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Innovación biomedica y la gente: un paso adelante en el relato
Por Esteban Bravo, director general de Cícero Comunicación
El paciente ha de constituir el eje sobre el que gravite todo el sistema. Todo por y para el paciente, pero con el paciente.
Esta vez sí va en serio, porque el concepto de “todo por y para el paciente” como tal no es nuevo. Lo que sí parece nuevo es el abandono definitivo del amable despotismo que desprendía la esencia de aquel pseudo-axioma, cuya única verdad demostrable reflejaba un todo por y para el paciente, pero sin el paciente. Puro principio de la contradicción.
Nuestro Sistema Nacional de Salud, y todos los llamados agentes que lo configuran, han venido ejerciendo durante décadas una especie de tutelaje bienintencionado, hay que destacarlo, muchas veces eficaz, sobre ese hijo-paciente visto con la condescendencia que se ve a un menor de edad.
Pero en mi opinión dos hechos coincidentes en el tiempo provocaron en la propia arquitectura del SNS lo que constituyó el principio de un cambio para la construcción de espacios compartidos mucho más amplios. El primero, el paso en 2007/8 de una economía de la abundancia a otra de la escasez -y la erosión consiguiente en términos de recursos-, y el segundo, la definitiva eclosión de las llamadas redes sociales. Se empezó a hablar de empoderamiento. Desde entonces percibo que el paciente sí va ocupando un lugar central en el entramado sanitario español, no como último beneficiario, sino como parte importante de su propia construcción y devenir. Decisores, profesionales sanitarios, la industria farmacéutica…, todos saben que será con los pacientes, o no será.
Innovación biomédica y financiación
Y no será tampoco sin innovación biomédica. En los últimos 20 años hemos podido ver como gracias a esa innovación una enfermedad como el sida, en su momento mortal muy a corto plazo, se ha conseguido cronificar llevando a niveles de “normalidad” la supervivencia de quienes han contraído la infección. Hemos visto el desarrollo de la primera vacuna que previene un tipo de cáncer. Sabemos que la Hepatitis C se puede curar. Muchos procesos oncológicos se ven cada vez más acorralados gracias a nuevas terapias. Son sólo algunos ejemplos para entender que, sin innovación, después la nada. El decisor no tendrá sobre lo que decidir; el profesional no tendrá herramientas de trabajo eficaces; y el investigador, público o privado, desde el hospital, la Universidad o, sobre todo, desde la industria farmacéutica, no tendrá razón de ser.
La mala noticia viene enmascarada bajo dos siniestras formas. El diseño de un maldito tarjetón recordatorio: la innovación hay que pagarla. Y sobre el enunciado de una muy simple pero aterradora incertidumbre: ¿podremos? La respuesta no puede estar sólo en el tullido ecosistema de la decisión política. La respuesta ha de estar en manos de todos lo que configuran el andamiaje del Sistema. En todos, y uno más. Ese nuevo sujeto en este relato se llamaría “la gente”. Gente que puede haber perdido la salud, o no. Quizás sea el momento de dar un paso adelante para no hablar tanto del paciente en el centro del Sistema, como de la gente en el centro del Sistema. El futuro debería apuntar de manera inequívoca no a un Sistema construido para la gente, sino a un Sistema construido por la propia gente. Y es aquí donde entraríamos en ese aún poco explorado territorio de la participación ciudadana en salud, con ese empoderamiento ya citado como arma fundamental para consolidar sobre el terreno un término como co-responsabilidad que no acaba de traspasar con claridad los límites de sesudos power points.
No es fácil. Empoderar significa tener la generosidad de ceder parcelas de poder, pero la propia cultura institucional de las organizaciones que tradicionalmente han configurado el Sistema, dificulta esta tarea. Nadie cede poder vocacionalmente. Y en este sentido es importante no confundir empoderar con pastorear.
Se trata de escuchar a la gente, aprender de la gente. Debemos buscar preservar los puntos fuertes del Sistema y mejorar los débiles a través de una trasferencia de conocimiento. Muchas organizaciones ya están trabajando en esta línea. Sociedades científicas, compañías farmacéuticas, instituciones académicas, están sentando las bases para relacionarse de otra forma con la gente. Eso es innovación social, tan importante como la bio-médica.
Y si todo esto no se cuenta, no existirá. Los medios de comunicación tradicionales, los nuevos canales digitales, la creación de contenidos a compartir entre ese movimiento nómada que se ha mudado para vivir en internet, van a tener un papel nuclear en ese proceso clave para el empoderamiento en salud de la gente y que no es otro que buscar el paso de la información al conocimiento.
Con toda humildad, en mi opinión, el próximo reto en innovación en salud: la gente.
Cícero Comunicación es una agencia healthcare de comunicación que presta servicios en el sector salud, biotecnología y consumo.