Tenía ganas de llegar al mundo, aunque no sabía cómo sería. La vida de Víctor Elías (Madrid, 1991), el conocido niño de Los Serrano (entre otras muchísimas series, obras, espectáculos…), iba a ser difícil. Ahora lo cuenta en un libro en el que se abre en canal y demuestra que, a pesar de los problemas, la vida sigue y hay que afrontarlos como vienen. Un libro que para él ha sido una forma de terapia, Yo sostenido, historia de un juguete casi roto (Editorial Planeta). Con él, Víctor nos cuenta, de la mano del dramaturgo Pablo Díaz Morilla, que hay vidas que siguen un orden lógico y otras, como la suya, que resultan más desordenadas y caóticas. Y es que ha sido un niño que jugaba en un mundo de adultos.
En esta gran obra, ley de vida, empieza diciendo que no todo es blanco o negro. ¿Cree que en general solemos tomarnos las cosas así?
Creo que es la sociedad la que nos obliga a ser extremistas. Como que nos instan a etiquetarnos, pero no todo es blanco o negro, a mi parecer.
Cuál es el objetivo del libro…
Que nos demos cuenta de que la vida es bonita a pesar de los problemas que cada uno pueda tener. La idea del libro es dar a conocer que “de todo se sale”. Pero también es verdad que el libro no tiene ninguna parte de autoayuda o de consejos, porque no me atrevo. Es solo un testimonio en el que intento reflejar que no por el simple hecho de salir en la TV te tiene que ir bien todo en la vida, ni tienes por qué tener una casa muy grande o un coche de primera… Y sobre todo ahora con las redes sociales, con las que cada vez más solo vemos la parte bonita de todo.
El libro sirve de alguna forma para homenajear su profesión. A qué cree que le ha ayudado la televisión…
Creo que la televisión ayuda a la introspección. En mi caso, la profesión de actor me ha salvado la vida, o no sé si la vida como tal, pero sí me ha hecho poder “vivir sostenido”.
Cuando habla de juguetes rotos y de mostrar las cicatrices con orgullo… a qué se refiere.
A que yo cambiaría la forma en que la sociedad exige a los niños ser siempre lo mismo. Y no solo me refiero a los actores (aunque a mí me gusta ese ejemplo, más personal). También me refiero a los que juegan bien al fútbol pero luego deciden hacerse médicos, y tenemos a la familia ahí diciéndole, ¿ves?, tendrías que haber sido futbolista, habrías ganado mucho más dinero… De ahí también sale un juguete roto.
Una de las cosas que ha marcado su infancia ha sido la grieta del alcoholismo de sus padres, algo que sigue siendo en muchos casos tabú en la sociedad. ¿Qué consejos daría a las familias que están pasando por lo mismo, usted que lo ha vivido en primera persona?
Dar un consejo en este asunto es muy complicado, pero sí es verdad que es un tema del que no se habla, a pesar de ser tan importante. Hay que intentar perder la vergüenza y saber que, cuando lo contamos, estamos ayudando a alguien en muchos casos. Hay que ser consciente de que es una enfermedad muy dura, que el adicto no hace daño “a posta”. Lo que he aprendido con mis padres es que lo hicieron lo mejor que supieron.
Según el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Health at a Glance 2023, que analiza los datos de ventas anuales de alcohol puro en personas mayores de 15 años, España está entre las primeras naciones en el ranking de consumo de alcohol. ¿Cómo cree que puede ayudar la farmacia a solucionar este problema?
Hay químicos para ayudarte en los primeros procesos. Pero al final, es un tema de concienciación puro y duro. Yo haría igual que se hace con el tabaco: aunque al principio no se hacía, ahora ya hay mensajes en los paquetes. Todos tenemos claro que el resto de drogas son malas, pero no prestamos atención al hecho de que el alcohol también es una droga que a la larga te destroza la vida. Igual que la gente dice ¡no fumes aquí al lado! o se ponen etiquetas en los vasos, deberíamos hacer lo mismo con el alcohol. A mí, quizás no me habría dado tanta vergüenza empezar a reconocer que, tanto mis padres como yo teníamos un problema, si no hubiera sido algo tan aceptado socialmente.
Respecto a las drogas, en el libro menciona que uno es adicto, aunque no consuma, si lo ha hecho anteriormente. En este orden de cosas, pedir ayuda es fundamental y nada fácil, tanto para el implicado como para la familia, que muchas veces no sabe cómo actuar.
Es muy complicado dar un consejo en esto, porque cada persona es distinta y a cada uno nos afectan las cosas de manera diferente. Pero si uno empieza a vislumbrar que tiene ese problema no hay que tener vergüenza a la hora de pedir ayuda, porque en mi caso, los últimos años fueron de medio esconderme, pero sin dejar de hacerlo para que la gente no pensara que lo había dejado. Esos son los momentos más duros, porque ahí se acaba la parte lúdica del consumo. Si entre todos conseguimos superar la vergüenza, como lo hemos conseguido con algunos temas mentales como la depresión o la ansiedad, sería mejor. Contar que tienes problemas con el alcohol a tu círculo de confianza ahorra años de sufrimiento.
Y respecto a las drogas, ¿cree que debería concienciarse desde la escuela?
La escuela debería enseñar a analizarnos y hacernos ver a qué nos enfrentamos si tonteamos con ellas… Hay que concienciar y hablar mucho de ello, saber que está en todos lados, y que es malo. En mi libro hablo mucho sobre el alcohol, porque es lo que me ha tocado. Pero también porque creo que es una de las drogas más duras, con las que más se sufre socialmente, porque se puede conseguir en cualquier momento y en un rango de precios asequible, desde muy barato a muy caro, dependiendo de la economía de cada uno.
También ha confesado su adicción al trabajo, que, aunque de niño era el «refugio» que le permitía “no estar en casa”, tampoco le permitía tener tiempo para estar consigo mismo.
En mi caso, mi trabajo, que es la música, me ha salvado varias veces la vida. Siempre he sabido a qué quería dedicarme y qué quería dejar atrás. La diferencia es que ahora lo vivo desde un lugar sano, mientras que antes trabajaba para no estar en casa. Creo que esa es la diferencia primordial entre ser un workaholic o no serlo.
El bullying es otro punto clave en su libro. ¿Cree que juzgamos a la gente, incluso a los más pequeños, sin conocerlos?
El juicio rápido lo tenemos todos. Hasta los padres. No somos muy conscientes de los comentarios que hacemos.
PARA CONOCERLE MEJOR
Una afición: esquiar
Un libro: Verónika decide morir, de Pablo Coelho
¿Viaje al pasado o al futuro? Al futuro
¿Cuál ha sido el mayor reto al que te has enfrentado? Intentar ser feliz día a día y vivir el presente. Siempre se me olvidaba e intentaba mirar tres meses hacia adelante, sin darme cuenta de lo que estaba viviendo en ese instante.
Una canción: Hay una canción que me conecta mucho con mi infancia, Esperando Abril, de Silvio Rodríguez.
Un leitmotiv: Vivir el presente