerimientos del personaje, o de la devoción por el trabajo, entrenas y te pones fuerte, pero no es una afición por el deporte.
Haber nacido en una tierra tan conectada a la buena mesa como es Galicia, también marca las costumbres gastronómicas ¿qué recomiendas a nuestro lectores?
Intento comer sano, algo que en Galicia es bastante fácil, por otro lado, si tengo alguna recomendación es que la gente se venga a vivir a Galicia, si quiere, porque tenemos muy buena materia prima y cocinamos las cosas bastante poco. La cocina es muy sencilla con lo cual evitas muchas salsas y elementos que pueden hacer que la alimentación se desequilibre. Estoy educado en esta cultura gastronómica y procuro seguirla, porque es la que más me gusta, pero no soy especialmente maniático en cuanto a las dietas.
¿Sabes cocinar, lo haces regularmente?
Sí, sé cocinar, pero muy poco. Tengo una vida un poco extraña, vivo bastante tiempo solo y como bastante fuera de casa, y la verdad es que no me hace gracia cocinar para mí solo.