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El 40 por ciento de los problemas de fertilidad son atribuibles al varón, el 40 por ciento a la mujer y el 20 por ciento tienen una causa mixta. En este último porcentaje se incluyen los casos de infertilidad de origen desconocido, cuando las pruebas diagnósticas en ambos miembros están dentro de la normalidad pero no se consigue que el embarazo llegue a término. Según han puesto de manifiesto los expertos reunidos en el 31º Congreso de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) que concluye mañana en Málaga, los factores inmunológicos en la mujer y la avanzada edad de los varones pueden ser causas relevantes del fracaso en los tratamientos de reproducción asistida.
Factores inmunológicos
Uno de los grandes retos en el campo de la reproducción asistida es el llamado “fracaso reproductivo de repetición”. Éste engloba tanto a los llamados “fallos de implantación embrionaria” -más de tres transferencias de embriones con alta calidad morfológica en endometrios bien desarrollados sin que se logre el embarazo, ni exista una causa aparente-, como a las “pérdidas gestacionales recurrentes” (abortos de repetición).
Tal y como explica el doctor Isidoro Bruna, director médico del HM Fertility Center y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) “el fracaso repetido de implantación permanece como uno de los «agujeros negros» de la medicina reproductiva. A ello se suma que entre el 3 y el 5 por ciento de las parejas en edad fértil tiene abortos recurrentes, de los cuales más del 50 por ciento queda sin diagnóstico etiológico a pesar de que realicemos un estudio exhaustivo para descartar las causas anatómicas, infecciosas, endocrinas o genéticas. Y cada vez son las más patologías del embarazo que se vinculan con errores o defectos en la implantación (preeclampsia, bajo peso fetal, crecimiento intrauterino retardado, etcétera). Es posible que en estas parejas el fracaso reproductivo repetitivo pueda ser subsidiario a una causa netamente inmunológica (auto o aloinmunitaria) o tengan un componente de este tipo”.
Debido a que el embrión no posee el mismo material genético que la madre, es un elemento extraño para el sistema inmunitario o de defensa. Por ello, para que pueda implantarse y desarrollarse en el útero materno, se debe desencadenar y mantener desde la más temprana etapa de la gestación un fenómeno de inmunotolerancia bidireccional entre la madre y el embrión haciendo que el sistema inmunitario, que es quien se encarga de combatir y rechazar cualquier sustancia o tejido extraño al organismo, lo acepte. “En los últimos años ha sido profusa la investigación sobre diferentes componentes que puedan tener relación con el fracaso reproductivo repetitivo. Los clínicos seguimos tratando de combatir el rechazo con múltiples medidas empíricas: heparinas de bajo peso molecular en pacientes sin trombofilia, acetil salicílico en dosis bajas, glucocorticoides, células mononucleares autólogas, intralípidos, inmunoglobulinas intravenosas (IVIg), vacunas antipaternales… algunas de las cuales sin una clara indicación, tienen un elevado coste económico y no están exentas de efectos secundarios. En este sentido, sería necesario un conocimiento mayor de la fisiología para poder llegar a cribar superpoblaciones que tuviesen un claro componente inmunológico en los fracasos reproductivos repetitivos y poder contrastar los beneficios reales de algunas terapias”, concluye el doctor Bruna.
¿Influye la edad del padre?
La importancia de la edad en la que se tiene hijos es bien conocida en las mujeres pero mucho menos en los hombres; sin embargo, ellos también tienen su reloj biológico. El hombre produce espermatozoides a lo largo de toda la vida, pero el paso del tiempo puede producir cambios morfológicos y oxidativos de los espermatozoides y reducir así la capacidad fecundante del semen. Además, el daño en el material genético contenido en los espermatozoides se incrementa con la edad y puede ser causa de enfermedades en los hijos.
“Igual que las mujeres, los hombres retrasan cada vez más la edad a la que son padres por primera vez y el avance de la edad se puede asociar a una pérdida de calidad del semen”, afirma el doctor Mario Brassesco, director médico y andrólogo del Centro de Infertilidad y Reproducción Humana (CIRH) de Barcelona. “Al realizar un tratamiento de fecundación in vitro se aprecia una influencia de la edad del padre en las posibilidades de lograr el embarazo, actuando en detrimento de las probabilidades de que la pareja consiga un embarazo normal. A mayor edad del hombre mayor incidencia de anomalías genéticas”.
En los últimos años, y debido al alarmante descenso de la calidad del semen de los europeos, los expertos alertan sobre la importancia de incorporar al varón en los estudios de fertilidad antes y de una manera más activa. “El papel del varón es esencial en las técnicas de reproducción asistida. Cuando en una fecundación in vitro se obtienen muchos óvulos y al final del proceso surgen pocos embriones o son de baja calidad, muchas veces debemos suponer un origen masculino” afirma el doctor Brassesco. “Además de una disminución en el volumen de eyaculado y en la concentración y movilidad de espermatozoides debe añadirse el estudio de la fragmentación del ADN espermático, la apoptosis (muerte celular programada) y el estudio genético”.
Pero para devolver la importancia al varón en la reproducción asistida no sólo es necesario mejorar el estudio de su infertilidad, sino intentar prevenirla. Así, según el doctor Brassesco, “es necesario impulsar los chequeos de fertilidad y la medicina preventiva también en este campo (señalando la importancia del tabaco, drogas, alimentación, tóxicos y vida sedentaria) ya que la evolución de las técnicas permite con un simple análisis de semen detectar precozmente los problemas de fertilidad y tratarlos antes y con más éxito. En algunos casos, además, podemos congelar el semen para preservar la fertilidad si se determina la causa de su deterioro o antes de iniciar determinados tratamientos médicos”. La criopreservación seminal preventiva consiste en la congelación y almacenamiento de espermatozoides con fines reproductivos. El objetivo final de todo este proceso es que al final del mismo, el varón disponga de varias dosis seminales criopreservadas de cara a su utilización futura.